TRIBUNA ABIERTA
Educación: hora de avanzar, no de obstruir
Publicado El Comercio
El sector Educación es, sin duda, uno de los ámbitos donde se han dado más logros en la última década, con una política de Estado firme y adecuada, en la que no puede haber retroceso.
Es oportuno reiterar estos avances ahora cuando la facción radical y politizada del Sutep pretende retomar sus feudos con una nueva y absurda paralización de labores. Protestan principalmente contra las leyes 29062 y 29510, que norman la carrera pública magisterial y flexibilizan los requisitos para ser maestro, de modo que cualquier profesional puede enseñar.
Es decir, contra aspectos capitales de la nueva reforma educativa, que dan prioridad a la meritocracia precisamente para poder asignar mejores remuneraciones de acuerdo con la calificación y competencia de cada maestro, política que, en promedio, ha doblado el sueldo de los profesores.
No parece casual que esto se dé justo en la semana en que el Ministerio de Educación convoca a un nuevo concurso para 25 mil plazas docentes, en el marco de la Ley de Carrera Pública Magisterial. Y, si bien la mayoría de maestros, que evalúan constantemente a sus alumnos, han aprendido a reconocer la necesidad de estos concursos, tienen que tomarse todas las previsiones para evitar errores en la calificación como los ocurridos en los exámenes pasados.
Llama la atención que su pliego de reclamos rechace también la iniciativa de los colegios mayores, por considerarla elitista, cuando lo que se busca con estas experiencias-piloto es incentivar la excelencia, así como encauzar el talento juvenil hacia proyectos y metas de desarrollo profesional, científico y humanista, lo que finalmente redundará en beneficio del país.
En cuanto a logros, la ciudadanía percibe, según las encuestas, que la educación ha mejorado. Se ha constatado la disminución del analfabetismo, así como mejoras en los índices de capacidad lectora y comprensión lógico-matemática de ciertos niveles de primaria, en los que estábamos vergonzosamente rezagados en el ránking latinoamericano.
Por supuesto que hay que hacer ajustes, pues queda mucho por hacer en infraestructura, construcción, remodelación y equipamiento de colegios. Tampoco pueden descuidarse los programas de actualización de profesores ni la coordinación con los otros ministerios para mejorar los índices de nutrición infantil y coberturas de salud.
Todo ello demanda que el Poder Ejecutivo, junto con el Congreso, asuma su responsabilidad y su compromiso de destinar al sector Educación el 6% del Presupuesto Nacional. La meta es reducir la brecha entre la gestión pública y la privada, mirando las experiencias de otros países. Mientras el Perú invierte 354 dólares al año por alumno, Chile destina 1.350 y la Unión Europea más de 4.000 dólares.
La educación es un aspecto crucial de la política de inclusión y lucha contra la pobreza, por lo que debe seguir teniendo prioridad. Por lo mismo, no puede haber retrocesos en la reforma en curso, mucho menos por interesados radicalismos ideológicos o politiqueros.
No hay mayor discriminación, escándalo e injusticia que una educación mediocre, que condena a los niños y jóvenes peruanos al atraso y a la pobreza, y les cierra las puertas del progreso y de la movilidad social.
Publicado El Comercio
El sector Educación es, sin duda, uno de los ámbitos donde se han dado más logros en la última década, con una política de Estado firme y adecuada, en la que no puede haber retroceso.
Es oportuno reiterar estos avances ahora cuando la facción radical y politizada del Sutep pretende retomar sus feudos con una nueva y absurda paralización de labores. Protestan principalmente contra las leyes 29062 y 29510, que norman la carrera pública magisterial y flexibilizan los requisitos para ser maestro, de modo que cualquier profesional puede enseñar.
Es decir, contra aspectos capitales de la nueva reforma educativa, que dan prioridad a la meritocracia precisamente para poder asignar mejores remuneraciones de acuerdo con la calificación y competencia de cada maestro, política que, en promedio, ha doblado el sueldo de los profesores.
No parece casual que esto se dé justo en la semana en que el Ministerio de Educación convoca a un nuevo concurso para 25 mil plazas docentes, en el marco de la Ley de Carrera Pública Magisterial. Y, si bien la mayoría de maestros, que evalúan constantemente a sus alumnos, han aprendido a reconocer la necesidad de estos concursos, tienen que tomarse todas las previsiones para evitar errores en la calificación como los ocurridos en los exámenes pasados.
Llama la atención que su pliego de reclamos rechace también la iniciativa de los colegios mayores, por considerarla elitista, cuando lo que se busca con estas experiencias-piloto es incentivar la excelencia, así como encauzar el talento juvenil hacia proyectos y metas de desarrollo profesional, científico y humanista, lo que finalmente redundará en beneficio del país.
En cuanto a logros, la ciudadanía percibe, según las encuestas, que la educación ha mejorado. Se ha constatado la disminución del analfabetismo, así como mejoras en los índices de capacidad lectora y comprensión lógico-matemática de ciertos niveles de primaria, en los que estábamos vergonzosamente rezagados en el ránking latinoamericano.
Por supuesto que hay que hacer ajustes, pues queda mucho por hacer en infraestructura, construcción, remodelación y equipamiento de colegios. Tampoco pueden descuidarse los programas de actualización de profesores ni la coordinación con los otros ministerios para mejorar los índices de nutrición infantil y coberturas de salud.
Todo ello demanda que el Poder Ejecutivo, junto con el Congreso, asuma su responsabilidad y su compromiso de destinar al sector Educación el 6% del Presupuesto Nacional. La meta es reducir la brecha entre la gestión pública y la privada, mirando las experiencias de otros países. Mientras el Perú invierte 354 dólares al año por alumno, Chile destina 1.350 y la Unión Europea más de 4.000 dólares.
La educación es un aspecto crucial de la política de inclusión y lucha contra la pobreza, por lo que debe seguir teniendo prioridad. Por lo mismo, no puede haber retrocesos en la reforma en curso, mucho menos por interesados radicalismos ideológicos o politiqueros.
No hay mayor discriminación, escándalo e injusticia que una educación mediocre, que condena a los niños y jóvenes peruanos al atraso y a la pobreza, y les cierra las puertas del progreso y de la movilidad social.
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