viernes, 4 de febrero de 2011

TRIBUNA ABIERTA

Censo Universitario y problemas de información
Publicado en IPE

Catorce años después de elaborarse el previo, el gobierno publicó el II Censo Nacional Universitario. Lo aprovecharemos para hacer algunos comentarios sobre la educación superior en nuestro país.

Empezaremos por un comentario teórico. De acuerdo con la teoría económica, la intervención del Estado, si es bien dirigida, es favorable para que se concreten los beneficios que ofrece la educación superior. De un lado, porque la educación presenta lo que se denominan externalidades positivas. Esto es, los beneficios de la educación no alcanzan sólo a quien se educa sino que se extienden a la comunidad, por lo cual a la comunidad le interesa promover la educación más allá de lo que le interesa a quien la recibe. De otro, porque la educación es un bien semi-público. Dentro de límites, el educar a una persona no impide que se eduque a otra, al contrario de una manzana, por ejemplo, que si alguien la disfruta la agota y ya no puede ser disfrutada por otros. Por último, la educación superior sobre todo presenta problemas de información ya que por ser un servicio altamente especializado resulta difícil para quien la pretende adquirir el evaluar adecuadamente la calidad del servicio que se le ofrece.

Sin embargo, como lo hemos sostenido antes, que exista una falla de mercado no necesariamente implica que la provisión del bien deba ser pública. Debido a la debilidad de las instituciones públicas y la inconveniencia de sus esquemas de incentivos, entre otras razones, la intervención directa del Estado puede no ser la mejor. De nuevo en jerga económica, pueden producirse fallas de Estado también.
La discusión previa enmarca adecuadamente el debate, pendiente en gran medida, sobre la conveniencia de las universidades privadas con fines de lucro. Ciertamente han introducido más competencia en el imperfecto mercado de educación superior. Pero a al vez han tenido otros efectos negativos, incluyendo el dirigir gran cantidad de recursos de tiempo y dinero de jóvenes y de sus familias hacia educación que no vale lo que se paga por ella.. En gran medida, la oferta de estas universidades privadas con fines de lucro nos parece engañosa. En muchos casos la capacidad o dedicación de los profesores deja mucho que desear. No basta repetir lo que está escrito en algún libro de texto para ser profesor. Rara vez tienen bibliotecas medianamente decentes y la gran mayoría de sus profesores, sino todos, no realizan ni publican investigación verdadera. Pero esta pobre calidad es además difícil de evaluar adecuadamente por los potenciales usuarios o por sus padres, que se pueden ver engañados por la formalidad de “un título”. En suma, un fiasco, alentado o al menos permitido por la cultura formalista de llamarle pan al vino y vino al pan.
El Censo Universitario refleja otra distorsión que hay en nuestro país, especialmente considerando que la calidad de la educación es una de las peores y más dispares del mundo: la poca importancia que se asigna a las carreras técnicas. En el contexto peruano, un alto porcentaje de alumnos, debería estudiar una carrera técnica. Empezarían a trabajar y a generar ingresos antes y reducirían el costo de destinar tiempo y dinero a estudiar en la universidad. Se evitaría la frustración de graduarse en una “universidad” para luego no tener oportunidades de trabajo. Quien sigue una carrera técnica se puede seguir capacitando, ya plenamente insertado en el mundo laboral.
Se ha sugerido la acreditación de universidades como una manera de elevar el nivel de la oferta educativa, lo cual parece tener mucho sentido El problema, sin embargo, es quién acredita y cómo se acredita a las universidades. El Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (SINEACE) ha sido creado para liderar el proceso. Nos parece probable que sea más una parte del problema que de la solución: los políticos que reglamentaron el sistema educativo vigente mantienen relaciones clientelistas con sus líderes y los de algunas de las peores universidades, con mucha influencia política, diseñaron el SINEACE y lo habrían poblado con sus aliados. Parece que solo se ha creado una “institución” para validar lo que la precaria institucionalidad vigente quiere.
Es indispensable utilizar un sistema de acreditación independiente del poder político y económico que tiene interés en mantener la situación existente, o cambiar algo para que no cambie nada. Mientras tanto, difundir la información de trabajos sobre rendimiento de la educación, empleabilidad o ránkings reconocidos sobre las universidades peruanas ayudaría. La falta de información queda clara cuando, por ejemplo, se examina la información sobre población universitaria: en general, las universidades privadas más pobladas son las de peor calidad académica.

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