TRIBUNA ABIERTA
Con la educación ganamos todos
Por Jorge Yzusqui
Publicado en Gestión
El título de este artículo, creo, es irrebatible. Sin embargo, y pese a lo evidente del aserto, aún se invierte poco en mejorarla, porque el retorno es de largo plazo y porque el sentido de urgencia es insuficiente.
El Estado invierte poco capital político en la tarea educadora, debido quizás a la complejidad de vencer la inercia instalada, y porque, electoralmente, parece más rentable destinar los recursos a obras públicas. De otra parte, y lamentablemente, la ciudadanía prefiere muchas veces cemento y fierro, quizás porque desconfía de la capacidad y honestidad del Estado. Y porque para los pobres es ya un triunfo que sus hijos vayan al colegio, pues desconocen todavía que la calidad educativa es una condición para vivir en el siglo XXI.
Ahora bien, la experiencia nacional e internacional nos señalan que los empresarios podemos actuar directamente para lograr cambios fundamentales, pues no dependemos sino de los límites que nosotros mismos nos tracemos. Y, si bien es cierto que hay iniciativas importantes en este ámbito, todavía se necesita mayor apoyo y más compromiso empresarial.
Los programas exitosos de mejora de la educación, impulsados desde el sector privado, demuestran que no hay impedimentos insalvables, es cierto. Pero, claro, no pueden mover todo el sistema. Para que ello ocurra, necesitamos políticas públicas y gestión eficiente a todo nivel: nacional, regional y municipal. De igual forma, se requiere de políticas que incentiven y propicien las alianzas público-privadas, pues ellas se convertirán en los verdaderos motores del cambio.
Los empresarios –individualmente o a través de nuestras organizaciones- podemos aportar nuestra experiencia en management, comprometer tiempo y recursos, para acompañar esta transformación que exige garantizar estándares que aspiren a la excelencia. Y ello, hay que decirlo, ya se está percibiendo de forma notable en iniciativas como Fe y Alegría, Enseña Perú, Empresarios por la Educación, Escuelas Exitosas, Matemáticas para Todos, Leer es estar Adelante, y otras, que, aunque importantes, siguen siendo insuficientes, pues todavía no cubren ni el 1% de la totalidad del sistema educativo público.
Por estas razones, deberíamos generar un sentido de urgencia en torno a este gran tema nacional y que es prioritario desde cualquier punto de vista. Ningún cambio es posible sin un sentido de urgencia, el cual, debo añadir, tiene que ser grande y extendido, debido a la complejidad del reto y a la magnitud del cambio que se reclama.
Por lo demás, huelga decir que el costo de la inacción sería demasiado alto. En esta línea de pensamiento, exhorto a quienes lean estas líneas a que pongamos todos de nuestra parte para que la educación deje de ser la séptima prioridad en la opinión pública (según revela una encuesta de la Universidad Católica). Renovemos paradigmas. Modifiquemos comportamientos. Desarrollemos nuevas competencias. Asumamos nuestro compromiso.
Por Jorge Yzusqui
Publicado en Gestión
El título de este artículo, creo, es irrebatible. Sin embargo, y pese a lo evidente del aserto, aún se invierte poco en mejorarla, porque el retorno es de largo plazo y porque el sentido de urgencia es insuficiente.
El Estado invierte poco capital político en la tarea educadora, debido quizás a la complejidad de vencer la inercia instalada, y porque, electoralmente, parece más rentable destinar los recursos a obras públicas. De otra parte, y lamentablemente, la ciudadanía prefiere muchas veces cemento y fierro, quizás porque desconfía de la capacidad y honestidad del Estado. Y porque para los pobres es ya un triunfo que sus hijos vayan al colegio, pues desconocen todavía que la calidad educativa es una condición para vivir en el siglo XXI.
Ahora bien, la experiencia nacional e internacional nos señalan que los empresarios podemos actuar directamente para lograr cambios fundamentales, pues no dependemos sino de los límites que nosotros mismos nos tracemos. Y, si bien es cierto que hay iniciativas importantes en este ámbito, todavía se necesita mayor apoyo y más compromiso empresarial.
Los programas exitosos de mejora de la educación, impulsados desde el sector privado, demuestran que no hay impedimentos insalvables, es cierto. Pero, claro, no pueden mover todo el sistema. Para que ello ocurra, necesitamos políticas públicas y gestión eficiente a todo nivel: nacional, regional y municipal. De igual forma, se requiere de políticas que incentiven y propicien las alianzas público-privadas, pues ellas se convertirán en los verdaderos motores del cambio.
Los empresarios –individualmente o a través de nuestras organizaciones- podemos aportar nuestra experiencia en management, comprometer tiempo y recursos, para acompañar esta transformación que exige garantizar estándares que aspiren a la excelencia. Y ello, hay que decirlo, ya se está percibiendo de forma notable en iniciativas como Fe y Alegría, Enseña Perú, Empresarios por la Educación, Escuelas Exitosas, Matemáticas para Todos, Leer es estar Adelante, y otras, que, aunque importantes, siguen siendo insuficientes, pues todavía no cubren ni el 1% de la totalidad del sistema educativo público.
Por estas razones, deberíamos generar un sentido de urgencia en torno a este gran tema nacional y que es prioritario desde cualquier punto de vista. Ningún cambio es posible sin un sentido de urgencia, el cual, debo añadir, tiene que ser grande y extendido, debido a la complejidad del reto y a la magnitud del cambio que se reclama.
Por lo demás, huelga decir que el costo de la inacción sería demasiado alto. En esta línea de pensamiento, exhorto a quienes lean estas líneas a que pongamos todos de nuestra parte para que la educación deje de ser la séptima prioridad en la opinión pública (según revela una encuesta de la Universidad Católica). Renovemos paradigmas. Modifiquemos comportamientos. Desarrollemos nuevas competencias. Asumamos nuestro compromiso.
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