viernes, 5 de noviembre de 2010

TRIBUNA ABIERTA

Urge desterrar violencia de escuelas
Editorial de El Comercio

Algo malo está pasando. Cada vez se registran más casos de maltrato a niños y jóvenes, generalmente a manos de adultos. Últimamente, sin embargo, el acoso escolar o ‘bullying’, es decir la violencia entre pares y compañeros, está aumentando de modo alarmante.

La semana pasada mencionamos, en esta misma columna, al niño Clinton Maylle, quien ha quedado parapléjico tras recibir más de una paliza de sus compañeros de colegio. Ahora vemos el caso del adolescente Óscar Espinoza Grados, de 14 años, del colegio San Antonio de Padua, en Jesús María, golpeado con una silla en la nuca por uno de sus compañeros. El daño causado lo mantiene postrado en un hospital.

¿Cómo se ha llegado a estos grados de violencia en las escuelas? ¿Dónde están hoy seguros los niños y las niñas, si el hogar, la calle y los colegios están infestados de seres agresivos incapaces de controlar sus impulsos violentos?

‘Bullying’ es una palabra inglesa que significa intimidación y engloba todas las formas de agresiones, intencionadas y repetidas, que ocurren sin motivación evidente, adoptadas por uno o más estudiantes contra otro u otros.

Por desdicha, el término está de moda por la cantidad de casos que se detectan día a día. Así resulta que ir a la escuela es, para algunos niños, no solo una pesadilla sino también una actividad realmente peligrosa. La víctima sufre dolor, angustia, pánico al punto que, en algunos casos, puede terminar suicidándose, cuando no muerta por la brutalidad del maltrato físico.

Es un amplio sector el que está en riesgo, pues en el Perú hay más de tres millones 600 mil personas entre los 12 y 18 años, que representan alrededor del 13% de la población.

Compete a las carteras de Educación, de la Mujer y Desarrollo Social, a las asociaciones de padres de familia y a las autoridades educativas velar por la seguridad de los escolares y propiciar estudios para determinar el disparador de esta espiral de violencia, cómo evitarla y cómo enseñar a los más pequeños a protegerse.

Los directores de colegios deben adoptar medidas de emergencia para detectar, corregir y sancionar cualquier caso de maltrato, en tanto que los padres de familia deben involucrarse más con la formación de sus hijos. No podemos sentarnos a esperar que más sangre llegue al río. Urge actuar con celeridad por la seguridad física y emocional de la niñez y la juventud peruanas.

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