TRIBUNA ABIERTA
Sin mejora de la educación no habrá desarrollo
Editorial – El Comercio
En una coyuntura signada por las repercusiones de la crisis económica mundial, debemos destacar la iniciativa de los empresarios, a través del IPAE (Instituto Peruano de Acción Empresarial) para poner a la educación, como corresponde, en lo más alto de las prioridades nacionales.
No podemos perder la perspectiva. Tal es el principal objetivo de la CADE de la Educación, que se desarrolló en Lima con la participación de destacados ponentes nacionales y foráneos.
Ante todo, se reconoce el interés del Gobierno y del ministerio respectivo en luchar contra el analfabetismo e impulsar la reforma educativa, en temas como la mejora de sueldos y la actualización de maestros. También en empezar a romper la dictadura ideológica y sindical del Sutep, que politizó el gremio y la educación por mucho tiempo con desastrosos resultados.
Queda, en tanto, mucho por hacer para mejorar variables básicas como aprendizaje y comprensión de lectura.
Luego, existe preocupación sobre el financiamiento de la reforma educativa en curso. Recordemos que en el Acuerdo Nacional los partidos y representantes del Gobierno y la sociedad civil acordaron incrementar el presupuesto educativo al 6%, lo que se ha incumplido reiteradamente sin que nadie se sonroje.
Otra conclusión indica que la mejora de la educación no es solo una tarea del Gobierno, sino que debe involucrar también al sector privado. Y no solo por una cuestión de filantropía, sino también de responsabilidad social y compromiso con el país.
Al respecto, hay destacables iniciativas, como Empresarios por la Educación y las alianzas público-privadas implementadas por Usaid y la Universidad Cayetano Heredia, que han tenido exitosos resultados en el incremento del nivel de lectura en los colegios estatales y deben ser promovidas. Así como el Estado debe invertir más en educación, tiene también que estimular y permitir que el sector privado haga su parte.
A propósito de ello, hay unas de cal y otras de arena. Por un lado, es positivo que el Tribunal Constitucional haya declarado la educación un servicio público esencial, lo que tiene grandes beneficios. Pero, por el otro lado, causa indignación y vergüenza que Fe y Alegría siga esperando por más de un año y medio el visto bueno de la Dirección Regional de Educación de Lima Metropolitana para abrir un instituto superior más en Pamplona, en San Juan de Miraflores, una de las zonas más pobres y con escasa oferta de formación técnica.
De lo que se trata, finalmente, como subraya la CADE de la Educación es de contribuir a la formación y realización personal de los ciudadanos y con ello al crecimiento económico, la inclusión social y el desarrollo del país. Los técnicos y profesionales bien formados en conocimientos y valores son engranajes cruciales de esta cadena de valor que tenemos que promover.
La educación, como ya lo hemos dicho reiteradamente, es el principal vehículo de movilidad social. Por lo mismo, no hay mayor discriminación que una educación mediocre, que condena a los niños y jóvenes al atraso y la pobreza.
Editorial – El Comercio
En una coyuntura signada por las repercusiones de la crisis económica mundial, debemos destacar la iniciativa de los empresarios, a través del IPAE (Instituto Peruano de Acción Empresarial) para poner a la educación, como corresponde, en lo más alto de las prioridades nacionales.
No podemos perder la perspectiva. Tal es el principal objetivo de la CADE de la Educación, que se desarrolló en Lima con la participación de destacados ponentes nacionales y foráneos.
Ante todo, se reconoce el interés del Gobierno y del ministerio respectivo en luchar contra el analfabetismo e impulsar la reforma educativa, en temas como la mejora de sueldos y la actualización de maestros. También en empezar a romper la dictadura ideológica y sindical del Sutep, que politizó el gremio y la educación por mucho tiempo con desastrosos resultados.
Queda, en tanto, mucho por hacer para mejorar variables básicas como aprendizaje y comprensión de lectura.
Luego, existe preocupación sobre el financiamiento de la reforma educativa en curso. Recordemos que en el Acuerdo Nacional los partidos y representantes del Gobierno y la sociedad civil acordaron incrementar el presupuesto educativo al 6%, lo que se ha incumplido reiteradamente sin que nadie se sonroje.
Otra conclusión indica que la mejora de la educación no es solo una tarea del Gobierno, sino que debe involucrar también al sector privado. Y no solo por una cuestión de filantropía, sino también de responsabilidad social y compromiso con el país.
Al respecto, hay destacables iniciativas, como Empresarios por la Educación y las alianzas público-privadas implementadas por Usaid y la Universidad Cayetano Heredia, que han tenido exitosos resultados en el incremento del nivel de lectura en los colegios estatales y deben ser promovidas. Así como el Estado debe invertir más en educación, tiene también que estimular y permitir que el sector privado haga su parte.
A propósito de ello, hay unas de cal y otras de arena. Por un lado, es positivo que el Tribunal Constitucional haya declarado la educación un servicio público esencial, lo que tiene grandes beneficios. Pero, por el otro lado, causa indignación y vergüenza que Fe y Alegría siga esperando por más de un año y medio el visto bueno de la Dirección Regional de Educación de Lima Metropolitana para abrir un instituto superior más en Pamplona, en San Juan de Miraflores, una de las zonas más pobres y con escasa oferta de formación técnica.
De lo que se trata, finalmente, como subraya la CADE de la Educación es de contribuir a la formación y realización personal de los ciudadanos y con ello al crecimiento económico, la inclusión social y el desarrollo del país. Los técnicos y profesionales bien formados en conocimientos y valores son engranajes cruciales de esta cadena de valor que tenemos que promover.
La educación, como ya lo hemos dicho reiteradamente, es el principal vehículo de movilidad social. Por lo mismo, no hay mayor discriminación que una educación mediocre, que condena a los niños y jóvenes al atraso y la pobreza.
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