TRIBUNA ABIERTA
Ministerio de Ciencia y Tecnología
Por Rocío Silva Santisteban
Publicado en La República
¿Qué le falta al Perú para salir adelante en términos de producción de bienes y servicios? Capacidad de crear productos agregados a las materias primas que exportamos y capacidad tecnológica para producir servicios altamente rentables. Por supuesto, para llevar adelante este reto, se precisan políticas públicas que nos saquen de esta hondonada cómoda y blandita de exportadores de metales, piedras, fosfatos e hidrocarburos en la que nos hemos convertido para convertirnos en un país exportador de conocimiento. ¿Por qué entonces el Ministerio de Cultura no dio pase también a un área de ciencia y tecnología? Es debatible y hay propuestas diversas al respecto. No obstante, la abstención quizás permita hoy, como ha sostenido el economista Alan Fairlie esta semana en su columna, crear un Ministerio de Ciencia y Tecnología. Esta sería, como creemos varios, la manera como el Perú puede llegar con dignidad al 2021, esto es, al Bicentenario de la República.
Los que siempre me critican dirán que un ministerio es solo un aumento de burocracia en el Estado. No es cierto. Un Ministerio de Ciencia y Tecnología permitiría dos asuntos sumamente importantes: un liderazgo para apoyar un audaz proceso de renovación tecnológica y presupuesto del erario público para financiar la investigación científica y tecnológica. Un ministerio de este tipo podría, por ejemplo, llevar adelante una campaña de renovación de viviendas en zonas de friaje en Puno para lograr evitar la muerte de decenas de seres humanos y miles de animales año tras año. Este ministerio, también, podría tener un área de gastronomía en tanto que la cocina es, precisamente, una de las primeras tecnologías humanas para procesar alimentos y convertirlos en ingestión calórica. Precisamente, un país que se enorgullece de su cocina debería avergonzarse de sus hambrientos, no porque lo sean sino por tenerlos. Por eso mismo invertir en pensar cómo tecnológicamente paliar el hambre en las zonas más deprimidas contaría con apoyo no solo de cocineros, investigadores y nutricionistas, sino también con financiación de la empresa privada, de las financieras internacionales y de la academia peruana. ¡Solo requerimos decisión política, liderazgo y creatividad!
La tecnología, contrariamente a lo que se cree, no está vinculada solo con los números o las máquinas o los “adelantos científicos”. Nosotros, usted lector o lectora y yo escribidora, estamos aquí relacionándonos frente a frente gracias al proceso tecnológico por antonomasia: la escritura. En nuestro país, las culturas preíncas así como los incas desarrollaron tecnologías adecuadas a sus ecosistemas de tal audacia, perfección y simpleza como la andenería, los canales de regadío o los sistemas de comunicación y conteo en quipus. Algo que hemos hecho, en desmedro de nuestro conocimiento ancestral de los sistemas ecológicos, ha sido postergarlos por ideas de desarrollo vinculadas a procesos eurocentrados con otros sistemas de biodiversidad completamente diferentes y, por supuesto, menos diversos.
Un Ministerio de Ciencia y Tecnología debería tener como presupuesto la idea de la interculturalidad y la heterogeneidad de los peruanos. La ciencia y la tecnología, de espaldas a nuestra diversidad biológica y humana, no es sinónimo de aprovechamiento sino de opresión. Lo hemos vivido explícitamente durante el siglo XX; debemos de conjurarlo y desecharlo para el XXI.
Por Rocío Silva Santisteban
Publicado en La República
¿Qué le falta al Perú para salir adelante en términos de producción de bienes y servicios? Capacidad de crear productos agregados a las materias primas que exportamos y capacidad tecnológica para producir servicios altamente rentables. Por supuesto, para llevar adelante este reto, se precisan políticas públicas que nos saquen de esta hondonada cómoda y blandita de exportadores de metales, piedras, fosfatos e hidrocarburos en la que nos hemos convertido para convertirnos en un país exportador de conocimiento. ¿Por qué entonces el Ministerio de Cultura no dio pase también a un área de ciencia y tecnología? Es debatible y hay propuestas diversas al respecto. No obstante, la abstención quizás permita hoy, como ha sostenido el economista Alan Fairlie esta semana en su columna, crear un Ministerio de Ciencia y Tecnología. Esta sería, como creemos varios, la manera como el Perú puede llegar con dignidad al 2021, esto es, al Bicentenario de la República.
Los que siempre me critican dirán que un ministerio es solo un aumento de burocracia en el Estado. No es cierto. Un Ministerio de Ciencia y Tecnología permitiría dos asuntos sumamente importantes: un liderazgo para apoyar un audaz proceso de renovación tecnológica y presupuesto del erario público para financiar la investigación científica y tecnológica. Un ministerio de este tipo podría, por ejemplo, llevar adelante una campaña de renovación de viviendas en zonas de friaje en Puno para lograr evitar la muerte de decenas de seres humanos y miles de animales año tras año. Este ministerio, también, podría tener un área de gastronomía en tanto que la cocina es, precisamente, una de las primeras tecnologías humanas para procesar alimentos y convertirlos en ingestión calórica. Precisamente, un país que se enorgullece de su cocina debería avergonzarse de sus hambrientos, no porque lo sean sino por tenerlos. Por eso mismo invertir en pensar cómo tecnológicamente paliar el hambre en las zonas más deprimidas contaría con apoyo no solo de cocineros, investigadores y nutricionistas, sino también con financiación de la empresa privada, de las financieras internacionales y de la academia peruana. ¡Solo requerimos decisión política, liderazgo y creatividad!
La tecnología, contrariamente a lo que se cree, no está vinculada solo con los números o las máquinas o los “adelantos científicos”. Nosotros, usted lector o lectora y yo escribidora, estamos aquí relacionándonos frente a frente gracias al proceso tecnológico por antonomasia: la escritura. En nuestro país, las culturas preíncas así como los incas desarrollaron tecnologías adecuadas a sus ecosistemas de tal audacia, perfección y simpleza como la andenería, los canales de regadío o los sistemas de comunicación y conteo en quipus. Algo que hemos hecho, en desmedro de nuestro conocimiento ancestral de los sistemas ecológicos, ha sido postergarlos por ideas de desarrollo vinculadas a procesos eurocentrados con otros sistemas de biodiversidad completamente diferentes y, por supuesto, menos diversos.
Un Ministerio de Ciencia y Tecnología debería tener como presupuesto la idea de la interculturalidad y la heterogeneidad de los peruanos. La ciencia y la tecnología, de espaldas a nuestra diversidad biológica y humana, no es sinónimo de aprovechamiento sino de opresión. Lo hemos vivido explícitamente durante el siglo XX; debemos de conjurarlo y desecharlo para el XXI.
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