jueves, 7 de enero de 2010

ASOCIADOS

Luces y sobras de la educación peruana en la década que termina
Por Luis Miguel Saravia C.

Pasito a paso otra vez como el verso del vals, terminamos un año y empezamos otro sin percatarnos que ha pasado una década, la primera del siglo XXI. El tiempo y el país nos debería interpelar sobre lo que hicimos y dejamos de hacer en educación, después de gastar tanto discurso, tanta palabra de circunstancia, tanta propuesta vana, presupuesto magro para estar menos mal y un poco mejor que en la década pasada.

Pasaron diez años y seguimos planteando lo mismo sin tener capacidad de autocrítica, sin respetar al otro que por sus ideas tiene derecho a opinar y plantear aquello que legalmente debe hacerse en la educación en un país que dice vivir en democracia...

Podremos mostrar un aumento en la cobertura de matrícula, pero ésta ¿qué significa en un país diverso, intercultural?; mejores aprendizajes, pero aún no despegamos de las últimos lugares de rendimiento en el sistema de evaluación latinoamericana; que se han hecho ajustes, reajustes y nuevas propuestas en el DCN; que hemos vadeado la confrontación de las propuestas oficiales con un juicio de jueces internacionales; que preferimos a profesionales no docentes, en lugar de hacer equipos interdisciplinarios en donde el docente tenga el mismo nivel de exigencia que los consultores y expertos que pontifican sobre educación e ignoran o empiezan recién a conocer lo que es la cultura pedagógica, la cultura escolar. Lo real y concreto es que en esta década que se presentaba tan promisoria, en educación se ha fracaso nuevamente. Vivimos de paradojas y hoy un ex ministro se rasga la vestiduras cuando se trata de reajustar los sueldos del personal docente universitario y urge se derogue el Decreto Ley 882, cuando él no tuvo el coraje de hacerlo a inicios de la década y no lo hizo. Como la letra del tango “¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! ¡Lo mismo un burro, que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, ¡da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón!....”

Así estamos en esta década que ha pasado. Habíamos derrotado al dictador recubierto de democracia, pero con un Rasputín de asesor, que no tuvo ningún reparo en hacerse del Estado peruano, contaminando la administración pública de la corrupción monda y lironda; que destruyó la estructura institucional de lo más representativo del país. Hubo toda una caterva de seguidores. Hoy todos juzgados, cumpliendo penas. ¿Y en educación? hizo creer el gobernante que tuvo como emblema “honradez, tecnología y trabajo”, e hizo todo lo contrario. Se escondieron e ignoraron los resultados de las pruebas de LLECE y se hizo creer a la opinión pública que el Perú tenía la mejor educación de América Latina. Iniciando la década cayó el telón y nos mostró la realidad educativa del país. Somos los últimos en América Latina en Comunicación Integral y en Lógico Matemáticas. Estigma que nos ha quedado y que se torna un complejo en lo que se refiere a política educativa. Se diseñó la llamada Emergencia Educativa que tenía como finalidad revertir el fracaso escolar en la Educación Básica Regular y disminuir las brechas de inequidad para promover una sociedad educadora comprometida con la educación nacional. En este marco y en esta etapa, el Programa de Emergencia Educativa, considera importante poner énfasis en el desarrollo de las capacidades comunicativas para lograr que los niños, niñas y adolescentes de nuestro país, en especial los más pobres y vulnerables, mejoren sus capacidades para leer, escribir y expresar en diferentes lenguajes lo que piensan y sienten, además de que construyan su razonamiento lógico-matemático para resolver problemas y se desarrollen como ciudadanos éticos con el respaldo del Estado y la ciudadanía. Muchas buenas intenciones se jugaron entonces, pero no se contaba con el juego político, ni se “blindó” lo planificado de manera que los procesos políticos venideros arrasaran lo iniciado y no dejaran apreciar los resultados. La constatación está a la vista. Seguimos en “emergencia” y las autoridades ni se sonrojan ni se autocritican que así sea. Todo lo contrario, soberbiamente –igual que el Presidente- siguiéndole la corriente, se lanzan al Colegio Mayor… ¿se hicieron estudios? ¿por qué dispersar y no concentrar esfuerzos para que la educación sea más equitativa?

La “reconstrucción educativa” del país empezó en el momento que se nombró un gobierno de transición encabezado por el Dr. Valentín Paniagua. En el Ministerio de Educación se empezó a planificar, más allá de la realidad encontradaza, lo que debería ser la educación de la década en adelante. Y como en la época de Basadre en el siglo pasado se hizo una Encuesta Educativa, en esta oportunidad se realizó una Consulta Nacional. Un esfuerzo diseñado por peruanos, dirigido y ejecutado por compatriotas incluyendo –tal vez fue la primera y única que vez que empezamos a constatar la inclusión- a todos los de los poblados, los distritos, las provincias, los departamentos del país. Tomando el sentir de los beneficiarios de la política educativa, el pueblo. Se iniciaba así una nueva forma de construir la política educativa nacional. Fruto de ello quedan dos tomos que nos recuerdan lo encontrado. “Puertas Abiertas. Consulta Nacional de Educación 1 y 2 (Lima, Mayo de 2002) “Ahí están, esperando que alguien actualice sus cifras, que actualicen sus conclusiones y recomendaciones. Pero siguiendo la miopía de gobiernos anteriores y el complejo adánico, se quiere ser innovador en un campo en donde ya se hicieron los diagnósticos suficientes, pero no se muestra ningún resultado. Por el contrario quien ose decir lo contrario puede ser anatematizado. Gajes del poder insensible, de discursos sin sentido, de palabras gastadas de tanto trajinar políticamente.

