viernes, 11 de junio de 2010

TRIBUNA ABIERTA

El evangelio según Negroponte
Por Ghiovani Hinojosa
Publicado La República

Hoy interactuamos con la pantalla de una computadora buena parte del día. El internet ha transformado drásticamente nuestra manera de relacionarnos, informarnos y entretenernos, al punto de que parezca cada vez menos posible vivir sin él. Nicholas Negroponte, acaso el gurú tecnológico más endiosado y polémico de las últimas décadas, ha emitido algunos vaticinios que adoptan hoy forma de realidades. A 15 años de haber publicado su famoso libro “El mundo digital”, presentamos aquí cuatro de sus profecías más sugerentes.

Del átomo al bit

Tradicionalmente, hemos accedido a la información a través de variados soportes físicos (el papel, en el caso de los libros, los diarios y las revistas; los cassettes de audio, en el caso de la música; y los DVDs, en el caso de las películas). Cada uno de ellos está compuesto por millones de átomos (unidades indivisibles de materia), y antes de llegar a nuestras manos ha pasado por un proceso comercial de fabricación, transporte y venta, en el que han participando diversas empresas. Así, por ejemplo, detrás de un disco de Shakira comprado en cualquier tienda existen altos costos de producción que justifican el precio que pagamos por él.

Pero este modelo de negocio está por desaparecer: internet ofrece hoy la posibilidad de acceder a los mismos contenidos sin tener que desembolsar –en muchos casos– un solo centavo. Las pegajosas melodías de la cantante colombiana están digitalizadas en la red, es decir están codificadas con un lenguaje que tiene como elemento constitutivo el bit. La canción “Loba”, que se puede ‘bajar’ gratuitamente en formato mp3 con aplicaciones como Ares, no está hecha de átomos, sino de millones de dígitos 0 y 1 que, repetidos en múltiples combinaciones, representan el ADN de la información virtual. Por su facilidad y velocidad de transmisión, estas partículas abstractas son la base del nuevo comercio mundial. “Hoy día, cuando las industrias se preguntan por su futuro en el mundo digital, deben tener en cuenta que ese futuro lo decidirán, casi al 100%, las posibilidades que tengan sus productos o servicios de presentarse en forma digital”, augura Nicholas Negroponte en la página 31 de su libro. Allí están todos los bancos del país ofreciéndonos desde sus páginas web la posibilidad de realizar transferencias y pagar nuestros servicios básicos (luz, agua y teléfono), y restaurantes con portales que nos permiten asegurarnos un platillo caliente para la hora del almuerzo.

Información a la medida

Si antes un programa de televisión te causaba somnolencia, debías aprender a quererlo. Y es que disponías solo de los pocos canales de señal abierta para elegir. La premisa era ‘los mismos servicios para todos’. La primera tecnología que nos dio la posibilidad de elegir verdaderamente nuestros contenidos fue la TV por cable, que introdujo una atractiva malla de canales deportivos, musicales, históricos, entre otros. El ciberespacio llevó esto luego a límites desconocidos: en la red empezamos a encontrar exactamente lo que se nos apetece, ya sea en forma de audios, videos o textos. De algún modo, nos hemos empoderado de los medios de comunicación. Basta ver a los adolescentes de hoy maniobrando sus pequeños adminículos musicales (iPods y otros más), ordenándoles cuándo y dónde se les antoja oír una canción. Pero esto no es todo. La predicción de Negroponte sobre la personalización de la tecnología va más allá: “Cuando llegue a casa, mi reproductor de video del futuro me dirá: ‘Nicholas, he visto cinco mil horas de TV mientras tú no estabas y he grabado seis fragmentos para ti, un total de 40 minutos.

Tu compañera de clase de la universidad salía en el programa Today, había un documental sobre las islas Dodecanesas, etc.’”, vaticina en la página 264. Esta proyección no es tan descabellada si se considera que en internet ya existen herramientas como Google Reader, que, en base a un sencillo sistema de suscripciones, nos lleva solo a los artículos o blogs que nos puedan interesar. Hoy la audiencia de un producto puede ser una sola persona.

