jueves, 27 de agosto de 2009

ARTICULOS DE ASOCIADOS

Una educación oportuna
Por Idel Vexler
Publicado el 22/08/2009 en La República

Existen propuestas de educadores y psicólogos reconocidos para desarrollar procesos educativos que respondan con pertinencia al desarrollo evolutivo de la persona. La teoría de Piaget, psicólogo suizo, plantea que la inteligencia cognitiva se desarrolla en distintas etapas. Por ello, considera que los aprendizajes se construyen progresivamente. Así de 0 a 2 años el niño es capaz de desarrollar su inteligencia sensorial y motriz; de 3 a 5, la preoperacional; de 6 a 12 la de las operaciones concretas; y de 12 en adelante la inteligencia formal.

Además del desarrollo intelectual-cognitivo es indispensable tener presente la realidad emocional del educando. Por eso, tiene sentido la propuesta de Erikson, psicólogo norteamericano, quien señala la existencia de etapas del desarrollo afectivo, que son fundamentales para dar énfasis al desarrollo, por ejemplo, de: confianza, desde el nacimiento hasta 1 año; autonomía, entre el primer y el tercer año; iniciativa, alrededor de los 3 años y hasta los 7; laboriosidad, de los 6 a los 12 años y en la adolescencia, a la consolidación de la identidad.

Por otro lado, Max-Neff, economista chileno, precisa que la educación debe dar respuestas para satisfacer las necesidades del desarrollo humano, éstas son: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad. Las cuales, deben atenderse considerando las particularidades de los grupos etarios. Por lo tanto, no está bien propiciar el paso rápido de la niñez a la adolescencia y a la adultez, cosa común entre personas preocupadas en exceso con el éxito temprano. En este marco, la estimulación temprana se ha convertido en una competencia por adelantar aprendizajes sin respetar, muchas veces, lo que el niño es capaz de aprender o no aprender de acuerdo con su crecimiento psicopedagógico.

Por cierto, lo que corresponde es desarrollar una educación oportuna para que los procesos formativos respondan a las características emocionales, mentales y motrices, así como a las necesidades de los estudiantes, en sus respectivos entornos. Por ello, los currículos deben considerar aprendizajes de acuerdo con el nivel, ciclo y grado en el que estudia el alumno. Termino diciendo: “No se puede enseñar a un niño a correr si es que antes no aprendió a caminar, y, desde luego, si previamente no se puso de pie y antes gateó. Todo en su debido momento. Ni antes, ni después”.

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