viernes, 4 de marzo de 2011

TRIBUNA ABIERTA

Inicio del año escolar
Editorial La República

Poco más de ocho millones de estudiantes inician hoy el año escolar, con un mes de anticipación respecto de la que hasta hace poco fue fecha tradicional de comienzo de clases. La medida ha sido bien recibida, dentro de la nueva política que busca que los alumnos en proceso de escolarización incrementen de modo significativo el número de horas de clase que reciben.

Sin duda que el actual gobierno se ha beneficiado de esa suerte de sentido común ciudadano sobre nuestro sistema educativo, que por fin es consciente de que atravesamos la crisis más grave –un verdadero grado cero– en la historia de la educación nacional y que si no aplicamos los correctivos que se imponen para lograr una reforma habremos condenado a varias generaciones a las tinieblas de la ignorancia, fruto del mal aprendizaje.

Es que las mediciones de comprensión de lectura o razonamiento matemático nos sitúan en los últimos lugares del continente, solo superando a Haití. De ahí el consenso general existente sobre la necesidad de lograr una reforma que nos conduzca a una educación de calidad, consenso que va desde mejorar la formación de los profesores mediante estricto orden de méritos en la Carrera Pública Magisterial hasta la incorporación de otras formas de aprendizaje entre los estudiantes, con control de las mismas.

Al respecto puede decirse que el hoy premier y titular de Educación, Antonio Chang, que empezó su gestión con medidas tan favorables y dignas de apoyo como la evaluación de profesores y la dación de la Ley de Carrera Pública Magisterial, ha cedido un tanto el paso en una tarea que debe ser constante. Se abandonó la tesis del tercio superior, que suscitó resistencia en el gremio, aunque se han retomado las evaluaciones y cursos de capacitación, con incremento salarial para los mejores, lo que es acertado.
También nos parece digna de apoyo la norma que establece la no interrupción del calendario escolar por fiestas patronales o eventos externos que impidan cumplir la meta de 1.200 horas de dictado de clases al año. Aunque es verdad que en parte de los 94.000 establecimientos escolares, los situados en regiones golpeadas por una estación terriblemente lluviosa y en la que han habido inundaciones, la apertura del año escolar deberá esperar.

Al lado del aumento de horas dictadas, hay medidas insoslayables que tomar en pro de una real reforma: 1) Reforzar la formación pedagógica y socializadora de los profesores, con revisión de los contenidos curriculares; 2) Tomar acciones concretas para que el sistema educativo abarque la totalidad de niños y jóvenes; 3) Convertir las escuelas de zonas pobres en centros de formación integral, que abarquen alimentación y salud. Y, lo último pero no lo menor, consolidar al Consejo Nacional de Educación como ente rector de la reforma y aplicar sus propuestas pedagógicas. Hay tarea para varios gobiernos más.

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