TRIBUNA ABIERTA
Educación: mundos paralelos
Por Jerónimo Centurión
Publicado en Diario 16
Hace unos días viajé a Puno y no pude evitar recordar a Constantino Carvallo, fundador de Los Reyes Rojos y luchador incansable por convertir la educación en la principal herramienta para combatir contra la pobreza, la exclusión y esa falta de solidaridad que él veía de manera tan marcada en nuestra sociedad.
En las zonas más altas de Puno, como en la mayoría de zonas rurales del país, existen profesores unidocentes, y la denominación no esconde ningún misterio: unidocente significa un profesor para todo un colegio. Es decir, una persona a cargo de 80 alumnos, de primero a sexto grado, para todos los cursos.
El resultado de esta sacrificada experiencia educativa es, en la mayoría de los casos, poco afortunado. Elevadísimos niveles de deserción escolar, así como un nivel de comprensión y aprendizaje mínimos.
Pero, según las estadísticas, la cobertura escolar en Puno llega al 93% y, según el gerente general de la región Puno, Hugo Quintanilla, en los últimos años se ha construido decenas de colegios.
Últimamente nos movemos en dos mundos: uno de cifras brillantes que nos dicen que estamos en el mejor país del mundo; y otro, del que solo se tiene noticia cuando su descontento pone en peligro la inversión privada.
Le pregunté a Raúl Rodríguez, experto en temas educativos en Puno, por qué no habían más profesores en las zonas rurales, y él me contó que no había presupuesto, que “hay más de 25 mil maestros desempleados”. En ese momento recordé la reinauguración del colegio estatal “Alfonso Ugarte”, a un lado de la vía Expresa, y cómo decenas de cámaras de televisión seguían al presidente García declarando que “ha puesto en la educación el objetivo de democratizar y lograr la igualdad entre todos los peruanos”.
Según un Decreto Supremo, los colegios “emblema”, como el Alfonso Ugarte, tienen una partida presupuestal extra, mil veces mayor a la que recibe, por ejemplo, un colegio en la sierra alta de Puno, debido a que son “simbólicos” de nuestra sociedad. La decisión más que simbólica es representativa de cómo este gobierno afronta el tema educativo.
Pero, aunque el Gobierno pretenda no verlo, no todas las cifras están en azul. La UNESCO nos sigue ubicando en los últimos lugares en América Latina, el Informe de Competitividad Global del Foro Económico Mundial considera la educación como el principal problema del Perú, y en los próximos meses un informe de PISA nos dará luces sobre el tema. Mientras tanto, el Presidente y el ministro de Educación se seguirán preocupando de cómo el SUTEP, desde el municipio, puede afectar nuestra boyante educación.
Por Jerónimo Centurión
Publicado en Diario 16
Hace unos días viajé a Puno y no pude evitar recordar a Constantino Carvallo, fundador de Los Reyes Rojos y luchador incansable por convertir la educación en la principal herramienta para combatir contra la pobreza, la exclusión y esa falta de solidaridad que él veía de manera tan marcada en nuestra sociedad.
En las zonas más altas de Puno, como en la mayoría de zonas rurales del país, existen profesores unidocentes, y la denominación no esconde ningún misterio: unidocente significa un profesor para todo un colegio. Es decir, una persona a cargo de 80 alumnos, de primero a sexto grado, para todos los cursos.
El resultado de esta sacrificada experiencia educativa es, en la mayoría de los casos, poco afortunado. Elevadísimos niveles de deserción escolar, así como un nivel de comprensión y aprendizaje mínimos.
Pero, según las estadísticas, la cobertura escolar en Puno llega al 93% y, según el gerente general de la región Puno, Hugo Quintanilla, en los últimos años se ha construido decenas de colegios.
Últimamente nos movemos en dos mundos: uno de cifras brillantes que nos dicen que estamos en el mejor país del mundo; y otro, del que solo se tiene noticia cuando su descontento pone en peligro la inversión privada.
Le pregunté a Raúl Rodríguez, experto en temas educativos en Puno, por qué no habían más profesores en las zonas rurales, y él me contó que no había presupuesto, que “hay más de 25 mil maestros desempleados”. En ese momento recordé la reinauguración del colegio estatal “Alfonso Ugarte”, a un lado de la vía Expresa, y cómo decenas de cámaras de televisión seguían al presidente García declarando que “ha puesto en la educación el objetivo de democratizar y lograr la igualdad entre todos los peruanos”.
Según un Decreto Supremo, los colegios “emblema”, como el Alfonso Ugarte, tienen una partida presupuestal extra, mil veces mayor a la que recibe, por ejemplo, un colegio en la sierra alta de Puno, debido a que son “simbólicos” de nuestra sociedad. La decisión más que simbólica es representativa de cómo este gobierno afronta el tema educativo.
Pero, aunque el Gobierno pretenda no verlo, no todas las cifras están en azul. La UNESCO nos sigue ubicando en los últimos lugares en América Latina, el Informe de Competitividad Global del Foro Económico Mundial considera la educación como el principal problema del Perú, y en los próximos meses un informe de PISA nos dará luces sobre el tema. Mientras tanto, el Presidente y el ministro de Educación se seguirán preocupando de cómo el SUTEP, desde el municipio, puede afectar nuestra boyante educación.
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