viernes, 15 de octubre de 2010

ARTÍCULOS DE ASOCIADOS

La educación no puede con la TV
Por León Trahtemberg
Publicado en su Blog.

El peso de los medios de comunicación en la educación y la formación de los sentidos comunes en función de los cuales vive, consume y vota la gente, lo podemos deducir observando la conducta de los electores en las recientes elecciones.

Las insistentes menciones a solo dos contendoras y las acusaciones a cada contrincante, Susana (terruca) y Lourdes (narco), minimizando a los otros 7 candidatos (“votar por los otros es un voto perdido”) se vio reflejado en las motivaciones de los votantes y el resultado electoral (76% para las dos primeras -38.5%,37.6%- y 24% para todos los otros juntos). Lo mismo ocurrió en el 2006 con “Lourdes, candidata de los ricos” y “Humala, candidato chavista”, o con el argumento fujimorista “en democracia no se puede luchar contra el terrorismo”.

Se trata de un adoctrinamiento, que el público acepte esas afirmaciones como ciertas sin ponerse a pensar, analizar, investigar, evaluar por sí mismo la validez de tales argumentos y sus posibles consecuencias.
Muchos padres y maestros me preguntan sobre la influencia de la TV e Internet en la educación. Aquí tienen una respuesta. El sistema educativo actual es incapaz de competir con la televisión, los medios e Internet en la formación de opiniones, valores, modas, hábitos, patrones de consumo y estéticos, votaciones, criterios para decidir qué hay que comprar o consumir… Los publicistas y gestores de los medios piensan por la gente, y ésta se limita esencialmente a consumir.

Frente a eso, la educación actual tiene poco espacio de acción, porque se limita a preservar las formas de vida y patrones de consumo establecidos. La única manera de cambiar eso es mediante una educación liberadora que anime a los estudiantes a dejar la pasividad, confrontarse con la realidad y procurar cambiar lo que anda mal (dentro de la ley), forjando gente creativa, innovadora, independiente, capaz de construir una sociedad mejor.

La mala noticia es que no se puede apagar la televisión. La buena noticia es que se puede educar a los televidentes, si los líderes sociales, económicos y políticos deciden luchar por darles esa poderosa herramienta de la libertad, que es la buena educación.

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