viernes, 18 de marzo de 2011

TRIBUNA ABIERTA

Vocación de maestro
Por María Isabel Gonzales
Publicado en La República

Cuando yo sea grande seré maestro. Este era el sueño común de los dos jóvenes que aparecen en estas páginas. Hoy comparten todo lo que saben con los niños de un colegio levantado en un arenal de la periferia norte de Lima. Les gusta la enseñanza y no la cambiarían por ninguna otra profesión del mundo.

El despertador tiembla a las 5 y 30 de la mañana. Melissa Domínguez se despereza y salta de la cama. Debe salir antes de las 7 para tomar el bus que la lleva desde su casa en Canta Callao, San Martín de Porres, hasta el kilómetro 37 de la Panamericana Norte, en Ventanilla. Una vez allí debe caminar algunos pasos hasta el colegio Fe y Alegría Nº 43. Es la profesora más joven de matemáticas en esta escuela. Tiene tan solo 23 años. Lleva en brazos las tareas corregidas de sus alumnos y la clase explicada en un papelógrafo. La arena se mete en sus sandalias pero no le molesta. Este es un día más para enseñar.

La mamá y la hermana mayor de Melissa son profesoras. Cuando era pequeña le gustaba leer las notas que ellas preparaban para sus clases, e incluso los libros asignados a niños de grados superiores. Cuando terminó quinto de primaria, mamá se dedicó a dictarle las lecciones de sexto en casa. Al cabo de dos meses tenía la convicción de que su hija estaba lista para primero de secundaria. “Me matriculó en un colegio de Breña. Estaba asustada e insegura porque me comparaba con los demás que no se habían saltado un año”, confiesa.

En una ocasión faltó a un examen de matemáticas y pidió que le reprogramen la prueba. A Melissa no le gustaba su profesora. Era muy estricta y gritona. Su mamá se dio cuenta del estrés que le causaba y se sentó con ella a repasar la lección. Fue la primera vez que se percató de la magia de una buena maestra. Resultó que los números no eran difíciles y hasta le gustaron. Desde entonces se tomó en serio un deseo: cuando sea grande, quiero ser profesora.

Ganas de servir
Según su currículum, Melissa enseña computación y matemáticas desde los 18 años. Pero la verdad es que desde los tiempos de la inflexible profesora de Breña dedica sus días a explicar a otros las lecciones no entendidas. Sus padres le decían que cobrara por enseñar, pero para ella era casi un voluntariado. En el 2008 terminó la carrera en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle. Cinco años le dejaron muchas lecciones y una convicción: “Tenemos una gran responsabilidad: educar personas. Si nos conformamos con el diploma seremos simples profesores, pero si nos esforzamos por prepararlos para la vida estaremos en el camino de ser maestros ”. Su receta para presentarse ante un grupo de alumnos es llamarlos siempre por sus nombres. Los apellidos le parecen impersonales. Así se ha ganado la confianza de varios. “Me cuentan sus problemas o me buscan después de clase para explicarles algo que no entendieron. La sensación que queda no tiene precio”.

Se trata de motivación

Yoel Yactayo Cornejo es el menor de seis hermanos. Estudió secundaria en el colegio nacional Isabel Chimpu Ocllo, de San Martín de Porres. Allí descubrió dos tipos de profesores: “Estaba el que abría la enciclopedia Escuela Nueva y leía para que todos copiáramos. Y también tuve un profe de educación física con quien entrenábamos básquet. No éramos muy altos pero fuimos campeones del distrito. Él nos motivó y nos hizo perseverar”.

Una forma de honrar la dedicación de aquel profesor es el trabajo que Yoel hace a diario. Enseña electrónica en el Fe y Alegría Nº 43 y es colega de Melissa. Se ha topado con docentes de la vieja escuela: algunos represivos y otros fanáticos de los desfiles militares. Pero recalca que también hay quienes siguen capacitándose para beneficio de sus alumnos. “Tengo 28 años y me siento parte de una nueva generación. No queremos quejarnos sino transformar las cosas. Es algo que nace del corazón”. Yoel ya despidió a dos promociones del colegio. Ha conocido chicos que portaban armas y a otros que simplemente pasaban la tarde mirando el techo sin hacer las tareas. A todos les puso el hombro y les prestó el oído. Hace poco se enteró de que uno de ellos estudia electrónica en Senati. Le dio gusto. “Un sueldo bajo no puede ser justificación para maltratar a nadie. Mucho menos voy a estafar a mis alumnos simplemente por esperar la jubilación. Solo trato de ser cada día una mejor herramienta para ellos”.

Un colegio en el arenal

•Melissa Domínguez y Yoel Yactayo enseñan en el colegio Fe y Alegría Nº 43 de Zapallal, Ventanilla.

•Este centro educativo fue fundado el 18 de octubre de 1991. Desde entonces es dirigido por la congregación Hermanos de La Salle. Este año el colegio celebra su vigésimo aniversario.

•Tiene 64 profesores para 2,027 alumnos (86 inicial, 663 primaria, 582 secundaria, 696 CETPRO).

1 comentarios:

Anónimo,  24 de marzo de 2011, 13:41  

Hola, yo estudié en ese colegio, lo he visto crecer desde que tengo memoria. No conozco a los docentes que entrevistados, pero sé que en ese colegio existen más docentes con vocación, ellos me enseñaron a ser persona antes que querer ser un genio. Hoy estudio educación y el próximo añó estaré como Melisa dictando clases en una institución.

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