TRIBUNA ABIERTA
Educación, una realidad inequívoca
Por Luis Ledesma
Publicado en Correo
Lo dice la educadora Ana María Robles en el libro “Educación Intercultural Bilingüe y Participación Social”, han pasado cerca de cien años desde que José Antonio Encinas denunciara el carácter jerárquico y antidemocrático de una educación predominante a inicios del siglo XX en el Perú. Esta realidad sigue un camino de posición elitista y excluyente a fuerza, incluso, de maquilladores de distintos gobierno de turno y mil ayayeros que solo esperan el fin de mes para ver satisfechos sus egoístas posiciones no importándoles en nada y para nada una verdadera educación inclusiva.
Educación inclusiva y democrática? Cómo podemos hablar de este tema en una nación que segrega hasta compendios temáticos cognitivos? en un país que enseña las características del mar y los productos marinos a alumnos que viven (¿o sobreviven?) por sobre los 3,500 y 4,000 metros sobre el nivel del mar? O donde se reparten computadoras en lugares que aún no llega la electricidad?...cómo podemos hablar de enseñanza de cultura de paz en una nación donde se matan nativos y policías ante posiciones irreconciliables?
La educación definitivamente nunca estará lejana y ajena a una realidad objetiva y hasta palpable; la educación a pesar de seguir tras ese calvario innegable de multiplicación de errores de sus gobernantes en el Perú, es fuente de cambios y enorme dignidad de sus maestros a quienes se les sigue achacando de todas las desgracias educativas a lo largo de nuestra historia. La educación es y debería ser el mejor espejo de autocrítica ante los diferentes niveles de gobernabilidad nacional, es más, debería servir de acicate para quienes se jactan de no ser ignorantes aunque tengan que actuar como verdaderos verdugos ante sus propios compatriotas y miles de maestros mal pagados por lustros y décadas en el Perú.
Resulta inverosímil que pleno siglo XXI hay intelectuales que solo se ponen en la condición de llamarse maestros por la especialidad universitaria, si ellos jamás enseñaron en el campo, jamás desarrollaron verdaderas actividades pedagógicas, jamás cobraron “los centavos” que percibe un maestro de escuela, jamás comieron del polvo de la miseria con sabor a Perú profundo, jamás fueron evaluados; y lo que es peor, jamás sobrevivieron con las migajas que les otorga determinado gobierno ¿por qué?...por que aprendieron a practicar el arte del acomodo y la actuación a lo Judas, porque se convirtieron en tecnócratas dorados y ávidos defensores del patrón de turno que les paga puntualmente.
Por Luis Ledesma
Publicado en Correo
Lo dice la educadora Ana María Robles en el libro “Educación Intercultural Bilingüe y Participación Social”, han pasado cerca de cien años desde que José Antonio Encinas denunciara el carácter jerárquico y antidemocrático de una educación predominante a inicios del siglo XX en el Perú. Esta realidad sigue un camino de posición elitista y excluyente a fuerza, incluso, de maquilladores de distintos gobierno de turno y mil ayayeros que solo esperan el fin de mes para ver satisfechos sus egoístas posiciones no importándoles en nada y para nada una verdadera educación inclusiva.
Educación inclusiva y democrática? Cómo podemos hablar de este tema en una nación que segrega hasta compendios temáticos cognitivos? en un país que enseña las características del mar y los productos marinos a alumnos que viven (¿o sobreviven?) por sobre los 3,500 y 4,000 metros sobre el nivel del mar? O donde se reparten computadoras en lugares que aún no llega la electricidad?...cómo podemos hablar de enseñanza de cultura de paz en una nación donde se matan nativos y policías ante posiciones irreconciliables?
La educación definitivamente nunca estará lejana y ajena a una realidad objetiva y hasta palpable; la educación a pesar de seguir tras ese calvario innegable de multiplicación de errores de sus gobernantes en el Perú, es fuente de cambios y enorme dignidad de sus maestros a quienes se les sigue achacando de todas las desgracias educativas a lo largo de nuestra historia. La educación es y debería ser el mejor espejo de autocrítica ante los diferentes niveles de gobernabilidad nacional, es más, debería servir de acicate para quienes se jactan de no ser ignorantes aunque tengan que actuar como verdaderos verdugos ante sus propios compatriotas y miles de maestros mal pagados por lustros y décadas en el Perú.
Resulta inverosímil que pleno siglo XXI hay intelectuales que solo se ponen en la condición de llamarse maestros por la especialidad universitaria, si ellos jamás enseñaron en el campo, jamás desarrollaron verdaderas actividades pedagógicas, jamás cobraron “los centavos” que percibe un maestro de escuela, jamás comieron del polvo de la miseria con sabor a Perú profundo, jamás fueron evaluados; y lo que es peor, jamás sobrevivieron con las migajas que les otorga determinado gobierno ¿por qué?...por que aprendieron a practicar el arte del acomodo y la actuación a lo Judas, porque se convirtieron en tecnócratas dorados y ávidos defensores del patrón de turno que les paga puntualmente.
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