TRIBUNA ABIERTA
Educación, esencia de la justicia social
Editorial de Expreso
Al anunciar la remodelación de 116 colegios en las capitales provinciales de todo el país, el jefe de Estado, Alan García, destacó el trabajo que viene haciendo el gobierno en materia de educación y señaló una verdad que está en la base de todo emprendimiento hacia el progreso y la modernidad de los pueblos: la educación es la esencia de la justicia social y la base del desarrollo y la riqueza. La educación constituye un arma fundamental para acabar con la desigualdad, señaló el Presidente, por lo que no ha dudado en impulsar una reforma profunda de la educación a través de la nueva Carrera Pública Magisterial.
En efecto, sin reforma y sin avances significativos en educación, no hay desarrollo. No sólo la propia experiencia del atraso, especialmente en los pueblos del interior del Perú, sino el ejemplo de países que empezaron casi desde cero y ahora son modelo de progreso, particularmente en el área de la tecnología (que es consecuencia de la promoción educativa a todo nivel), son evidencia incontrastable de que la educación juega un rol preponderante en la marcha hacia el desarrollo.
El Perú ha dado pasos gigantescos en este terreno. En nueva infraestructura y en remodelación de la existente; en entrega de laptops y material bibliográfico; en la habilitación de los colegios mayores y renovación de 21 colegios en Lima y de otros 26 en todas las capitales departamentales. De esta forma, alcanzaremos la cifra de 150 colegios emblemáticos y tendremos colegios mayores secundarios en el norte y en el sur del país para promover la excelencia y ponerla al alcance de los más capaces y dotados, independientemente de su condición socioeconómica. Todo ello en el marco de la Carrera Pública Magisterial que ha elevado el nivel remunerativo y la capacidad y preparación docente de los maestros peruanos, gracias a la evaluación y a la meritocracia.
La inclusión social es pieza clave del desarrollo y de la modernidad y en ese esfuerzo nacional, a la educación y a la salud le corresponden roles protagónicos. Educar es incluir, porque en la medida que la población aumenta sus conocimientos básicos, se informa y se instruye, sabe reclamar sus derechos y se empodera. Una población educada ve ampliadas y mejoradas sus oportunidades de trabajo y de progreso personal porque la herramienta educativa se lo permite.
Por ello es justo afirmar que la educación es en esencia justicia social ya que resuelve una carencia y lo hace en el seno de la comunidad que la sufre.
Sigamos avanzando en este aspecto sin mirar hacia atrás. Si lo hacemos veremos toda esa secuela de oportunidades perdidas por causa de la ausencia de una política de Estado en el sector educación y por la acción de un gremio, el Sutep, que politizó y sectarizó a los docentes peruanos con una plataforma anacrónica y retardataria cuyos efectos tratamos ahora con esfuerzo y resultados a la vista de superar.
Editorial de Expreso
Al anunciar la remodelación de 116 colegios en las capitales provinciales de todo el país, el jefe de Estado, Alan García, destacó el trabajo que viene haciendo el gobierno en materia de educación y señaló una verdad que está en la base de todo emprendimiento hacia el progreso y la modernidad de los pueblos: la educación es la esencia de la justicia social y la base del desarrollo y la riqueza. La educación constituye un arma fundamental para acabar con la desigualdad, señaló el Presidente, por lo que no ha dudado en impulsar una reforma profunda de la educación a través de la nueva Carrera Pública Magisterial.
En efecto, sin reforma y sin avances significativos en educación, no hay desarrollo. No sólo la propia experiencia del atraso, especialmente en los pueblos del interior del Perú, sino el ejemplo de países que empezaron casi desde cero y ahora son modelo de progreso, particularmente en el área de la tecnología (que es consecuencia de la promoción educativa a todo nivel), son evidencia incontrastable de que la educación juega un rol preponderante en la marcha hacia el desarrollo.
El Perú ha dado pasos gigantescos en este terreno. En nueva infraestructura y en remodelación de la existente; en entrega de laptops y material bibliográfico; en la habilitación de los colegios mayores y renovación de 21 colegios en Lima y de otros 26 en todas las capitales departamentales. De esta forma, alcanzaremos la cifra de 150 colegios emblemáticos y tendremos colegios mayores secundarios en el norte y en el sur del país para promover la excelencia y ponerla al alcance de los más capaces y dotados, independientemente de su condición socioeconómica. Todo ello en el marco de la Carrera Pública Magisterial que ha elevado el nivel remunerativo y la capacidad y preparación docente de los maestros peruanos, gracias a la evaluación y a la meritocracia.
La inclusión social es pieza clave del desarrollo y de la modernidad y en ese esfuerzo nacional, a la educación y a la salud le corresponden roles protagónicos. Educar es incluir, porque en la medida que la población aumenta sus conocimientos básicos, se informa y se instruye, sabe reclamar sus derechos y se empodera. Una población educada ve ampliadas y mejoradas sus oportunidades de trabajo y de progreso personal porque la herramienta educativa se lo permite.
Por ello es justo afirmar que la educación es en esencia justicia social ya que resuelve una carencia y lo hace en el seno de la comunidad que la sufre.
Sigamos avanzando en este aspecto sin mirar hacia atrás. Si lo hacemos veremos toda esa secuela de oportunidades perdidas por causa de la ausencia de una política de Estado en el sector educación y por la acción de un gremio, el Sutep, que politizó y sectarizó a los docentes peruanos con una plataforma anacrónica y retardataria cuyos efectos tratamos ahora con esfuerzo y resultados a la vista de superar.
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