TRIBUNA ABIERTA

Retorno agripado

Publicado el 10/08/09 en La República

Hoy deben retornar a clases unos ocho millones de escolares de todo el país, cuyas vacaciones de medio año fueron adelantadas primero, y luego prolongadas en una semana debido a la pandemia de gripe AH1N1 que se extiende por el mundo y por nuestro país. Con la excepción de la región Lambayeque –que ha prolongado el descanso forzado por otra semana– en las otras se vuelve a las aulas.

Aunque las autoridades sanitarias y educativas sostienen que la medida ha tenido un rol clave en el freno que se registra a la expansión de la epidemia en las grandes ciudades, es imposible ocultar que existe una serie de imponderables sobre este retorno, tanto porque hay dudas sobre la eficacia y cumplimiento de las medidas de limpieza ordenadas para cada establecimiento escolar, cuanto por la inevitable concentración de menores en ambientes cerrados que se dará en el aula, un microclima favorable al contagio.

Por lo mismo, es urgente que los medios que podemos llegar a amplios sectores de la población insistamos en la necesidad de cumplir con las medidas de higiene personal recomendadas (lavado de manos frecuente; pedir a los escolares no intercambiar útiles o golosinas) como con las medidas de prevención recomendadas: la denominada política de los “tres anillos” de detección establecidos.

Estos anillos son claves para detener la expansión del virus. El primero se cumple en el ámbito familiar: se ha pedido a los padres de familia que dejen de enviar a sus hijos al colegio al menor síntoma que pueda asimilarse a la presencia de gripe (resfrío, fiebre, náuseas, etc.). Esta misma recomendación rige, claro, para los maestros.

El segundo anillo se da en el propio centro educativo, cuyas autoridades deben estar atentas a la llegada de estudiantes con síntomas de contagio gripal, a fin de recomendarles el retorno a casa. El tercer anillo se da en la propia aula, con los profesores y los propios estudiantes, quienes deben detectar la llegada de alumnos enfermos.

Con más de 5,000 casos presentados y 40 muertos, nuestro país no encabeza las estadísticas más graves de letalidad en el continente, por detrás de México, Argentina, Chile o Uruguay. Sin embargo, esto no debe llevarnos a bajar la guardia, pues no se descarta que, luego de propagarse en pequeñas ciudades y poblados, el virus vuelva al ataque, en una segunda ola que podría ser más poderosa que la primera. Y todavía no hay producción masiva de vacunas, lo que quiere decir que la emergencia mundial se mantiene.