TRIBUNA ABIERTA
Universidad y empresa
Por Gonzalo Echeandía
Publicado en Gestión
Durante mucho tiempo, las empresas peruanas han vivido de espaldas a la universidad, aunque esta situación ya está cambiando. No obstante, las universidades continúan sin ser parte de la agenda de Estado y pocas son las veces en que son incorporadas a la discusión pública, a pesar de que tienen mucho que aportar.
Las universidades son fundamentales para el desarrollo de las naciones y son absolutamente esenciales para crear un modelo de sociedad sostenible, pues son las "fábricas" que generan y forman la capacidad intelectual y moral de las personas. Además, son las canteras de donde saldrán los futuros líderes que conducirán los destinos del país. Por ello, debemos preocuparnos para que en la educación universitaria se establezcan estándares elevados, exigentes y medibles.
El compromiso con la calidad es primordial, por lo que debiera existir un consenso en torno a un proceso de certificación que verifique la calidad, y que este sea llevado a cabo por entidades externas independientes, como se hace en los países desarrollados. Ello, sin duda, elevaría los estándares de calidad de la educación superior y extendería la "producción" de líderes y profesionales íntegros y capaces.
Asimismo, aseguraría que miles de familias peruanas que pagan con esfuerzo las costosas carreras de sus hijos para alcanzar un futuro mejor, no reciban a cambio una educación de baja calidad, que más tarde se puede traducir en una enorme frustración laboral y de desarrollo profesional.
Algo que invita al optimismo es que muchas universidades públicas y privadas ya están preocupadas con este importante tema y algunas van dando pasos claros y firmes en esa dirección, sometiéndose a rigurosos procesos de certificación y poniendo en valor la cadena del conocimiento.
Pero, quizá, ha llegado el momento para que las propias universidades acuerden en forma voluntaria una autorregulación del sector, que las obligue a someterse a un proceso periódico de certificación externa con información pública, tal cual lo hacen hoy los bancos a través de las agencias de riesgos, proveyendo a depositantes e inversores una información objetiva e independiente sobre la calidad de la institución y sobre la seguridad de sus ahorros.
La universidad, tanto privada como pública, no es solo la principal proveedora de capital humano para las empresas, sino que posiblemente concentra la mayor parte de la investigación que se lleva a cabo en el país.
Tal como se ha comentado en la última CADE por la Educación, algunas universidades peruanas de calidad ya destacan en ello.
Y es precisamente esta capacidad de investigación la que podría convertirse en un importante motor para la mejora de la productividad y para el desarrollo del tejido empresarial, a través de la investigación aplicada. No obstante, y como decíamos al inicio, la escasa relación que hubo en el pasado entre la empresa privada y la universidad no ha facilitado una interacción que permita aprovechar el enorme número de posibilidades de trabajo conjunto y sinergias potenciales, que haga a las empresas más innovadoras, socializando sus beneficios. Pero eso está cambiando y nuestra sociedad, poco a poco, se está dando cuenta de que la inversión en el conocimiento es una carta esencial de cualquier país que aspira a saltar al desarrollo.
El reto pendiente consiste en encontrar mecanismos adecuados para transferir el conocimiento en beneficio del Perú, a través de la conectividad entre universidad y empresa, lo que debe ser incentivado desde el sector público y el privado.
Por Gonzalo Echeandía
Publicado en Gestión
Durante mucho tiempo, las empresas peruanas han vivido de espaldas a la universidad, aunque esta situación ya está cambiando. No obstante, las universidades continúan sin ser parte de la agenda de Estado y pocas son las veces en que son incorporadas a la discusión pública, a pesar de que tienen mucho que aportar.
Las universidades son fundamentales para el desarrollo de las naciones y son absolutamente esenciales para crear un modelo de sociedad sostenible, pues son las "fábricas" que generan y forman la capacidad intelectual y moral de las personas. Además, son las canteras de donde saldrán los futuros líderes que conducirán los destinos del país. Por ello, debemos preocuparnos para que en la educación universitaria se establezcan estándares elevados, exigentes y medibles.
El compromiso con la calidad es primordial, por lo que debiera existir un consenso en torno a un proceso de certificación que verifique la calidad, y que este sea llevado a cabo por entidades externas independientes, como se hace en los países desarrollados. Ello, sin duda, elevaría los estándares de calidad de la educación superior y extendería la "producción" de líderes y profesionales íntegros y capaces.
Asimismo, aseguraría que miles de familias peruanas que pagan con esfuerzo las costosas carreras de sus hijos para alcanzar un futuro mejor, no reciban a cambio una educación de baja calidad, que más tarde se puede traducir en una enorme frustración laboral y de desarrollo profesional.
Algo que invita al optimismo es que muchas universidades públicas y privadas ya están preocupadas con este importante tema y algunas van dando pasos claros y firmes en esa dirección, sometiéndose a rigurosos procesos de certificación y poniendo en valor la cadena del conocimiento.
Pero, quizá, ha llegado el momento para que las propias universidades acuerden en forma voluntaria una autorregulación del sector, que las obligue a someterse a un proceso periódico de certificación externa con información pública, tal cual lo hacen hoy los bancos a través de las agencias de riesgos, proveyendo a depositantes e inversores una información objetiva e independiente sobre la calidad de la institución y sobre la seguridad de sus ahorros.
La universidad, tanto privada como pública, no es solo la principal proveedora de capital humano para las empresas, sino que posiblemente concentra la mayor parte de la investigación que se lleva a cabo en el país.
Tal como se ha comentado en la última CADE por la Educación, algunas universidades peruanas de calidad ya destacan en ello.
Y es precisamente esta capacidad de investigación la que podría convertirse en un importante motor para la mejora de la productividad y para el desarrollo del tejido empresarial, a través de la investigación aplicada. No obstante, y como decíamos al inicio, la escasa relación que hubo en el pasado entre la empresa privada y la universidad no ha facilitado una interacción que permita aprovechar el enorme número de posibilidades de trabajo conjunto y sinergias potenciales, que haga a las empresas más innovadoras, socializando sus beneficios. Pero eso está cambiando y nuestra sociedad, poco a poco, se está dando cuenta de que la inversión en el conocimiento es una carta esencial de cualquier país que aspira a saltar al desarrollo.
El reto pendiente consiste en encontrar mecanismos adecuados para transferir el conocimiento en beneficio del Perú, a través de la conectividad entre universidad y empresa, lo que debe ser incentivado desde el sector público y el privado.
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