Chau, sincronía

La escena de una familia entera encandilada en torno a un programa de televisión un domingo por la tarde es hoy una estampa del recuerdo. El público de nuestro tiempo está fragmentado, repartido en pequeñas burbujas personales desde las cuales cada uno accede a los contenidos mediáticos en tiempos diferentes. “A excepción de los deportes y las elecciones, el resto de emisiones televisivas y de radio del futuro se recibirán de manera asíncrona (sin simultaneidad)”, pronostica Negroponte en la página 249. Por estos días, podemos ver en la página web YouTube, por ejemplo, los capítulos de las telenovelas que nos perdimos durante la transmisión regular. “Nuestros nietos entenderán que fuéramos al teatro a una hora fija puesto que se trata de representaciones en las que intervienen actores humanos, pero no comprenderán la experiencia sincrónica de la recepción de señales de televisión en la intimidad de nuestras casas”, recalca el visionario. Así, los que hoy llegan al mundo, los nativos digitales, imponen su propio ritmo de acceso a la información, y forman parte de una red de navegantes individualizados. Incluso, Nicholas Negroponte asegura que el teléfono será a veces una molestia (“nos interrumpe todo el tiempo y nos obliga a ser puntuales con situaciones y temas que en realidad no merecen esa inmediatez”). La solución que propone es revolucionaria: inventar contestadores automáticos que respondan todas las llamadas y que nos las pasen solo cuando se trate de algo urgente; si es un mensaje de poca importancia, sería almacenado para ser revisado al fin del día. La simultaneidad total nos quita tiempo, y el nuevo entorno digital nos lo devuelve.

Dirección virtual

Hoy vivimos en cada uno de los rincones del planeta en que haya conexión a internet, es decir en casi todos lados. Los jirones del mundo actual son las arrobas y las avenidas, los punto com. Podemos revisar nuestro correo electrónico desde una cabina de internet, la sala de cómputo de nuestro colegio o universidad, o una cafetería con red inalámbrica. Según Negroponte, importará cada vez menos nuestra dirección física y más nuestra dirección virtual, el pedazo de red que tenemos reservado en el ciberespacio. Hoy tener una cuenta de e-mail en Hotmail, Yahoo!, Gmail o algún otro operador nos da la posibilidad de desplazarnos por cualquier lugar sin tener que explicar dónde estamos, además de permitirnos leer los mensajes cuando podamos o queramos hacerlo. Como es previsible, esta herramienta ya está transformando nuestro estilo de vida. Nicholas Negroponte conjetura así en la página 283 de su libro: “De nueve a cinco, cinco días por semana y dos semanas de vacaciones al año como ritmo dominante del mundo de los negocios es un esquema que empieza a desaparecer. Los mensajes profesionales y personales (en el correo electrónico) están empezando a mezclarse (en el nuevo mundo digital) el domingo no es distinto del lunes”.

La mitificación de la tecnología

Opina Eduardo Villanueva
Experto en nuevos medios y profesor de la Universidad Católica.

Nicholas Negroponte es un excelente ejemplo de lo que se puede llamar un visionario profesional. Su carrera académica se desarrolló en el enrarecido mundo de la investigación en Interacción Humano-Computadora (HCI), un campo claramente influenciado por los sueños visionarios de la década de 1960. Por ese entonces se pensaba en la computadora de maneras muy distintas a las actuales, al estilo de HAL, personaje ficticio de “2001 Odisea del Espacio”: la inteligencia computacional reemplazaría a los seres humanos.

Esta utopía tecnológica ha marcado claramente el trabajo de Negroponte, quien siempre ha puesto una gran confianza en la capacidad de las computadoras como forma de expandir la mente humana. Hacer pronósticos desde la atalaya del Instituto de Tecnología de Massachusetts no es difícil, y acertar es lo más lógico; finalmente se trata de captar qué están haciendo los tecnólogos más originales y anunciar su casi inevitable éxito.

Cuando se entiende al mundo desde la tecnología, y no al revés, las soluciones a los problemas solo son tecnológicas. Ese es el defecto de Negroponte y del proyecto “Una laptop por niño”: ven desde un prisma muy estrecho realidades complejas y muy distintas entre sí. Aunque el pronosticador nos impresione, el hecho de que ciertos aparatos hagan ciertas cosas no significa que el mundo se haya transformado: muchas veces esto ocurre como resultado de transformaciones en el mundo, que permiten que la tecnología cobre sentido. Reducir problemas como el educativo a una cuestión que se puede solucionar con tecnología lleva a una solución meramente con aparatos. Es una trampa lógica que subsiste a pesar de la brillantez de las predicciones del negropontismo.

¿Quién es Nicholas Negroponte?

Es un arquitecto estadounidense de origen griego de 66 años, conocido como fundador y director del Laboratorio de Medios del Instituto de Tecnología de Massachusetts. Profesor allí desde 1966, ha promovido múltiples proyectos de diseño de nuevos medios digitales. El más visible es “Una laptop por niño” (OLPC, por sus siglas en inglés), lanzado el 2007, que propone la distribución de computadoras portátiles en países subdesarrollados con el fin de disminuir la brecha digital en el planeta. Esta iniciativa, que plantea la fabricación de laptops de 100 dólares y su venta masiva a ministerios de Educación de gobiernos interesados y ONGs, ha llegado a países como Uruguay, Argentina, Colombia y Perú. En total, se han repartido cerca de 1.4 millones de estas máquinas. Creador de la revista informática “Wired”, Nicholas es, además, hermano de John y Laura Negroponte, miembros del Consejo de Inteligencia de EEUU y personas de confianza del ex presidente George W. Bush.

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