viernes, 9 de julio de 2010

TRIBUNA ABIERTA

Escuela de ciudadanía
Por Zenón Depaz Toledo
Publicado en La Primera

La importancia de la Universidad para el desarrollo del país tiene que ver con el cumplimiento de dos funciones: por una parte, producir conocimiento relevante para la comprensión de los procesos socioculturales que definen nuestro destino colectivo, y para incorporar valor agregado a nuestra producción de bienes y servicios; por otra parte, formar la elite dirigente del país y sus regiones, tanto en términos políticos y culturales, así como en la conducción de los procesos productivos.

Como comunidad académica, la Universidad proveyó, desde sus orígenes, un espacio privilegiado de ejercicio y experimentación de la política. Una Universidad genuina es una escuela de ciudadanía, función que discurre, de manera importante, a través de un “currículum oculto” constituido por la participación activa del universitario en la definición y fiscalización de las responsabilidades en el gobierno de las escuelas, los decanatos y el rectorado. La mediocridad y corrupción de nuestra actual “clase política” es un indicio de que la Universidad no está aportando al país en este componente clave para su viabilidad.

Reflexionando sobre la democracia directa, Aristóteles señalaba que era posible bajo ciertas condiciones, algunas de índole territorial. Para graficarlo, proponía subir a una colina y girar en redondo. En el ámbito que alcanzara la vista, sería plenamente factible. Hablando de ello con estudiantes de San Marcos, notábamos que la huaca que se halla en esa Universidad podría ser aquella colina y decíamos que el viejo Aristóteles nos interpelaría por no ejercer allí la democracia (o la autonomía, que es lo mismo tratándose de una colectividad) en su sentido pleno; por permitir que grupos de perfil mafioso (algunos con discursos radicaloides) hayan secuestrado la representación de docentes y estudiantes, pervirtiendo la autonomía, convirtiéndola en escudo para “controlar” la Universidad en su provecho, de espaldas a la comunidad universitaria y el país.

Tras la publicitada marcha senderista en San Marcos, se dijo, con razón, que fue favorecida por la ausencia de los partidos políticos que se reclaman democráticos. Se informó también que esa noche la presencia senderista fue rechazada por alumnos que, saliendo de su habitual “apoliticismo”, reclamaban la renuncia de operadores corruptos que habían traicionado su voto y participación directa en la elección de las autoridades. Se equivocan, por tanto, quienes opinan que la elección de las autoridades por voto universal y directo de la comunidad universitaria sería contraproducente. Pierden de vista que la inmensa mayoría de estudiantes quiere mayor calidad académica, entendiendo que hoy en día no hay nada más antidemocrático que una Educación mediocre. Coinciden con los operadores mafiosos, acostumbrados a manipular voluntades e instituciones, responsables de la crisis universitaria, que quieren mantener las condiciones (entre ellas la mediocridad académica) en las que medran.

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