TRIBUNA ABIERTA
Paradigmas sobre la infancia
Por: Jorge Valencia C
Fuente: El Comercio
La Convención sobre los Derechos del Niño representa una propuesta desde el derecho internacional de inclusión social, jurídica y democrática para la infancia. En la llamada democracia de las emociones del sociólogo británico Anthony Giddens, los niños pueden y deben ser capaces de replicar, en la familia y en la escuela. Lo cual no implica falta de disciplina o ausencia de respeto, tiene como finalidad promover su inclusión en un espacio participativo, tal como lo garantiza la misma convención.
El trabajo de redacción del proyecto de convención por la comunidad internacional fue fruto de más de diez años de intensa labor, la misma respondió a la necesidad de elaborar un instrumento internacional que proteja todos los aspectos de la vida de niño de cualquier región del mundo. Y que, superando los límites de la Declaración Universal de los Derechos del Niño de 1959, tuviese carácter de obligatoriedad para los Estados como lo señala Juan Álvarez Vita. El Congreso de la República aprobó la convención en el mes de agosto de 1990, integrando sus preceptos con jerarquía de norma constitucional en el derecho nacional. Este acto representó la expresión de aceptación del Estado contratante.
A veinte años de la adopción de la convención, existen cambios en la vida de los niños. Muchos de ellos ya están empoderados en sus derechos y los exigen, como el derecho a la integridad, opinión, expresión, educación y salud, entre otros. Los niños participan en diversos espacios como los municipios escolares, las defensorías y las diferentes organizaciones que existen a escala nacional. Los adultos comenzamos a reflexionar sobre el castigo físico y humillante como un método de “corrección”, y nos reinventamos a través de otras alternativas como el dialogo y la razón; y que tal vez nuestros padres no entendieron cuando fuimos chicos.
Francisco Miró Quesada Rada, en un artículo denominado “Cuando los niños votan”, que me alcanzó hace ya varios años, señaló: “Si la democracia es un derecho universal, no puede existir discriminación, pues toda discriminación atenta contra el principio de igualdad de derechos”. Lo que viene sucediendo con los niños y niñas en el Perú es positivo para una democracia que promueve la participación y la inclusión de todas las personas.
Por: Jorge Valencia C
Fuente: El Comercio
La Convención sobre los Derechos del Niño representa una propuesta desde el derecho internacional de inclusión social, jurídica y democrática para la infancia. En la llamada democracia de las emociones del sociólogo británico Anthony Giddens, los niños pueden y deben ser capaces de replicar, en la familia y en la escuela. Lo cual no implica falta de disciplina o ausencia de respeto, tiene como finalidad promover su inclusión en un espacio participativo, tal como lo garantiza la misma convención.
El trabajo de redacción del proyecto de convención por la comunidad internacional fue fruto de más de diez años de intensa labor, la misma respondió a la necesidad de elaborar un instrumento internacional que proteja todos los aspectos de la vida de niño de cualquier región del mundo. Y que, superando los límites de la Declaración Universal de los Derechos del Niño de 1959, tuviese carácter de obligatoriedad para los Estados como lo señala Juan Álvarez Vita. El Congreso de la República aprobó la convención en el mes de agosto de 1990, integrando sus preceptos con jerarquía de norma constitucional en el derecho nacional. Este acto representó la expresión de aceptación del Estado contratante.
A veinte años de la adopción de la convención, existen cambios en la vida de los niños. Muchos de ellos ya están empoderados en sus derechos y los exigen, como el derecho a la integridad, opinión, expresión, educación y salud, entre otros. Los niños participan en diversos espacios como los municipios escolares, las defensorías y las diferentes organizaciones que existen a escala nacional. Los adultos comenzamos a reflexionar sobre el castigo físico y humillante como un método de “corrección”, y nos reinventamos a través de otras alternativas como el dialogo y la razón; y que tal vez nuestros padres no entendieron cuando fuimos chicos.
Francisco Miró Quesada Rada, en un artículo denominado “Cuando los niños votan”, que me alcanzó hace ya varios años, señaló: “Si la democracia es un derecho universal, no puede existir discriminación, pues toda discriminación atenta contra el principio de igualdad de derechos”. Lo que viene sucediendo con los niños y niñas en el Perú es positivo para una democracia que promueve la participación y la inclusión de todas las personas.
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