TRIBUNA ABIERTA
Por una educación de vanguardia
Por Raúl Diez Canseco
Luego de la crisis financiera internacional, la complejidad de las relaciones empresariales configuran a escala planetaria un nuevo paradigma de modelo de desarrollo. En este nuevo enfoque y perspectiva, la educación sigue y seguirá siendo la piedra de toque en el proceso de una economía más competitiva y global.
Sin embargo, no se trata de la educación convencional. Se trata de una educación de vanguardia, ejecutiva e integral que potencia el talento o la creatividad, el espíritu emprendedor y la actitud de hacer empresa con todos los recursos que ello supone.
En el entendido de que los negocios, la economía y las empresas son aspectos de la actividad humana, la educación de la que hablamos cruza horizontalmente estos campos para generar aprendizaje, autoaprendizaje y acción en el individuo.
Desde luego, con excepciones, en el Perú nuestra educación aún mira hacia el lado opuesto y estamos todavía lejos de alcanzar el deseado 6% en los presupuestos de la República, a fin de estandarizar una educación de calidad y de prospectiva. Sin duda, la baja inversión pública en este sector ocasiona niveles menores en rendimientos productivos. Ello explica las brechas sociales y las inequidades que todavía existen en nuestra realidad nacional.
“El Perú es un país rico con una de educación pobre. En consecuencia, el sistema mantiene a la gente en situación de pobreza. No se entiende todavía que el activo más importante no es ni el oro, ni la plata ni el pescado; el activo más importante es la mente de la gente. Pero cuando la gente joven no es educada en finanzas corre el riesgo en su futuro de mantenerse pobre y explotada por las multinacionales”. Esta fue una de las moralejas más impactantes que cientos de concurrentes oyeron de Robert Kiyosaki, autor del ya clásico libro de motivación “Padre rico, padre pobre”, quien estuvo hace algunas semanas en Lima invitado por la Universidad San Ignacio y El Comercio.
Vale la pena reflexionar sobre algunos enunciados de Kiyosaki. No le falta razón cuando reitera que cuando la globalización puede horadar con rigor cualquier plan de desarrollo estratégico empresarial o público ya no es suficiente la educación clásica para enfrentarla. Se hace necesario, entonces, complementarla con educación lateral, especializada y de alguna manera calificada.
Siendo personal el propósito de Kiyosaki de compartir su “know how” para generar riqueza o producir activos que le faciliten rentabilidad, rescatamos su visión y experiencia en estos menesteres. También su afán de diseminar en diferentes áreas de la sociedad productiva valores, fundamentos y conceptos de lo que él llama “educación financiera”. Además de los réditos en economía y empresa, estoy seguro de que con este tipo de educación ejecutiva o financiera masificada y en todos los niveles, la gestión pública mejoraría una enormidad.
Así, pues, las enseñanzas que nos ha dejado el autor hay que rescatarlas y llevarlas a la práctica porque necesitamos más personas educadas en finanzas y más emprendedores que refresquen el tejido productivo y que cambien los entornos sociales.
En esa evolución la educación de vanguardia es clave para no quedarnos en el intento. Si no para potenciar las destrezas, ser emprendedor, sembrar su propio árbol y actuar como agentes del cambio. La idea de acceder a un trabajo y conservarlo de por vida ya no existe. “Esa idea es totalmente obsoleta”. Robert Kiyosaki nos ilustró que, como consecuencia de la crisis financiera mundial, sus compañeros de estudios, con edad promedio de 60 años, que se graduaron con él y que tenían ingresos de entre 400 o 500 mil dólares al año han perdido sus casas, sus trabajos y su portafolio de inversiones. Contó que el tiempo en que uno ponía “todo en un mismo cesto” ya pasó.
En el Perú también los tiempos han cambiado y nuestra economía, que crecerá en los próximos años entre 5% y 8%, requerirá de técnicos y profesionales formados para la alta competencia. Así fue en los países asiáticos, cuyos gobiernos durante décadas se preocuparon en invertir fuerte en educación de calidad. Hoy, luego de tres décadas, pueden mostrar al mundo los resultados con economías de alta performance. De allí la apuesta por una educación de vanguardia que incorpore el idioma inglés, el alfabeto digital y la educación emprendedora. Una enseñanza que contribuya, más temprano que tarde, a convertir a nuestra industria en locomotora del desarrollo y a nuestra economía primaria en terciaria.
El ensayista y politólogo Mariano Grondona sostiene que “Si todo lo demás fallara salvo la educación, aún cabría la esperanza. Si nada fallara pero sí la educación, el futuro nos estaría vedado”. Como dijo en la CADE 2009, realizada en la hermosa Ciudad Blanca: “El futuro también es una oportunidad”.
[*] Ex Vicepresidente de la Republica
Por Raúl Diez Canseco
Luego de la crisis financiera internacional, la complejidad de las relaciones empresariales configuran a escala planetaria un nuevo paradigma de modelo de desarrollo. En este nuevo enfoque y perspectiva, la educación sigue y seguirá siendo la piedra de toque en el proceso de una economía más competitiva y global.
