viernes, 9 de abril de 2010

ARTICULOS DE ASOCIADOS

La estrategia del caracol
Por Luis Guerrero
Publicado en CNR

Blas Pascal decía que «toda la infelicidad de los hombres proviene de una sola cosa: no saber estar inactivos dentro de una habitación». Como si la necesidad de moverse rápido, a cada instante y en todas las direcciones nos privara de algo esencial: el placer de disfrutar el tiempo como si fuera la eternidad. Por eso Milan Kundera, el querido escritor checo, pensaba que «la lentitud es el recuerdo y la velocidad es el olvido». Recordaba esto porque en los tiempos actuales, el Fast Food se ha vuelto una filosofía de vida y a tal punto, que hasta el valor de una política educativa reside ahora en ejecutarse rápido, no importa si bien ni a qué precio, ni si va a desmoronarse cuando sople el lobo a la primera ocasión.

Es por eso que recordar el valor de tomarse el tiempo necesario para percibir, sentir y comprender una determinada circunstancia, antes de apresurarse a elegir una opción, resulta cada vez más necesario en el ámbito de la educación pública. También es cierto, sin embargo, que hay parsimonias que matan. Es decir, hay ámbitos de las políticas donde el tiempo se detuvo y se transformó de pronto en la eternidad. Es el caso por ejemplo de la educación de los niños menores de 5 años.

Según cifras oficiales, sólo el 0,4% los niños que no han cumplido aún los 3 años de edad recibe atención educativa. Hablamos de un universo de casi dos millones de niños, dos tercios de los cuales son pobres, en una edad en la que todo el potencial con que los seres humanos venimos al mundo entra en ebullición y espera una oportunidad para empezar a florecer. Esa cifra se ha mantenido allí desde hace 20 años, lo que habla con elocuencia de la importancia real que ha tenido para sucesivos gobiernos atender el derecho a la educación de los niños más pequeños.

Pero veamos el caso de la educación a los niños de 3 a 5 años de edad. En 1994, año histórico en que se pone fin al apartheid en Sudáfrica, 57 niños de cada 100 recibían educación inicial en el Perú. Seis años después, el emblemático año 2000, eran 63 de cada 100 los niños educativamente atendidos. Nueve años después, es decir, hasta el año pasado, eran 66 de cada 100. Saque ahora una calculadora, haga la operación y descubrirá que después de tres lustros o de tres gobiernos sucesivos, la educación de los niños de 3 a 5 años de edad en el Perú subió sólo 9 puntos. Eso significa un promedio de 0.6% de crecimiento anual de la atención.

No apague la calculadora todavía. Haga ahora una nueva operación para estimar el tiempo que tomaría a ese ritmo atender a todos los niños de estas edades. ¿Ya lo hizo? En efecto, si en 15 años la cobertura de Educación Inicial creció 9 puntos y llegó a 66%, para alcanzar el 100% habría que esperar… ¡60 años! Ahora tome nota de lo siguiente. Si hacemos la diferencia entre el crecimiento en las ciudades y en el campo, en quince años la educación inicial para niños urbanos subió 15% y para los niños de áreas rurales en 0,5%. Lo que quiere decir que la niñez campesina deberá esperar más bien 72 años para estar plenamente atendida. En otras palabras, aplicando la estrategia del caracol, en el 2082 habremos llegado al 100%.

Reflexiona con lentitud, pero ejecuta rápidamente tus decisiones, decía Isócrates, famoso orador y educador de la antigua Grecia. Yo añadiría, asígnale también presupuesto. Sólo tomando en cuenta los años 2009-2010, el Gobierno Nacional ha invertido 3,147 millones de soles en Programas Nacionales de alta prioridad, como la compra de Laptops o la alfabetización. Ninguno de ellos se refiere a la expansión de la educación a la infancia. Habrá que esperar no más al 2082. Hasta pronto.

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