TRIBUNA ABIERTA
¿Escolares seguros y felices?
Publicado en El Comercio
Esta semana han proliferado en Lima serias denuncias sobre niños maltratados, casos todos injustificados e inadmisibles en una sociedad que se dice defensora de los derechos de quienes forman el sector más desprotegido del país.
Las estadísticas de agresión son desalentadoras. Un 48% de los encuestados, según un estudio realizado por el Programa de Capacitación para la Atención Integral de las Víctimas de la Violencia de la Universidad San Marcos, reportó haber sufrido intimidaciones físicas, verbales, psicológicas y sexuales en la escuela.
El reciente caso de Clinton Maylle, un adolescente huanuqueño de 14 años, es vergonzoso. Fue objeto de una golpiza a manos de uno de sus compañeros de colegio, tras lo cual presentó un cuadro de paraplejia que lo ha dejado postrado en una cama. Lo que no sabía su agresor es que el menor padece de tuberculosis ósea, con daño en la columna vertebral. Los médicos no aseguran aún si los golpes propinados aceleraron el triste cuadro que afronta. Sin embargo, es cierto que el maltrato pudo ser contraproducente en su estado de salud.
¿Qué más tiene que pasar para que estos casos dejen de producirse? La prevención en los colegios, donde los niños pasan la mayor parte del tiempo, es una salida. Los profesores deben frenar episodios de violencia o, en su defecto, encargar esa tarea a personal especializado o a las defensorías escolares.
De otro lado, casos como el de Clinton Maylle deben ser asumidos de inmediato por el Sistema Integral de Salud. El apoyo de la PNP es, además, valioso, pero resulta dramático que 65 de 150 comisarías no cuenten con ambientes para atender a las víctimas por violencia y que solo 17 dispongan de personal capacitado para acoger estas y otras denuncias las 24 horas.
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Esta semana han proliferado en Lima serias denuncias sobre niños maltratados, casos todos injustificados e inadmisibles en una sociedad que se dice defensora de los derechos de quienes forman el sector más desprotegido del país.
Las estadísticas de agresión son desalentadoras. Un 48% de los encuestados, según un estudio realizado por el Programa de Capacitación para la Atención Integral de las Víctimas de la Violencia de la Universidad San Marcos, reportó haber sufrido intimidaciones físicas, verbales, psicológicas y sexuales en la escuela.
El reciente caso de Clinton Maylle, un adolescente huanuqueño de 14 años, es vergonzoso. Fue objeto de una golpiza a manos de uno de sus compañeros de colegio, tras lo cual presentó un cuadro de paraplejia que lo ha dejado postrado en una cama. Lo que no sabía su agresor es que el menor padece de tuberculosis ósea, con daño en la columna vertebral. Los médicos no aseguran aún si los golpes propinados aceleraron el triste cuadro que afronta. Sin embargo, es cierto que el maltrato pudo ser contraproducente en su estado de salud.
¿Qué más tiene que pasar para que estos casos dejen de producirse? La prevención en los colegios, donde los niños pasan la mayor parte del tiempo, es una salida. Los profesores deben frenar episodios de violencia o, en su defecto, encargar esa tarea a personal especializado o a las defensorías escolares.
De otro lado, casos como el de Clinton Maylle deben ser asumidos de inmediato por el Sistema Integral de Salud. El apoyo de la PNP es, además, valioso, pero resulta dramático que 65 de 150 comisarías no cuenten con ambientes para atender a las víctimas por violencia y que solo 17 dispongan de personal capacitado para acoger estas y otras denuncias las 24 horas.
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