jueves, 17 de diciembre de 2009

TRIBUNA ABIERTA

La tecnología y los niños
Por Noé Lara

Estamos inmersos, cada vez más, en un océano de aparatos tecnológicos en que las conexiones reducen los factores físicos de espacio y tiempo. Pero esa suerte de estallido tecnológico ha convertido a los niños, adolescentes y jóvenes en esclavos.

Se acuartelan en sus casas o en cabinas públicas para pasar largas horas frente a estos absorbentes aparatos que ocasionan una destructora tecnodependencia y llegan a causar daños en sus organismos.
Y conforme el mercado presenta aparatos con mayor capacidad y aplicaciones a bajo precio, los padres encuentran muchas más dificultades para ejercer su función pedagógica: educar, supervisar y, lo que este contexto actual exige, disciplinar a los hijos. Sin embargo, los padres aún tienen la posibilidad de poder cumplir cabalmente sus funciones si toman en cuenta dos recomendaciones:
Primera, tener presente un sabio texto bíblico: “La despreocupación está anclada en el corazón del niño, la disciplina y la corrección lo liberarán de ella” (Proverbios 22: 15).
Y, segunda, admitir que el alud tecnológico influye en los niños, adolescentes y jóvenes para bien o para mal, así como procurar que influya en ellos para bien.
En la familia de hoy, lo primero que conoce el niño es la televisión y, sin querer, ésta se convierte en la “pedagoga del hogar”, la “maestra de las buenas enseñanzas”.
Hay estudios que señalan que la frecuente exposición prematura y excesiva a la televisión puede ocasionar desinterés por el ejercicio físico, desbloquear su visión objetiva ante la realidad y generar quiebres emocionales.
Todo esto ocasionará, a la larga, que los niños y jovencitos presenten trastornos de hiperactividad y déficit de atención. Aquí podemos hacer un corolario: “Los niños deben ver televisión el menor tiempo y la menor frecuencia posibles”.
Se dice que lo más importante en los primeros años de vida de un niño es el fuerte nexo que se establece entre él y sus padres. Esta vinculación cobra fortaleza cuando los padres hablan con sus hijos, juegan con ellos y les leen con gradual intermitencia.
De esto último, ya no hacemos un corolario, sino un teorema: cuando a un niño se le lee metódicamente, desarrollará amor por la lectura, lo cual resultará útil el día de mañana. Los padres, como verdaderos pedagogos del hogar, deben actuar con sabiduría, expresión que, dicho sea de paso, no implica solo cúmulo de datos, sino saber discernir lo bueno de lo malo.
Es necesario también que escojan espacios temporales con actividades seleccionadas que, aparte de generar diversión, pueden ayudar al niño y al jovencito a desarrollar paciencia, tenacidad, autodominio y creatividad. Estas cualidades son vitales para marcar derroteros en la vida, donde los problemas, que cada vez se multiplican, no se resuelven con la televisión o, simplemente, con pulsar “el ratón”.

0 comentarios:

  © Blogger templates The Professional Template by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP