viernes, 24 de septiembre de 2010

TRIBUNA ABIERTA

Hilaria Supa y Martha Hildebrandt: dos mujeres dos culturas
Por Rodrigo Montoya
Publicado en La Primera

La señora Martha Hildebrandt, congresista, renunció hace un par de semanas a la Comisión de Educación porque la señora Hilaria Supa, nueva presidenta de esa Comisión, “es una persona de tan bajo nivel cultural”. Dijo que “no se opondría” si la señora Supa “fuera una indígena graduada en Oxford”. En 2006, pidió que las congresistas indígenas juren sus cargos en castellano; más tarde, indignada de oírles hablar en quechua, les exigió que aprendan castellano.

La señora Hilaria Supa es una mujer andina, quechua, cusqueña, que comenzó como doméstica e hizo un largo camino de defensa de las mujeres como ella, experiencia que le sirvió para llegar al Congreso. Habla muy bien el quechua y tiene dificultades con el castellano porque fue muy tarde a una escuela de primaria.

Ambas señoras mujeres son congresistas y se supone que son “padres” o “madres de la patria”. La pregunta inevitable es ¿de qué patria estamos hablando? La república peruana formada en 1821, fue de los criollos herederos de españoles, que crearon un Estado a su medida, una nación con una lengua, (el castellano), una cultura, (occidental criolla), un Dios, además “verdadero” (Cristo). Los llamados indios de la época, que eran tres cuartas partes de la población, no tenían lugar alguno en esa nueva patria. Eran inquilinos en su propia tierra. Después de la derrota de Túpac Amaru la palabra Perú dejó de significar “País de los Incas”, cuya memoria debería ser borrada del mapa por orden del Rey de España.

Hoy, la señora Hilaria Supa representa lo que debiera ser el futuro del país, un Estado plurinacional y un Congreso de todas las culturas y de todas las lenguas, donde el respeto y el diálogo sustituyan a la exclusión y discriminación. En la otra orilla, la señora Martha Hildebrandt reproduce la visión arcaica del Estado colonial. Su tiempo sigue siendo aquel de 1821. Pedir que las congresistas indígenas aprendan castellano quiere decir: este Congreso sigue siendo un coto de caza de los descendientes de Pizarro y está abierto sólo a los indígenas egresados de Oxford. Si la señora Supa tiene bajo nivel en cultura neoliberal criolla, en materia de su propia cultura su nivel es muy alto porque conoce como pocos el universo de la espiritualidad andina, el modo de sentir, pensar y dar sentido a los fragmentos de la realidad en que vivimos. Con su supuesto altísimo “nivel cultural” la señora Hildebrandt no ha aprendido nada de las otras culturas del país. Tiene un nivel cero en cultura quechua y también en materia de una elemental sensibilidad que le permitiría darse cuenta de lo racista que es. Desde su pedantería, su soberbia Fujimorista y la soledad en que vive, está bloqueada para aceptar las consecuencias políticas del pruralismo cultural del país y para aceptar que el propio neoliberalismo propone un elemental respeto y diálogo entre culturas. Como lingüista debiera tener particular tolerancia con quienes tratan de aprender el castellano. Pero, ni eso: su complicidad con el poder colonial es mucho más fuerte de lo que ella misma podría imaginar.

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