jueves, 15 de octubre de 2009

ARTICULOS DE ASOCIADOS

¿Es bueno repetir de año?
Por León Trahtemberg
Publicado el 16/10/09 en Correo

Hacer repetir de año a un alumno que no logra los objetivos del grado es un buen ejemplo de cómo las creencias intuitivas de las autoridades o gobernantes triunfan sobre las evidencias que trae la investigación científica, con las costosas consecuencias del fracaso que provocan en los alumnos. Pfeffer y Sutton abordan el caso ("Hard Facts, Dangerous Half-Truths, and total Nonsense", 2006, Pags. 50-52).

Critican a Clinton y Bush por colocar estándares de aprendizaje más elevados para los alumnos en los colegios, aumentando la exigencia de los profesores a los alumnos -sin el debido apoyo- con lo que creció el número de alumnos con desempeño deficiente. Clinton repuso la repitencia de grado, rompiendo con la preexistente promoción social (promoción automática).

Ni Clinton ni Bush apelaron a las investigaciones de décadas anteriores que mostraban inequívocamente que esto era contraproducente. Hay al menos 55 investigaciones que muestran que los alumnos que sí fueron retenidos de año comparados con los que no fueron retenidos, tienen luego 70% más de fracaso y deserción escolar que los no repitentes. A eso se agrega la sobrepoblación del grado receptor del repitente y la elevación de los costos de los alumnos que permanecen en el colegio por más años que los previstos. N.Y. tuvo que reinstalar la promoción automática en el año 2002 porque el número de alumnos que no lograban los objetivos del grado subió a 43,000 (llegando luego a 100,000 en el 2004). Además, no hubo evidencia alguna a favor de la política de repitencia.

En esencia se asume que el alumno por el solo hecho de repetir de grado superará las dificultades que dieron origen a dicha repitencia, lo que no es válido. Si no hay una intervención remedial, el alumno repitente seguirá arrastrando los mismos vacíos de aprendizaje, problemas orgánicos, interferencias emocionales o sociales que produjeron su repitencia, agregándole la frustración de dicha repitencia y el tremendo cambio social. Lo peor del asunto es que hacer repetir de año al alumno significa colocar en él la responsabilidad total por el fracaso de la escuela en ayudarlo a aprender, que es su principal misión.

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