viernes, 16 de abril de 2010

TRIBUNA ABIERTA

Lengua, sociedad y globalización
Por Noé Lara
Publicado en El Peruano

En nuestro país habitan 76 sociedades indígenas con sus respectivos códigos de comunicación en la costa, sierra y selva.
Al hablar de ellas pensamos en seres humanos asentados en una determinada área geográfica con recursos de flora, fauna y agua.
Además comparten signos culturales, con una peculiar forma de contemplar todo aquello que le da vida a su existencia y, sobre todo, aquel instrumento verbal (lengua) que hace posible establecer lazos de entendimiento y de consenso.

La visión de Jorge Basadre en su ensayo: Perú: Problema y posibilidad –al que no solamente hay que leerlo, sino releerlo– podría concretizarse en una nación homogénea cultural y lingüísticamente, desde una diversidad étnica, idiomática y cultural en términos interculturales.

Si ello se hiciera realidad seríamos el modelo para otras sociedades del planeta que, de ser una nación heterogénea, habríamos llegado a la solución de nuestros problemas sociales y económicos por el solo hecho de poner en armonía nuestras diferencias a partir de la racionalidad del lenguaje y la tolerancia de nuestros "mundos" culturales.
Es verdad que el panorama de América Latina nos puede presentar un hecho de coherencia intercultural como es el Paraguay con su 95% de hablantes del guaraní; pero su realidad dista mucho de la nuestra etnolingüísticamente.
El Perú es el único país en América Latina que expresa su distingo cultural, étnico y de lengua en 16 familias etnolingüísticas.

La mayoría de lenguas originarias del país carecen de conceptos que se hallan bien definidos en otras lenguas como por ejemplo: riqueza, pobreza, suntuoso, maleficio (de origen latino).
La lengua quechua, por ejemplo, no posee ningún vocablo propio para mal, lo expresa por medio de la negación del bien: manaallin/janwali (no bien).

En el primer diccionario de la lengua quechua (1560) de Domingo de Santo Tomás, la palabra supay es traducido con las frases: espíritu bueno, espíritu malo.
Estas son verdaderas muestras de una realidad lingüística que proviene de una filosofía singular y diferente de las de corte occidental. Esta forma de nuestras sociedades, de filosofar su propio sentir y visión son vitales donde las ideas –propias de la cultura occidental –no tienen cabida en su particular cosmovisión.

El suizo Jossef Esternman en su obra Filosofía andina, los desastres naturales son consecuencias y efectos de una falta de reciprocación por parte del ser humano. Hay que retribuir ritualmente con frutos porque la tierra que todo lo da se resiente.

La globalización es un fenómeno propiciado por países de gran desarrollo científico, tecnológico y económico en la búsqueda de encontrar mercados para sus productos.
Sin embargo, este fenómeno social no es negativo porque se traduce en servicios tecnológicos que usamos.

Si la globalización trae beneficio y la interculturalidad es una forma de propiciar homogeneidades desde heterogeneidades, no nos queda otro camino que implique crear nuestras propias estrategias en beneficio nuestro y que nos permitan negociar con los países desarrollados.


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