Sin embargo, no se trata de la educación convencional. Se trata de una educación de vanguardia, ejecutiva e integral que potencia el talento o la creatividad, el espíritu emprendedor y la actitud de hacer empresa con todos los recursos que ello supone.
En el entendido de que los negocios, la economía y las empresas son aspectos de la actividad humana, la educación de la que hablamos cruza horizontalmente estos campos para generar aprendizaje, autoaprendizaje y acción en el individuo.
Desde luego, con excepciones, en el Perú nuestra educación aún mira hacia el lado opuesto y estamos todavía lejos de alcanzar el deseado 6% en los presupuestos de la República, a fin de estandarizar una educación de calidad y de prospectiva. Sin duda, la baja inversión pública en este sector ocasiona niveles menores en rendimientos productivos. Ello explica las brechas sociales y las inequidades que todavía existen en nuestra realidad nacional.
“El Perú es un país rico con una de educación pobre. En consecuencia, el sistema mantiene a la gente en situación de pobreza. No se entiende todavía que el activo más importante no es ni el oro, ni la plata ni el pescado; el activo más importante es la mente de la gente. Pero cuando la gente joven no es educada en finanzas corre el riesgo en su futuro de mantenerse pobre y explotada por las multinacionales”. Esta fue una de las moralejas más impactantes que cientos de concurrentes oyeron de Robert Kiyosaki, autor del ya clásico libro de motivación “Padre rico, padre pobre”, quien estuvo hace algunas semanas en Lima invitado por la Universidad San Ignacio y El Comercio.
Vale la pena reflexionar sobre algunos enunciados de Kiyosaki. No le falta razón cuando reitera que cuando la globalización puede horadar con rigor cualquier plan de desarrollo estratégico empresarial o público ya no es suficiente la educación clásica para enfrentarla. Se hace necesario, entonces, complementarla con educación lateral, especializada y de alguna manera calificada.
Siendo personal el propósito de Kiyosaki de compartir su “know how” para generar riqueza o producir activos que le faciliten rentabilidad, rescatamos su visión y experiencia en estos menesteres. También su afán de diseminar en diferentes áreas de la sociedad productiva valores, fundamentos y conceptos de lo que él llama “educación financiera”. Además de los réditos en economía y empresa, estoy seguro de que con este tipo de educación ejecutiva o financiera masificada y en todos los niveles, la gestión pública mejoraría una enormidad.
Así, pues, las enseñanzas que nos ha dejado el autor hay que rescatarlas y llevarlas a la práctica porque necesitamos más personas educadas en finanzas y más emprendedores que refresquen el tejido productivo y que cambien los entornos sociales.
En esa evolución la educación de vanguardia es clave para no quedarnos en el intento. Si no para potenciar las destrezas, ser emprendedor, sembrar su propio árbol y actuar como agentes del cambio. La idea de acceder a un trabajo y conservarlo de por vida ya no existe. “Esa idea es totalmente obsoleta”. Robert Kiyosaki nos ilustró que, como consecuencia de la crisis financiera mundial, sus compañeros de estudios, con edad promedio de 60 años, que se graduaron con él y que tenían ingresos de entre 400 o 500 mil dólares al año han perdido sus casas, sus trabajos y su portafolio de inversiones. Contó que el tiempo en que uno ponía “todo en un mismo cesto” ya pasó.
En el Perú también los tiempos han cambiado y nuestra economía, que crecerá en los próximos años entre 5% y 8%, requerirá de técnicos y profesionales formados para la alta competencia. Así fue en los países asiáticos, cuyos gobiernos durante décadas se preocuparon en invertir fuerte en educación de calidad. Hoy, luego de tres décadas, pueden mostrar al mundo los resultados con economías de alta performance. De allí la apuesta por una educación de vanguardia que incorpore el idioma inglés, el alfabeto digital y la educación emprendedora. Una enseñanza que contribuya, más temprano que tarde, a convertir a nuestra industria en locomotora del desarrollo y a nuestra economía primaria en terciaria.
El ensayista y politólogo Mariano Grondona sostiene que “Si todo lo demás fallara salvo la educación, aún cabría la esperanza. Si nada fallara pero sí la educación, el futuro nos estaría vedado”. Como dijo en la CADE 2009, realizada en la hermosa Ciudad Blanca: “El futuro también es una oportunidad”.
[*] Ex Vicepresidente de la Republica

1 comentarios:
Estoy plenamente de acuerdo con la propuesta educativa que sugiere ekl señor Raúl Diez Canseco.
La educación financiera es indispensable, cada una de las personas debe aoprender tempranamente a generar sus propios recurso, gestionar su propia empresa o fuente de trabajo y producción de todo tipo económica o intelectual.
Invertir hoy en la educación de nuestros hijos es la mejor herencia que le podemos brindar, pues no solo desarrollarán las capacidades que menciona el autor (Finacieras, tecnológicas y manejo de idiomas) sino que desarrollarán ese espíritu emprendedor que es el que motiva a la acción y al cambio.
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