TRIBUNA ABIERTA

Presidente oyó a las escuelas de arte
Editorial de El Comercio

Hace unos días cuestionamos el D.S. 001-2010-MC, que establecía la fusión por absorción de las escuelas de arte en el Ministerio de Cultura. Hoy celebramos la corrección realizada por el presidente Alan García, que deroga los artículos de esa norma que atentaba contra la autonomía académica, económica y administrativa de los mencionados centros de estudio.

El error cometido era grave, pues el Ministerio de Cultura no tiene competencia en el ámbito educativo.

La fusión, tal y como se había decretado, amenazaba con la extinción jurídica de las escuelas y la pérdida del rango universitario que actualmente ostentan.

De allí las explicables manifestaciones de protesta pacífica –con música y pasacalles– que esta semana protagonizaron cientos de estudiantes de las escuelas de Folclor José María Arguedas, de Ballet, de Arte Dramático, de Bellas Artes y el Conservatorio de Música.

Como ha tenido que reconocer el propio Ejecutivo, dichas instituciones se rigen por la Ley General de Educación y sus leyes de creación.

Por lo mismo, tienen un régimen académico y de gobierno especializado, se acreditan como centros de estudios superiores, otorgan en nombre de la nación grados y títulos semejantes a una universidad pública, y gozan como ellas de exoneraciones y estímulos comunes.

Así, entre otras consideraciones procesales y constitucionales, resultaba controversial aglutinarlas junto a entidades de diferente estatus.

El asunto resultaba, además, más preocupante al recordar que en el 2006, durante el gobierno de Alejandro Toledo, la organización privada ANEM pretendió hacerse de los elencos de arte y todo su acervo e instalaciones. El Estado debía pagar las planillas y subvencionar a la entidad privada que sería la beneficiaria y administradora de lo recaudado, incluyendo las donaciones. El convenio firmado quedó sin efecto.

Ahora ha primado la razón y el presidente García ha sabido corregir el error con prontitud.

Las escuelas de arte –para tranquilidad de maestros y alumnos– seguirán dependiendo del Ministerio de Educación, debido a la naturaleza de sus funciones educativas y profesionales.