ARTICULOS DE ASOCIADOS
Hacia una gestión educativa eficiente y ética.
Por Idel Vexler – Correo
Ya no se discute que el éxito o fracaso de una reforma educativa se juega en definitiva en la escuela. Naturalmente, con una gestión educativa que promueva el logro de aprendizajes significativos de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos.
La gerencia de las instituciones educativas, sin duda, requiere de profesores competentes, padres colaboradores y alianzas estratégicas con la comunidad.
Indudablemente, la gestión no solamente debe centrarse en la planificación, el financiamiento, la administración de recursos humanos y materiales, y en la autoevaluación, sino también en lo referente al currículo, tutoría, espacios y medios educativos, así como en la práctica docente, en un marco donde lo pedagógico es lo central.
Desde luego, sólo podremos hablar de una gestión institucional, administrativa y pedagógica de calidad si se encuentra enmarcada dentro de la ética. Los valores no sólo los deben asumir y poner en práctica los estudiantes, sino también los directivos, maestros, padres de familia y demás actores educativos. No se puede pedir que los educandos sean, por ejemplo, honestos, responsables, veraces, justos, respetuosos de las diferencias, puntuales y disciplinados, si es que los adultos en la escuela y los padres se comportan de manera opuesta.
Por eso, es indispensable un liderazgo consistente del director del centro de enseñanza, que promueva el desarrollo de las potencialidades de nuestros estudiantes y maestros. Un liderazgo con autoridad efectiva, solvencia moral y capacidad técnico-profesional para crecer y mejorar. Y, por supuesto, que fomente un clima institucional propicio para la formación integral de los alumnos.
Asimismo, en los ámbitos nacional, regional, local e institucional, es necesario fortalecer la supervisión, el monitoreo y el acompañamiento permanente de los procesos pedagógicos para recoger información y tomar decisiones que permitan que las grandes intenciones se concreten en logros verificables en el quehacer educativo cotidiano.
Por cierto, una gestión descentralizada, unitaria, eficiente y ética, además, debe caracterizarse por la humildad, el trabajo en equipo, la motivación, el optimismo, la iniciativa y la innovación para continuar avanzando hacia una escuela pública universal, inclusiva y gratuita, que asegure aprendizajes de calidad. El reto está planteado y nos compromete a todos y todas.
Por Idel Vexler – Correo
Ya no se discute que el éxito o fracaso de una reforma educativa se juega en definitiva en la escuela. Naturalmente, con una gestión educativa que promueva el logro de aprendizajes significativos de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos.
La gerencia de las instituciones educativas, sin duda, requiere de profesores competentes, padres colaboradores y alianzas estratégicas con la comunidad.
Indudablemente, la gestión no solamente debe centrarse en la planificación, el financiamiento, la administración de recursos humanos y materiales, y en la autoevaluación, sino también en lo referente al currículo, tutoría, espacios y medios educativos, así como en la práctica docente, en un marco donde lo pedagógico es lo central.
Desde luego, sólo podremos hablar de una gestión institucional, administrativa y pedagógica de calidad si se encuentra enmarcada dentro de la ética. Los valores no sólo los deben asumir y poner en práctica los estudiantes, sino también los directivos, maestros, padres de familia y demás actores educativos. No se puede pedir que los educandos sean, por ejemplo, honestos, responsables, veraces, justos, respetuosos de las diferencias, puntuales y disciplinados, si es que los adultos en la escuela y los padres se comportan de manera opuesta.
Por eso, es indispensable un liderazgo consistente del director del centro de enseñanza, que promueva el desarrollo de las potencialidades de nuestros estudiantes y maestros. Un liderazgo con autoridad efectiva, solvencia moral y capacidad técnico-profesional para crecer y mejorar. Y, por supuesto, que fomente un clima institucional propicio para la formación integral de los alumnos.
Asimismo, en los ámbitos nacional, regional, local e institucional, es necesario fortalecer la supervisión, el monitoreo y el acompañamiento permanente de los procesos pedagógicos para recoger información y tomar decisiones que permitan que las grandes intenciones se concreten en logros verificables en el quehacer educativo cotidiano.
Por cierto, una gestión descentralizada, unitaria, eficiente y ética, además, debe caracterizarse por la humildad, el trabajo en equipo, la motivación, el optimismo, la iniciativa y la innovación para continuar avanzando hacia una escuela pública universal, inclusiva y gratuita, que asegure aprendizajes de calidad. El reto está planteado y nos compromete a todos y todas.
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