TRIBUNA ABIERTA
Universidades: sigue el festín
Editorial de La República
Aunque sea difícil de creer, los congresistas siguen dando luz verde a la creación de nuevas universidades, pese a la acertada frase del presidente García al respecto, cuando dijo que surgían universidades “como si fueran fábricas de zapatos”. Esta semana la Comisión Permanente ha creado la universidad de Los Olivos y hace poco se creó la de San Juan de Lurigancho, despojando a San Marcos de un terreno y de instalaciones que le pertenecían.
Tal como hemos sostenido varias veces, nuestro país muy pronto pasará a ser aquel que tendrá el dudoso honor de contar con la mayor cantidad de “universidades” en relación a su población, aunque las comillas sean de rigor. En efecto, si hasta el año pasado contábamos 92 universidades y otras 24 hacían cola para presentar sus respectivos proyectos, ahora hay que agregar las que surgen por el irresponsable padrinazgo parlamentario.
Pero nuestros datos pueden quedarse cortos, pues no hay que olvidar que el TC, en un fallo incalificable, decidió que es posible la creación de filiales de universidades en cualquier lugar del territorio nacional, pues impedirlo “atenta contra la libertad de empresa”. En su momento opinamos que el TC debió tomar en cuenta no solo el derecho de hacer empresa, sino también el derecho a recibir una enseñanza de calidad, que es el que se violenta en un país de 29 millones con más de 100 “universidades”. Basta saber que Francia, con 65 millones, suma únicamente 36. Si en el pasado se habló de “sueño de la casa propia”, ahora tenemos el “sueño de la universidad propia”, nacido y alimentado del favor político.
¿Cómo hemos llegado a esta situación? La respuesta es aterradoramente simple. En 1996, el fujimorismo dio el DL 882, supuestamente para promover “la inversión privada en educación”, algo que en muy pocos casos se logró, pero que fue punto de partida para la educación como negocio. Por añadidura, el Conafu, la institución que debiera fiscalizar la creación de nuevos centros de enseñanza superior, carece de poder para oponerse, pues el DL 882 limita su tarea a calificar si el proyecto es o no viable. Y las veces que ha dicho que no, el asunto acaba en el PJ,
Esta misma permisividad explica que la “universidad” Alas Peruanas –el más descarado ejemplo de negocio con la educación superior– haya podido anunciar, con toda impunidad, la creación de una facultad de Medicina, lo que ha suscitado una enérgica protesta del Colegio Médico, que cuestiona con razones la formación que allí se impartirá.
Tal como están las cosas, pronto tendremos “universidad” en cada distrito, y a ello contribuyen los congresistas –que cambian estas farsas por votos– y la absoluta falta de control sobre la calidad de la enseñanza impartida. Ya se ha hablado de la posibilidad de privar a estas “universidades” de dar títulos a nombre de la nación, pero es la complicidad del sistema político el que lo impide. De allí que se sigan creando, con total impunidad.
Editorial de La República
Aunque sea difícil de creer, los congresistas siguen dando luz verde a la creación de nuevas universidades, pese a la acertada frase del presidente García al respecto, cuando dijo que surgían universidades “como si fueran fábricas de zapatos”. Esta semana la Comisión Permanente ha creado la universidad de Los Olivos y hace poco se creó la de San Juan de Lurigancho, despojando a San Marcos de un terreno y de instalaciones que le pertenecían.
Tal como hemos sostenido varias veces, nuestro país muy pronto pasará a ser aquel que tendrá el dudoso honor de contar con la mayor cantidad de “universidades” en relación a su población, aunque las comillas sean de rigor. En efecto, si hasta el año pasado contábamos 92 universidades y otras 24 hacían cola para presentar sus respectivos proyectos, ahora hay que agregar las que surgen por el irresponsable padrinazgo parlamentario.
Pero nuestros datos pueden quedarse cortos, pues no hay que olvidar que el TC, en un fallo incalificable, decidió que es posible la creación de filiales de universidades en cualquier lugar del territorio nacional, pues impedirlo “atenta contra la libertad de empresa”. En su momento opinamos que el TC debió tomar en cuenta no solo el derecho de hacer empresa, sino también el derecho a recibir una enseñanza de calidad, que es el que se violenta en un país de 29 millones con más de 100 “universidades”. Basta saber que Francia, con 65 millones, suma únicamente 36. Si en el pasado se habló de “sueño de la casa propia”, ahora tenemos el “sueño de la universidad propia”, nacido y alimentado del favor político.
¿Cómo hemos llegado a esta situación? La respuesta es aterradoramente simple. En 1996, el fujimorismo dio el DL 882, supuestamente para promover “la inversión privada en educación”, algo que en muy pocos casos se logró, pero que fue punto de partida para la educación como negocio. Por añadidura, el Conafu, la institución que debiera fiscalizar la creación de nuevos centros de enseñanza superior, carece de poder para oponerse, pues el DL 882 limita su tarea a calificar si el proyecto es o no viable. Y las veces que ha dicho que no, el asunto acaba en el PJ,
Esta misma permisividad explica que la “universidad” Alas Peruanas –el más descarado ejemplo de negocio con la educación superior– haya podido anunciar, con toda impunidad, la creación de una facultad de Medicina, lo que ha suscitado una enérgica protesta del Colegio Médico, que cuestiona con razones la formación que allí se impartirá.
Tal como están las cosas, pronto tendremos “universidad” en cada distrito, y a ello contribuyen los congresistas –que cambian estas farsas por votos– y la absoluta falta de control sobre la calidad de la enseñanza impartida. Ya se ha hablado de la posibilidad de privar a estas “universidades” de dar títulos a nombre de la nación, pero es la complicidad del sistema político el que lo impide. De allí que se sigan creando, con total impunidad.
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