viernes, 26 de noviembre de 2010

TRIBUNA ABIERTA

Bullying: de mala nota
Por Susana Mendoza
Publicado en El Peruano

Recuerdo a Ana María C., vivía en Vitarte, y el ómnibus del colegio la recogía. La pobre sufría en el trayecto hacia la escuela, al punto de vomitar en el camino. Ese olor agrio la acompañaba hasta la clase. Estábamos en el primer grado de primaria de una escuela católica, hace más de 40 años, y al ingresar a clase era punto de maltratos e injurias de todas nosotras. Teníamos siete años de edad. El bullying o acoso y agresión entre los escolares no es un problema actual. Tiene años. Recuerde tan solo el libro de nuestro premio nobel Mario Vargas Llosa con el que obtuvo un galardón nacional: La ciudad y los perros, que muestra la violencia entre varones adolescentes, hasta promovida por los adultos, para reforzar su “virilidad”.


El reciente caso de Clinton Maylle (14) estudiante de un colegio público de San Juan de Lurigancho, agredido sistemáticamente por sus compañeros y al parecer postrado para siempre, puso el dedo en la llaga en un asunto cruel que adultos, autoridades, profesores y padres de familia deben resolver de una buena vez.


Incidencia
Un estudio de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, realizado en 2008 en Ayacucho, Cusco, Junín y Lima Este, precisa en sus resultados que la incidencia del bullying es de 47% entre los estudiantes de secundaria de las escuelas públicas; 34% no comunica a nadie la agresión y un 65% no le interesa defender a la víctima.
La agresión entre escolares, alerta la sicóloga Susana Frisancho Hidalgo, es un fenómeno presente en muchas escuelas de nuestro país.


“En su forma clásica, se trata de una violencia que puede ser directa -física- por ejemplo, o indirecta -rechazo y burlas hacia algún compañero- que es permanente en el tiempo y sucede entre una víctima y un agresor.”
La experta sostiene que son los varones quienes ejercen mayor agresión directa (golpes, robos de pertenencias, poner apodos), mientras que las mujeres utilizan más la indirecta (dejar de invitar a alguien a una fiesta, no hablar con esa persona, criticarla y burlarse de ella).


“El acoso escolar tiene graves consecuencias no solo para la víctima, sino también para el agresor. Está asociado, entre otras cosas, con pobres niveles de autoestima y autoconcepto, escasas habilidades sociales, conductas delictivas en la adolescencia y adultez, suicidio, y por supuesto problemas de adaptación a la situación escolar”, dice.
Los tipos de agresiones más frecuentes, según la investigación de la universidad de San Marcos, son los apodos, golpes, acosos, mensajes por e-mail, discriminación social y sexual, despojos de objetos.

Atención
La titular de la Dirección de Tutoría y Orientación Educativa (Ditoe), María Tereza Ramos, cuenta que la preocupación del sector por atender de forma sistemática este problema, se remonta a 2007.
Ese año, el Minedu emitió una resolución del sector por la que se impulsó la campaña Tengo derecho al buen trato, diseñada para evitar las agresiones y violencia entre escolares. Entonces, a través de informes que recogían de las defensorías del niño que funcionan en las escuelas, detectaron condiciones de riesgo para que se desarrollase el bullying.


Justamente, el trato inadecuado al estudiante de parte de los profesores, presencia de escolares que reclutan a otros para ser parte de una pandilla y venta de drogas en el interior de la escuela, se mencionaron en los reportes de ese año. Por ese motivo, esa instancia ministerial elaboró la propuesta Convivencia y disciplina escolar democrática.
La funcionaria a cargo de la Ditoe detalla que, desde hace un año, 66 instituciones educativas desarrollan la propuesta como pilotos, a escala nacional. “Creamos un comité de convivencia, en cada una de ellas, para ejecutarla”, explica Ramos.


A la fecha, ya pueden verse los resultados, dice la funcionaria. Por ejemplo, que allí en donde es activo el liderazgo de directores y maestros, las relaciones entre los estudiantes mejora notablemente; y que se comprometen también las instancias de participación de los escolares que existen dentro de las escuelas.
Eusebio Quispe Palomino, director del colegio Juan Velasco Alvarado, relata que si bien la sangre no llegó al río en la escuela que dirige, los problemas de violencia disminuyeron notablemente en comparación con los que se presentaron durante sus primeros años de gestión, que data de 1999. “El director es líder, pero la gestión es compartida”, asevera.
Y es que el secreto, afirma, se encuentra en el trabajo conjunto que realizan con los progenitores. Ellos, que provienen de zonas andinas y que viven en los alrededores del colegio instalado en el centro mismo del asentamiento humano José Carlos Mariátegui, una zona reconocida como de extrema pobreza, acuden a la Escuela para Padres con positivos resultados.


Pero también funciona por las competencias y habilidades de los docentes, quienes no solo se capacitan en temas relacionados directamente con el bullying, sino también para aspirar a la Carrera Pública Magisterial. Trece de los 74 maestros que existen allí son parte de ella, lo que les fortalece su capacidad para resolver casos que se presentan sobre agresiones.


Acciones
La propuesta Convivencia y disciplina escolar democrática tiene, según Irma Paredes Loyola, responsable de tutoría del colegio Juan Velasco Alvarado, dos acciones que considera importantes: la articulación del trabajo entre los docentes de primaria y secundaria, y la elaboración conjunta de un código de ética entre el tutor del aula y sus alumnos, que no es obligatorio, pero que se elabora por decisión de los estudiantes. Este instrumento, es reconocido por ellos como propio, y por tanto se comprometen más a su cumplimiento.


Sin embargo, para el director Quispe Palomino, existe una debilidad que puede poner en riesgo el éxito de la propuesta. Se refiere al poco monitoreo que realiza la Unidad de Gestión Educativa (Ugel) Nº 5 al proceso de trabajo. El maestro dice que este tendría que ser con mayor periodicidad para conocer los logros y los nudos de la implementación.


Otra debilidad, creemos, es que no existen denuncias de escolares o padres de familia sobre el tema, por lo que la Comisión de Atención de Denuncias y Reclamos (CADER) no tiene data que muestre la realidad del bullying. Esta dificultad no permite que los sectores involucrados en la solución actúen de manera coordinada y en respuesta de una política pública. Una tarea urgente por realizar.


Capacitación
El Estado, desde el Minedu, desarrolla en estos momentos un curso de capacitación en Lima y Callao para directores, subdirectores de primaria y secundaria, y los coordinadores de tutoría, con el fin de de que reconozcan cómo se manifiesta el acoso y la agresión entre los escolares, cuáles son las causas, y cómo deben asumir su liderazgo.
Nos interesa que el buen trato sea una práctica extendida, que las relaciones interpersonales no se desarrollen en un marco de acoso y agresividad escolar, tanto en la escuela pública como privada.
Por eso, estamos profesionalizando la carrera docente y los capacitamos en el contexto de las competencias pedagógicas, en el conocimiento del desarrollo cognitivo y socio emocional de los diferentes grupos de estudiantes, porque el que conoce al alumno, lo entiende y atiende en forma adecuada.

Sondeo
1 La muestra del estudio de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, fue de 916 escolares.

2 Los lugares más frecuentes en donde se registra la agresión son en el salón de clases, durante el recreo, baños y salida de la escuela.

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