TRIBUNA ABIERTA
El futuro es de los niños
Fuente: El Peruano - editorial
Fuente: El Peruano - editorial
En la reciente reunión del Vigésimo Congreso Panamericano del Niño, la Niña y el Adolescente, el presidente de la República, Alan García Pérez, abogó principalmente por una mejor educación en Sudamérica, la cual debe estar acompañada del sentido de solidaridad, así como de una necesaria actitud constructiva y creadora en favor de la niñez. Porque, sin lugar a dudas, una niñez a la que se le educa y alimenta bien asegura un panorama prometedor y representa un mejor mañana para cualquier nación.
Tanto la Convención sobre los Derechos del Niño como la Constitución Política del Perú colocan a la educación como un objetivo prioritario. De ahí que se sigue promoviendo acciones que buscan, por medio de la educación, el desarrollo humano integral. Se trata de que los futuros ciudadanos, es decir, los niños, sean participantes activos y vigilantes de los avatares de su tiempo.
En el contexto internacional, según la Unesco, América Latina y el Caribe avanzan en la política de otorgar educación en el nivel básico para todos los niños. Sin embargo, con honestidad, hay que decir que el aprovechamiento de la enseñanza es insuficiente, a causa de factores influyentes como la desnutrición, el entorno familiar y social.
Empero, los esfuerzos del Gobierno Central son grandes y vale destacarlos. No solo se destinan los recursos económicos que demanda el sector Educación, sino también se implementan diversos proyectos que tienen la finalidad de beneficiar a los niños más pobres del país. Además, en una de las adendas del Tratado de Libre Comercio (TLC) suscrito con Estados Unidos de América existe el firme compromiso del Estado peruano para erradicar el trabajo infantil y asegurarles una educación que les permita alcanzar un mejor nivel de vida.
Por esa razón, resaltan las palabras del Dignatario peruano, quien sugiere a todos los Estados de la región reorientar el gasto que se hace en la adquisición de armamento moderno, de última generación, para dirigirlo, más bien, a la inversión en educación, salud y alimentación para los niños. En otras palabras, el presidente García Pérez, con gran visión de estadista, entiende que invertir en la niñez es trabajar por un mejor futuro para el país. Por ello, dijo metafóricamente –con gran acierto– que las armas son los nuevos Herodes de nuestro tiempo, es decir, los grandes enemigos de la niñez.
Tanto la Convención sobre los Derechos del Niño como la Constitución Política del Perú colocan a la educación como un objetivo prioritario. De ahí que se sigue promoviendo acciones que buscan, por medio de la educación, el desarrollo humano integral. Se trata de que los futuros ciudadanos, es decir, los niños, sean participantes activos y vigilantes de los avatares de su tiempo.
En el contexto internacional, según la Unesco, América Latina y el Caribe avanzan en la política de otorgar educación en el nivel básico para todos los niños. Sin embargo, con honestidad, hay que decir que el aprovechamiento de la enseñanza es insuficiente, a causa de factores influyentes como la desnutrición, el entorno familiar y social.
Empero, los esfuerzos del Gobierno Central son grandes y vale destacarlos. No solo se destinan los recursos económicos que demanda el sector Educación, sino también se implementan diversos proyectos que tienen la finalidad de beneficiar a los niños más pobres del país. Además, en una de las adendas del Tratado de Libre Comercio (TLC) suscrito con Estados Unidos de América existe el firme compromiso del Estado peruano para erradicar el trabajo infantil y asegurarles una educación que les permita alcanzar un mejor nivel de vida.
Por esa razón, resaltan las palabras del Dignatario peruano, quien sugiere a todos los Estados de la región reorientar el gasto que se hace en la adquisición de armamento moderno, de última generación, para dirigirlo, más bien, a la inversión en educación, salud y alimentación para los niños. En otras palabras, el presidente García Pérez, con gran visión de estadista, entiende que invertir en la niñez es trabajar por un mejor futuro para el país. Por ello, dijo metafóricamente –con gran acierto– que las armas son los nuevos Herodes de nuestro tiempo, es decir, los grandes enemigos de la niñez.
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