jueves, 26 de noviembre de 2009

TRIBUNA ABIERTA

El silencio etnosemántico
Noé Lara – El Peruano

La tan mencionada globalización, además de sus ventajas, trae consigo nuevos fenómenos en la comunicación y empuja a determinados grupos humanos a silenciar su léxico, que no es otra cosa que suprimir todo cuanto existe en sus peculiares visiones y mundos culturales.
Un universo cultural llega a alcanzar niveles de real existencia sólo cuando los que habitan en él, le insuflan signos de vida por medio del lenguaje, que constituye una forma más de vitalizar la identidad etnolingüística.
Visto así, el lenguaje deviene en una suerte de mágico instrumento que, sin contar con los objetos de labor de un albañil, construye diversidad de elementos socioculturales significativos.
Mediante ellos los distintos grupos humanos logran establecerse en sociedades que buscan el concierto en los paradigmas de hoy.
Pese a esta concepción de postular a la lengua hablada por un conjunto humano como una singular manera de ver la vida en toda su expresión y, además, de estar amparado por una norma internacional que propicia la defensa de sus derechos, somos testigos –en el caso peruano y como lo señala la propuesta del Mapa Etnolingüístico año 2009– Indepa- del peligro de extinción de 21 lenguas.
A esto le sumamos lo que da a conocer la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ( Unesco ) en el Atlas de las Lenguas en peligro de extinción donde más del 50% se encuentra en riesgo y sólo el 4% de la población mundial habla sus respectivos códigos originarios.
Habría que interrogarnos qué factores prevalecen para generar el silencio semántico que implica que los pueblos indígenas dejen de expresarse en sus ricos manantiales lingüísticos y, a su vez, sacrifiquen lo propio en beneficio de una armonía intercultural.
Estos factores hay que encontrarlos y analizarlos, para que llevados a la mesa de diálogos, las entidades del sector público y privado logren consensuar criterios que permitan establecer políticas de desarrollo social, económico, educativo y de salvación lingüística.
Un ejemplo es el Paraguay con su 95% de hablantes del guaraní. Lo contrario ocurre en Brasil, donde 133 lenguas, de las 170 existentes, están condenadas al silencio semántico.
Rescatar el patrimonio lingüístico de los pueblos debe ser una tarea posible y factible, en un planeta donde se levantan las banderas de la inclusión y se convoca a congresos académicos internacionales sobre interculturalidad
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