TRIBUNA ABIERTA
Logros y desafíos: Espacios para reforzar los derechos del niño y del adolescente:
Por Mariella Greco
Fuente: El Peruano
Para las niñas, niños y adolescentes del Perú, sacarse un 20 de nota es el logro más grande que pueden obtener a nivel escolar. Dieciocho y diecinueve son muy buenas notas también, pero es en la solidez del 20 donde radica todo el encanto de un reto cumplido. Este año, tenemos en el Perú dos veintes que celebrar. El primero es el 20° Congreso Panamericano del Niño, la Niña y Adolescentes, organizado por la OEA, en Lima, en esta semana que hoy termina. En él, autoridades gubernamentales de alto nivel dialogamos y comentamos los avances que cada Estado miembro ha demostrado en el desarrollo de políticas públicas a favor de la niñez.
Justamente, uno de los temas centrales de la reunión fue analizar cómo y cuánto están participando las niñas, niños y adolescentes en los procesos de construcción de ciudadanía. ¿Qué espacios otorgan los Estados para que éstos puedan expresar sus inquietudes y expectativas frente a situaciones en las que ven vulnerados sus derechos? ¿Cuánto valor le dan las autoridades a sus opiniones? ¿Qué mecanismos se han desarrollado para viabilizar esta participación?
En una acertada decisión, se acordó realizar por primera vez, paralelamente al 20° Congreso Panamericano, el Primer Foro Panamericano de Niños, Niñas y Adolescentes, de forma tal que sean ellos mismos quienes, de primera mano, comenten los logros y desafíos de cada país acerca de la participación y en el ejercicio de sus derechos. Y como el ejemplo comienza por casa, por el Perú participaron ocho adolescentes elegidos en representación de miles de niñas, niños y adolescentes del país.
Y es que sólo a través de una participación auténtica, en la que nos expresemos y escuchemos mutuamente con respeto, dejaremos de ser invisibles y reconocernos como iguales, como seres humanos valiosos y únicos. Y aquí menciono la necesidad de cambiar el discurso arraigado en el que nos referimos a las niñas, niños y adolescentes como el futuro del país, cuando debemos, además, respetarles como lo que son, ciudadanos y ciudadanas del presente, con derechos humanos como usted y como yo.
Coincidentemente, el otro veinte son las dos décadas que celebra este año la Convención de los Derechos del Niño, un instrumento internacional jurídicamente vinculante que protege toda la gama de derechos humanos y que es la hoja de ruta para la vigilancia del cumplimiento de los Derechos de los Niños para los Estados suscritos a ella.
Hay que reconocer los avances que ha realizado el Estado peruano, por ejemplo, con la elaboración del Código del Niño y Adolescente y el Plan Nacional de Acción por la Infancia. Sin embargo, aún hay mucho que hacer, y temas prioritarios pendientes que deben atenderse con urgencia como la ausencia de una norma que prohíba de forma expresa el castigo corporal contra las niñas, niños y adolescentes. Tres Estados miembros de la OEA nos llevan la delantera y cuentan con legislación al respecto: Uruguay, Venezuela y Costa Rica.
Por Mariella Greco
Fuente: El Peruano
Para las niñas, niños y adolescentes del Perú, sacarse un 20 de nota es el logro más grande que pueden obtener a nivel escolar. Dieciocho y diecinueve son muy buenas notas también, pero es en la solidez del 20 donde radica todo el encanto de un reto cumplido. Este año, tenemos en el Perú dos veintes que celebrar. El primero es el 20° Congreso Panamericano del Niño, la Niña y Adolescentes, organizado por la OEA, en Lima, en esta semana que hoy termina. En él, autoridades gubernamentales de alto nivel dialogamos y comentamos los avances que cada Estado miembro ha demostrado en el desarrollo de políticas públicas a favor de la niñez.
Justamente, uno de los temas centrales de la reunión fue analizar cómo y cuánto están participando las niñas, niños y adolescentes en los procesos de construcción de ciudadanía. ¿Qué espacios otorgan los Estados para que éstos puedan expresar sus inquietudes y expectativas frente a situaciones en las que ven vulnerados sus derechos? ¿Cuánto valor le dan las autoridades a sus opiniones? ¿Qué mecanismos se han desarrollado para viabilizar esta participación?
En una acertada decisión, se acordó realizar por primera vez, paralelamente al 20° Congreso Panamericano, el Primer Foro Panamericano de Niños, Niñas y Adolescentes, de forma tal que sean ellos mismos quienes, de primera mano, comenten los logros y desafíos de cada país acerca de la participación y en el ejercicio de sus derechos. Y como el ejemplo comienza por casa, por el Perú participaron ocho adolescentes elegidos en representación de miles de niñas, niños y adolescentes del país.
Y es que sólo a través de una participación auténtica, en la que nos expresemos y escuchemos mutuamente con respeto, dejaremos de ser invisibles y reconocernos como iguales, como seres humanos valiosos y únicos. Y aquí menciono la necesidad de cambiar el discurso arraigado en el que nos referimos a las niñas, niños y adolescentes como el futuro del país, cuando debemos, además, respetarles como lo que son, ciudadanos y ciudadanas del presente, con derechos humanos como usted y como yo.
Coincidentemente, el otro veinte son las dos décadas que celebra este año la Convención de los Derechos del Niño, un instrumento internacional jurídicamente vinculante que protege toda la gama de derechos humanos y que es la hoja de ruta para la vigilancia del cumplimiento de los Derechos de los Niños para los Estados suscritos a ella.
Hay que reconocer los avances que ha realizado el Estado peruano, por ejemplo, con la elaboración del Código del Niño y Adolescente y el Plan Nacional de Acción por la Infancia. Sin embargo, aún hay mucho que hacer, y temas prioritarios pendientes que deben atenderse con urgencia como la ausencia de una norma que prohíba de forma expresa el castigo corporal contra las niñas, niños y adolescentes. Tres Estados miembros de la OEA nos llevan la delantera y cuentan con legislación al respecto: Uruguay, Venezuela y Costa Rica.
Afortunadamente, estos certámenes fueron y son espacios de valiosas oportunidades para reforzar entre los Estados la responsabilidad y el compromiso como garantes de los derechos.
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