viernes, 9 de julio de 2010

TRIBUNA ABIERTA

Educar es guiar
Editorial La Primera

Celebramos hoy el Día del Maestro, personaje crucial, maltratado en el Perú por los gobernantes y por los sueldos. En tiempos en que se discuten teorías pedagógicas, filosóficas, psicológicas y metodológicas, no debiera olvidarse que el problema central es el maestro, y que los problemas del maestro son nuestros problemas.

Nuestros, digo, y quiero significar que abarcan el interés general. El presente del maestro anuncia el futuro del país.

Circula una mala lectura de las ideas de José Carlos Mariátegui sobre la Educación.

Dijo el Amauta en Siete Ensayos: “No es posible democratizar la enseñanza de un país sin democratizar su economía y sin democratizar, por ende, su superestructura política”.

Los dogmáticos dedujeron que primero había que hacer la revolución para después reformar la enseñanza. La realidad enseña –y Mariátegui era realista– que se pueden dar pasos democratizadores en el proceso mismo de una lucha por un cambio radical. La prueba está en los principios programáticos del Partido Socialista, que incluye entre las reivindicaciones inmediatas “la gratuidad de la enseñanza en todos sus grados”.

Ese texto lo redactó Mariátegui en octubre de 1928.

Hugo Pesce, el gran médico y humanista, camarada el más insigne de Mariátegui, expuso, en los años 60, en una entrevista con Ernesto More, una historia y una tesis sobre la escuela, el colegio y la enseñanza superior en el Perú y el mundo. Señaló ahí la necesidad de establecer, desde la niñez, la unión de la teoría y la práctica, la enseñanza politécnica propugnada por Marx.

Declaró Pesce en esa ocasión: “Considero que gran parte de la Educación secundaria común debe ceder el paso a la creación de múltiples escuelas de Educación secundaria técnica, que el gran Leonardo desde antaño preconizara”.

Yo he conocido a un Maestro –Raúl Pardo, cusqueño, marxista- que fue becado más de una vez a Europa por su insigne capacidad para enseñar física con palos, alambres y otros materiales del jardín o el patio de la escuela. Ese personaje, un desconocido para los maestros de hoy, enseñó que el cultivo de la ciencia no debe divorciarse del goce de la poesía, la novela, el teatro, la Música.

¿Con qué alma puedes hacer ciencia, si no tienes alma?

En las llamadas “Tesis” sobre Feuerbach de Karl Marx hay una, la tercera, que expresa: “La doctrina del cambio de las circunstancias y la Educación olvida que las circunstancias son cambiadas por los hombres y el educador mismo debe ser educado”. (El texto original, que, en aras de la claridad, había sido modificado por Federico Engels, ha sido restablecido por Pierre Macherey y publicado en 2008 bajo el título Marx 1845).

Así, pues, se puede cambiar las circunstancias y mejorar al maestro, a la espera de tiempos mejores.

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