viernes, 7 de mayo de 2010

TRIBUNA ABIERTA

En el reino de la intolerancia
Por Augusto Álvarez Rodrich
Publicado en la La República

El intento de un grupo encabezado por el cardenal Juan Luis Cipriani de capturar la Universidad Católica constituye una de las expresiones más lamentables de una tendencia que está en marcha en el país con el fin de uniformizar el pensamiento de la sociedad a favor de posiciones intolerantes.

En este sentido, no es la intención de esta columna incursionar en los asuntos jurídicos del litigio entre la universidad y el arzobispo de Lima. No porque estos sean irrelevantes, pues sí son importantes en toda contienda jurídica como esta. Asimismo, demás está ratificar que toda sentencia judicial debe ser respetada en todas sus consecuencias, aun cuando estas no favorezcan el punto de vista o el interés de una de las partes.

La sentencia del Tribunal Constitucional sobre el diferendo entre la PUCP y Cipriani no significa, en este sentido, que el cardenal haya derrotado a la universidad, sino que esta ha perdido la oportunidad de tener un escudo frente al arzobispo.

Eso fue lo que explicó el rector de la PUCP, Marcial Rubio Correa, en un discurso notable y emocionante pronunciado la semana pasada ante la comunidad universitaria, el cual va en línea de lo que me interesa destacar en esta columna que no es otra cosa que advertir del riesgo que existe de que este centro de estudios, que es uno de los más potentes, plurales y valiosos del país, caiga en manos de una fuerza que pretende imponer una sola visión y la demolición de todas las que se le opongan.

Eso es lo más grave que está en juego en todo este litigio entre la universidad y el cardenal, pues, como señaló el rector Rubio en su discurso, lo que queda indudablemente claro es que el señor arzobispo no solo pretende ir por la herencia sino, a través de esta, por el manejo de toda la universidad.

Más allá de haber enseñado un curso una vez, el semestre pasado, no tengo más relación con la Universidad Católica que mi admiración y agradecimiento por su significativa y singular participación en la construcción de una sociedad donde imperen los principios y la dignidad.

Es decir, la constitución de un mejor Perú, gracias a los profesionales que prepara así como por la participación de la universidad en el debate y en la confrontación libre de ideas.

Eso es lo que creo que está en juego en esta discusión sobre el control de la Universidad Católica, el cual tiene, en la superficie, una apariencia jurídica pero que, en el fondo, es sobre la posibilidad de preservar una institución que es libre y crítica, una opción que se enfrenta ahora a las fuerzas que pretenden imponer una visión monocorde en el país.

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