jueves, 10 de diciembre de 2009

TRIBUNA ABIERTA

XXX Feria del Libro Ricardo Palma
Editorial – La República

Uno de los acontecimientos esperados de diciembre es la Feria Ricardo Palma, que organiza cada año por estas fechas la Cámara Peruana del Libro y que reúne por dos semanas a editores y autores, libreros y lectores en torno al que sigue siendo uno de los bienes más preciados de la humanidad. Este año la feria rinde homenaje a Julio Ramón Ribeyro y se ha logrado la presencia de destacadas figuras de la cultura peruana y continental, además de la participación de unos 200 expositores.
En casi todos los países, las ferias del libro son fiestas que se caracterizan por presentaciones de nuevos títulos, mesas redondas y encuentros con autores. Y en muchos casos las ventas suelen superar algunos millones de dólares, tal como ocurre en las de Buenos Aires y Guadalajara –que tiene lugar en estos días–, las más prestigiosas y concurridas del continente, ambas superando largamente el millón de visitantes.
La feria limeña se mueve en una dimensión más modesta y, signo de los tiempos, estuvo precedida de una polémica debido a que el alcalde de Miraflores le negó el Parque Central, su sede tradicional de muchos años. Acogida por el Museo de la Nación, conoce un escenario más modesto, acorde a la realidad de postergación que vive el libro en nuestro país y casi todo aquello que tenga que ver con la cultura. Basta ver lo que ocurre con el paralizado proyecto de Ministerio enviado por el Ejecutivo al Congreso.
Sin embargo, dentro de la pequeñez ya anotada, expulsada y todo, la Feria Ricardo Palma se las arregla para persistir gracias a la perseverancia de la Cámara Peruana del Libro, que ha logrado inscribirla como referencia importante en el calendario cultural y ha organizado casi un centenar de citas culturales que tienen lugar a diario en los auditorios del recinto ferial.
Suele ser habitual que, mientras dura la feria, se produzca un ritual culposo, gracias al cual y por breve lapso los temas del libro, la lectura y el apoyo legal a la industria editorial ganan espacio y titulares en los medios y efímeras adhesiones de políticos y congresistas. Pasada la feria, las aguas retornan a su calma chicha y se entierra el asunto hasta el siguiente año.
Pero las interrogantes siguen. Países como Chile y Colombia han logrado sacar adelante pujantes mercados editoriales mediante leyes que otorgan un estatuto especial al libro. Colombia se ha convertido en pocos años en uno de los gigantes de la edición del continente, el cuarto luego de Argentina, Brasil y México. ¿Por qué no puede ocurrir en el Perú? El libro –como la música o el cine– no genera dividendos políticos inmediatos, pero es una de las mejores inversiones para lograr ciudadanos cabales. Ojalá algún día un gobierno se dé cuenta de ello. Y un nuevo alcalde de Miraflores retorne a la Feria del Libro a su espacio habitual.

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