ARTICULOS DE ASOCIADOS
Colegios condenados a la decadencia
Por León Trahtemberg
Publicado el 30/10/09 en Correo
El diálogo frecuente con promotores, directores y profesores de colegios privados en crisis (con retiro de buenos profesores y alumnos) permite tipificar algunas causales frecuentes del deterioro institucional. Así, cuando los promotores me consultan qué hacer para revertir la crisis, les sugiero repasar los ítems que describo a continuación, y si corresponden a su realidad, rectificarlos a la brevedad.
1) Si los directores son complacientes con la promotora, suele ocurrir que directivos cuyos problemas, sicopatías o preferencias personales penetran en la institución, logran amedrentar o deshacerse de los profesores que no gozan de sus simpatías. Curiosamente, muchas veces son profesores en quienes estos directivos proyectan las culpas de su propia incapacidad para educar bien a sus hijos.
2) Si los directores son prepotentes y autoritarios, éstos acostumbran reprimir y acosar sicológica y laboralmente a los profesores, generando mucha tensión y hostilidad. Por un tiempo, éstos quedan paralizados por el temor a ser despedidos, pero luego, basta que alguien abra el caño, para que se produzca el desembalse.
Una práctica autoritaria común consiste en acosar a algunos trabajadores con amenazas de sanciones o despidos, para enseñarles a todos lo que les puede pasar a quienes no se someten al sistema.
3) Hay casos en los que se asciende a roles de poder a profesores cuyas patologías sintonizan con la de los directores, desde los cuales espían y hostilizan a sus pares para asegurarse la aprobación de sus jefes.
4) Usualmente, los profesores descontentos e indefensos denuncian (a veces anónimamente) al colegio ante el Ministerio de Trabajo, Educación, Indecopi, Sunat o los medios, con el consecuente escándalo.
En el corto plazo, el ambiente de tensión, conflicto e incomunicación hace inviable una buena educación. Luego, buenos profesores abandonan la institución, incapaces de tolerar tal ambiente. Seguidamente, los padres que detectan a través de experiencias propias o las de sus hijos que el ambiente es tóxico, buscan otros colegios para ellos. Finalmente, el colegio en decadencia se queda sin sus mejores profesores y un número crítico de alumnos, perdiendo atractivo y rentabilidad.
Lamentablemente, el deterioro se puede tornar irreversible. Por lo tanto, es preferible prevenir que lamentar.
Por León Trahtemberg
Publicado el 30/10/09 en Correo
El diálogo frecuente con promotores, directores y profesores de colegios privados en crisis (con retiro de buenos profesores y alumnos) permite tipificar algunas causales frecuentes del deterioro institucional. Así, cuando los promotores me consultan qué hacer para revertir la crisis, les sugiero repasar los ítems que describo a continuación, y si corresponden a su realidad, rectificarlos a la brevedad.
1) Si los directores son complacientes con la promotora, suele ocurrir que directivos cuyos problemas, sicopatías o preferencias personales penetran en la institución, logran amedrentar o deshacerse de los profesores que no gozan de sus simpatías. Curiosamente, muchas veces son profesores en quienes estos directivos proyectan las culpas de su propia incapacidad para educar bien a sus hijos.
2) Si los directores son prepotentes y autoritarios, éstos acostumbran reprimir y acosar sicológica y laboralmente a los profesores, generando mucha tensión y hostilidad. Por un tiempo, éstos quedan paralizados por el temor a ser despedidos, pero luego, basta que alguien abra el caño, para que se produzca el desembalse.
Una práctica autoritaria común consiste en acosar a algunos trabajadores con amenazas de sanciones o despidos, para enseñarles a todos lo que les puede pasar a quienes no se someten al sistema.
3) Hay casos en los que se asciende a roles de poder a profesores cuyas patologías sintonizan con la de los directores, desde los cuales espían y hostilizan a sus pares para asegurarse la aprobación de sus jefes.
4) Usualmente, los profesores descontentos e indefensos denuncian (a veces anónimamente) al colegio ante el Ministerio de Trabajo, Educación, Indecopi, Sunat o los medios, con el consecuente escándalo.
En el corto plazo, el ambiente de tensión, conflicto e incomunicación hace inviable una buena educación. Luego, buenos profesores abandonan la institución, incapaces de tolerar tal ambiente. Seguidamente, los padres que detectan a través de experiencias propias o las de sus hijos que el ambiente es tóxico, buscan otros colegios para ellos. Finalmente, el colegio en decadencia se queda sin sus mejores profesores y un número crítico de alumnos, perdiendo atractivo y rentabilidad.
Lamentablemente, el deterioro se puede tornar irreversible. Por lo tanto, es preferible prevenir que lamentar.
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