TRIBUNA ABIERTA
Bullying
Por Roberto Lerner
Publicado en Perú 21
Vivimos una época en la que es difícil distinguir entre la evolución real de un fenómeno y la alerta social que provoca. Sobre todo en temas naturalmente complejos y desde siempre ligados al bienestar individual y colectivo: consumo de sustancias psicoactivas, suicidios, enfermedades mentales, abuso sexual, entre otros. La pregunta es ¿aumentan sus dimensiones o somos más sensibles a ellos, la amenaza ha crecido o los medios de todo tipo la magnifican?
El caso del matonaje –bullying– es un fenómeno que preocupa a padres, maestros, autoridades y a los propios niños. Se trata de la violencia sistemática ejercida entre pares, en relaciones asimétricas en las que uno, o unos, se convierten en perpetradores, y uno, o unos, en víctimas. Los papeles se mantienen a lo largo del tiempo. El resto hacen de comparsas, observadores indiferentes, barristas interesados, cómplices silenciosos y, una minoría, en portavoces de la indignación.
En la última década, en España y América Latina, han aparecido estudios sobre lo que ocurre en los colegios desde el punto de vista de alumnos, profesores y padres. En nuestra región, Chile, México, Colombia y Argentina están haciendo su parte, y se espera que el Perú siga el ejemplo.
En todo caso, de la revisión de las investigaciones mencionadas, se puede concluir que el matonaje es una realidad, pero que sus dimensiones distan de las que habitan la mente colectiva. Alrededor de un 8% de alumnos se conforma al perfil del bullying y éste consiste, sobre todo, en abuso verbal, amenazas, marginación, y minoritariamente, agresiones físicas.
Es un problema real y es importante. Altera la vida colectiva en los espacios escolares. Pone en riesgo a perpetradores y víctimas. Pero, más allá de la alerta, importa prevenir y, sobre todo, ver el asunto integralmente, como uno que afecta la convivencia. Se trata no solamente de evitar conductas antisociales, sino de enseñar conductas prosociales.
Por Roberto Lerner
Publicado en Perú 21
Vivimos una época en la que es difícil distinguir entre la evolución real de un fenómeno y la alerta social que provoca. Sobre todo en temas naturalmente complejos y desde siempre ligados al bienestar individual y colectivo: consumo de sustancias psicoactivas, suicidios, enfermedades mentales, abuso sexual, entre otros. La pregunta es ¿aumentan sus dimensiones o somos más sensibles a ellos, la amenaza ha crecido o los medios de todo tipo la magnifican?
El caso del matonaje –bullying– es un fenómeno que preocupa a padres, maestros, autoridades y a los propios niños. Se trata de la violencia sistemática ejercida entre pares, en relaciones asimétricas en las que uno, o unos, se convierten en perpetradores, y uno, o unos, en víctimas. Los papeles se mantienen a lo largo del tiempo. El resto hacen de comparsas, observadores indiferentes, barristas interesados, cómplices silenciosos y, una minoría, en portavoces de la indignación.
En la última década, en España y América Latina, han aparecido estudios sobre lo que ocurre en los colegios desde el punto de vista de alumnos, profesores y padres. En nuestra región, Chile, México, Colombia y Argentina están haciendo su parte, y se espera que el Perú siga el ejemplo.
En todo caso, de la revisión de las investigaciones mencionadas, se puede concluir que el matonaje es una realidad, pero que sus dimensiones distan de las que habitan la mente colectiva. Alrededor de un 8% de alumnos se conforma al perfil del bullying y éste consiste, sobre todo, en abuso verbal, amenazas, marginación, y minoritariamente, agresiones físicas.
Es un problema real y es importante. Altera la vida colectiva en los espacios escolares. Pone en riesgo a perpetradores y víctimas. Pero, más allá de la alerta, importa prevenir y, sobre todo, ver el asunto integralmente, como uno que afecta la convivencia. Se trata no solamente de evitar conductas antisociales, sino de enseñar conductas prosociales.
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