jueves, 7 de enero de 2010

ASOCIADOS

La gestión pública en una sociedad democrática
Por Idel Vexler - Correo

En muchos foros y otros espacios de reflexión, crítica y propuesta se expresa, con derecho, que los gestores públicos no escuchan las observaciones y sugerencias provenientes de los actores de la sociedad.

Por cierto, para que una gestión sea eficiente y transparente, debe tener en cuenta con tolerancia, apertura y pluralidad los diferentes puntos de vista, a fin de mejorar la concepción y ejecución de los procesos y acciones de la administración nacional, regional y local. Naturalmente, desde la perspectiva del mejoramiento y sostenibilidad de la calidad de vida de la población.

Sin embargo, es conveniente precisar que una cosa es buscar influir en las políticas públicas y otra es pretender que todas las contribuciones necesariamente se tengan que convertir en decisiones. Es más, algunos aportes, sin duda bien intencionados, en varios casos no siempre son pertinentes y tampoco son viables técnica, administrativa o financieramente.

De otro lado, es indispensable señalar que existen buenas propuestas que compartimos todos para el desarrollo nacional. Pero para su programación y ejecución se requiere de normas y procedimientos flexibles, así como de comportamientos no burocráticos, en el marco de una reforma integral del Estado. Tarea pendiente que debemos impulsar conjuntamente.

Llama la atención que algunos directivos y especialistas, cuando fueron funcionarios de la gestión pública, sostenían que las políticas y medidas de las cuales eran partícipes estaban bien encaminadas. Pero cuando dejaron de serlo, todo se volvió deficiente y no inteligente.

Coincidimos con Emilio Tenti (educador argentino) cuando afirma que la participación supone un escenario con actores y estrategias, donde se identifican problemas, se elaboran agendas y se toman decisiones en relación con reglas y recursos.

En consecuencia, lo que corresponde es promover un encuentro permanente entre el Estado y la sociedad civil mediante el diálogo democrático, respetuoso y sobre todo responsable. En este contexto debe valorarse -en el marco de la libertad de prensa- el rol que juegan los medios de comunicación para fortalecer la democracia, la ciudadanía, la calidad de la gestión y la ética pública.

Por todo lo señalado, se hace necesario el reconocimiento mutuo de logros, avances, errores y desafíos pendientes para caminar juntos hacia el progreso sostenido de nuestro país, teniendo en cuenta la diversidad nacional y el mundo globalizado.

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