viernes, 22 de octubre de 2010

TRIBUNA ABIERTA

Cosas de niños
Por Patricia del Río
Publicado en Perú 21

Esta ha sido una de esas semanas en la que me da un poco de miedo criar a mi hijo. A la natural desconfianza sobre si estoy haciendo las cosas bien, se le suma el terror de que está creciendo en una sociedad que desprecia a sus niños y adolescentes.

Por supuesto que nos encanta llenarnos la boca con aquello de que la niñez es la mejor etapa de la vida y de que los jóvenes son el futuro del país, pero en la práctica los más pequeños se nos siguen muriendo de frío todos los inviernos, los violan en sus colegios y en sus propias casas o crecen aterrados porque sus padres y maestros creen que los golpes son un buen sistema pedagógico.

¿Exagero? A ver, solo en lo que va de la semana nos hemos enterado de que un hombre golpeó brutalmente a un niño de 12 años porque enamoraba a su hija de 13. Al pobre galán ni siquiera lo ampayaron chapando, bastó una simple conversa en la puerta de la casa para que lo agarraran a manguerazos. A Edison, de 10 años, tampoco le fue mejor: se le ocurrió la peregrina idea de rayar con un clavo el auto de Luis Percy Torres Oré, y se hizo acreedor a una golpiza salvaje que casi lo deja ciego.

Lo de la pequeña Andrea, de 8 años, es casi tan aterrador como indignante. A ella, su prima de 15 años la llevó donde ”scar Visalot Paredes, quien a cambio de 20 soles la fotografió desnuda y la violó en reiteradas ocasiones. Según las declaraciones de Andrea, y de otras 13 niñas, durante largo tiempo fueron seducidas, violadas y amenazadas por este sujeto que merodeaba a la salida de sus colegios. También las contactaba por Internet y las llevaba a tomar helados.

A Clinton Mayller, en cambio, no lo golpeó un adulto. Él fue blanco de burlas y ataques de sus compañeritos del colegio Micaela Bastidas, de Canto Grande, que no le perdonaban su origen provinciano. Un día se encontró con sus “amigos” en la calle y uno de ellos lo aventó contra al pista. Producto del violento encuentro, Clinton tiene la columna fracturada y hace seis meses que no camina.

No sé a ustedes, pero a mí se me atragantan mil preguntas ante tanta brutalidad: ¿dónde estaban los padres y profesores de todos estos chicos? ¿Por qué nos la pasamos discutiendo acaloradamente sobre cuál debe ser la sanción que reciba Jefferson Farfán por irse de putas en lugar de reclamar castigos severos para los abusadores? ¿Por qué los jueces dejan libres a los violadores? ¿Por qué estábamos más preocupados por el maltrato (ficticio) que aparecía en el comercial del Bocón, en lugar del maltrato real que padecen millones de niños?

Todos los días nos levantamos sabiendo que escucharemos noticias como estas. Prácticamente nos sentamos a esperarlas. Parece que nos estamos acostumbrando a que golpeen y maltraten a los más chicos en nuestras narices, sin que seamos capaces de hacer absolutamente nada al respecto.

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