TRIBUNA ABIERTA
Razones para elegir la docencia
Por Arlindo Luciano Guillermo
Publicado en Correo
Ninguno de los 31 jóvenes consultados de 5to año de secundaria, elegiría la docencia. En todos los colegios privados la respuesta sería similar, quizá no en los colegios públicos. ¿Cuántos jóvenes egresados de los colegios el 2010, optarán por la docencia? ¿A cuántos de ellos les dijeron que la docencia también es una carrera profesional rentable, de prestigio, de gran importancia para el desarrollo de una nación? ¿Saben los jóvenes que el maestro (de actitud, sabiduría y conocimiento) es el profesional que mayor influencia ejerce (incluso más que los padres de familia) en los estudiantes? Muchos docentes en ejercicio jamás pensaron aterrizar en las aulas. Obviamente, hay docentes de vocación. Quisieron ser abogados, médicos, ingenieros, pero terminaron en un instituto pedagógico o facultad de educación. Sin embargo, son docentes idóneos, trabajan con esmero y ganan según su calidad profesional y esfuerzo académico.
Hay mucha desinformación sobre la docencia, incluso un sutil desprecio. El ingreso económico es sólo un indicador para elegir una profesión. ¿Ser docente es ser menos que un médico o ingeniero? Con estas premisas, es necesario plantear la siguiente interrogante: ¿por qué un joven estudiante egresado del colegio debe estudiar educación y convertirse en un docente del siglo XXI?
Según la Carrera Pública Magisterial (ley 29062), un docente con 40 horas pedagógicas gana S/. 4,066.40 (V nivel) y S/. 2,073.20 (I nivel); de 30 horas, S/.3,049.80 (V nivel) y 1,554.90 (I nivel); de 25 horas, 2,541.50 (V nivel) y 1,295.75 (I nivel); de 24 horas, 2,439.84 (V nivel) y 1,243.92 (I nivel). En el Perú, un docente tiene un ingreso que oscila entre los 1,243.92 y 4,066.40 nuevos soles, dependiendo de su desempeño docente, estudios de posgrado, producción intelectual y científica. Al maestro peruano no le queda otra salida, si quiere ganar bien, que leer, estudiar, superarse; es decir, encauzar la profesión docente por la meritocracia.
La paciencia es no virtud exclusiva del docente. Sin paciencia no hay buen desempeño profesional ni óptimo servicio. Un pediatra tiene asombrosa paciencia para auscultar y diagnosticar a un niño de 7 ó 18 meses. El obstetra espera con paciencia la hora del parto. El docente, con la ayuda de la pedagogía y la psicología, sabe entender mejor que nadie las emociones de los estudiantes para esperar aprendizajes útiles, significativos, que les permitan resolver problemas científicos y cotidianos.
¿Quién debe promocionar la docencia? Es el mismo docente con su actitud moral, calidad profesional, con su solvencia académica y su liderazgo lector y de opinión y alta autoestima. El referente inmediato para los jóvenes estudiantes es el desempeño del docente y el comportamiento social. No es verdad que el docente vive en la miseria y asfixiado por la necesidad económica. Está dentro de los estándares promedio de calidad de vida y satisfacción de necesidades. Las facultades de educación e institutos pedagógicos pueden quedan sin estudiantes, de prosperar el descenso estrepitoso de interesados e ingresantes. Sólo queda promocionar con veracidad las ventajas profesionales de la docencia. Como en Finlandia, deben estudiar educación los mejores estudiantes de la secundaria.
Por Arlindo Luciano Guillermo
Publicado en Correo
Ninguno de los 31 jóvenes consultados de 5to año de secundaria, elegiría la docencia. En todos los colegios privados la respuesta sería similar, quizá no en los colegios públicos. ¿Cuántos jóvenes egresados de los colegios el 2010, optarán por la docencia? ¿A cuántos de ellos les dijeron que la docencia también es una carrera profesional rentable, de prestigio, de gran importancia para el desarrollo de una nación? ¿Saben los jóvenes que el maestro (de actitud, sabiduría y conocimiento) es el profesional que mayor influencia ejerce (incluso más que los padres de familia) en los estudiantes? Muchos docentes en ejercicio jamás pensaron aterrizar en las aulas. Obviamente, hay docentes de vocación. Quisieron ser abogados, médicos, ingenieros, pero terminaron en un instituto pedagógico o facultad de educación. Sin embargo, son docentes idóneos, trabajan con esmero y ganan según su calidad profesional y esfuerzo académico.
Hay mucha desinformación sobre la docencia, incluso un sutil desprecio. El ingreso económico es sólo un indicador para elegir una profesión. ¿Ser docente es ser menos que un médico o ingeniero? Con estas premisas, es necesario plantear la siguiente interrogante: ¿por qué un joven estudiante egresado del colegio debe estudiar educación y convertirse en un docente del siglo XXI?
Según la Carrera Pública Magisterial (ley 29062), un docente con 40 horas pedagógicas gana S/. 4,066.40 (V nivel) y S/. 2,073.20 (I nivel); de 30 horas, S/.3,049.80 (V nivel) y 1,554.90 (I nivel); de 25 horas, 2,541.50 (V nivel) y 1,295.75 (I nivel); de 24 horas, 2,439.84 (V nivel) y 1,243.92 (I nivel). En el Perú, un docente tiene un ingreso que oscila entre los 1,243.92 y 4,066.40 nuevos soles, dependiendo de su desempeño docente, estudios de posgrado, producción intelectual y científica. Al maestro peruano no le queda otra salida, si quiere ganar bien, que leer, estudiar, superarse; es decir, encauzar la profesión docente por la meritocracia.
La paciencia es no virtud exclusiva del docente. Sin paciencia no hay buen desempeño profesional ni óptimo servicio. Un pediatra tiene asombrosa paciencia para auscultar y diagnosticar a un niño de 7 ó 18 meses. El obstetra espera con paciencia la hora del parto. El docente, con la ayuda de la pedagogía y la psicología, sabe entender mejor que nadie las emociones de los estudiantes para esperar aprendizajes útiles, significativos, que les permitan resolver problemas científicos y cotidianos.
¿Quién debe promocionar la docencia? Es el mismo docente con su actitud moral, calidad profesional, con su solvencia académica y su liderazgo lector y de opinión y alta autoestima. El referente inmediato para los jóvenes estudiantes es el desempeño del docente y el comportamiento social. No es verdad que el docente vive en la miseria y asfixiado por la necesidad económica. Está dentro de los estándares promedio de calidad de vida y satisfacción de necesidades. Las facultades de educación e institutos pedagógicos pueden quedan sin estudiantes, de prosperar el descenso estrepitoso de interesados e ingresantes. Sólo queda promocionar con veracidad las ventajas profesionales de la docencia. Como en Finlandia, deben estudiar educación los mejores estudiantes de la secundaria.
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