De otro lado el movimiento gremial, consideramos, no se supo poner al nivel de las circunstancias, por el contrario cayó en la celada tendida. Ponerse a nivel de las circunstancias no significaba “batir palmas” sino responder creativamente, innovadoramente, frente a los problemas que sabemos son fruto de la aplicación de modelos en donde el desarrollo humano no cuenta, todo lo contrario... ¿Qué resultados pueden mostrar las mesas de trabajo? ¿Cuál es el aporte pedagógico a la política educativa nacional? Lo reivindicativo, traducido en ajustes salariales, no forma únicamente el listado de las preocupaciones del gremio. Pensar así es tener una visión recortada del rol sindical. El sindicato tiene superiores objetivos que deben distinguirse desde la dirección nacional. Acciones inmediatas: la unión de los trabajadores para defender mejor sus derechos y, lograr mejores condiciones de trabajo para sus agremiados. Las anteriores acciones mediatas se refieren a la transformación del Estado con el objetivo de que éste proporcione mejores condiciones de vida a los trabajadores; lo que se convierte en acciones de carácter político. ¿Por qué confundir planos? ¿Cuánto se ha progresado en la década en acciones inmediatas y mediatas? Si bien las opciones políticas son derechos ciudadanos, la institucionalidad sindical no debería complicar su finalidad. El desgaste sindical de la década se debería a esta confusión de planos y a una práctica poco democrática en la toma de decisiones. El liderazgo se gana con ideas claras y prácticas políticas transparentes. Muchos maestros se preguntan ¿en qué se diferencia el sindicato de ahora del que fundó Horacio Zeballos? ¿Por qué se ha caído en el juego de asumir al sindicato como sinónimo de un partido político y no se reivindica y reafirma el carácter de frente único sindical? Ya en abril de 1985 se reclamaba desarrollar desde las bases una evolución objetiva de las luchas del SUTEP para señalar con claridad los errores y aciertos, superando las evaluaciones triunfalistas que fueran ilusiones en las bases y ocultan los errores de conducción. ¿Qué se hizo en todo este tiempo? No todo el tiempo se puede seguir viviendo a la sombra de las luchas históricas emprendidas desde su fundación.

Así sin oposición valedera, pero sí adaptándose a la coyuntura los regímenes democráticos que nos gobernaron en la década, “mecieron” cualquier iniciativa que surgiese en el camino. ¿Es parte de la idiosincrasia política?
El Acuerdo Nacional que en su Segundo Objetivo: EQUIDAD Y JUSTICIA SOCIAL, trata sobre la educación “12.- Acceso universal a una educación pública gratuita y de calidad y promoción y defensa de la cultura y del deporte”. En sustancia expresa: “Nos comprometemos a garantizar el acceso universal e irrestricto a una educación integral, pública, gratuita y de calidad que promueva la equidad entre hombres y mujeres, afiance los valores democráticos y prepare ciudadanos y ciudadanas para su incorporación activa a la vida social. Reconoceremos la autonomía en la gestión de cada escuela, en el marco de un modelo educativo nacional y descentralizado, inclusivo y de salidas múltiples.”
El Acuerdo Nacional es el conjunto de políticas de Estado elaboradas y aprobadas sobre la base del diálogo y del consenso, luego de un proceso de talleres y consultas a nivel nacional, con el fin de definir un rumbo para el desarrollo sostenible del país y afirmar su gobernabilidad democrática. Fue suscrito en un acto solemne en Palacio de Gobierno, el 22 de julio de 2002. Quienes lo suscribieron se comprometieron a observarlo. La sociedad civil a través de sus instituciones lo construyó, luego de un oscurantismo de la última década del siglo pasado. Los resultados son magros como es magra nuestra democracia. “Los peruanos queremos democracia, pero no creemos en ella, por eso hemos hecho poco por ella” (Carlos Urrutia. La Primera.26.12.09). Qué dura sentencia, pero es una verdad que se dice a media voz. Mucho sometimiento al mercado, a las relaciones sociales y también a viejas formas de hacer política. Los líderes de hoy no están a la altura de lo que demanda el país. Se quedan en discursos, denuncias, escandaletes y no hacen nada ni se juegan por ejemplo por la educación. Se contenta con poco al decir que se ha puesto la educación en la opinión pública, sin reparar que es un derecho el que nos asiste.
Una década y el país sólo ha prestado atención al desarrollo económico, a las reglas del mercado. Como dice Urrutia “Cuando el Latinobarómetro muestra que la mitad de los peruanos no confía en la democracia nos plantea el desafío de entender que una democracia seria sólo puede ser obra de demócratas y en esto, debemos reconocer que con menos del 4% de presupuesto nacional invertido en educación nunca seremos una sociedad de demócratas sino un paraíso de tránsfugas y pistachos.” (Carlos Urrutia. La Primera.26.12.09) ¿Por qué si lo teníamos todo para hacer la revolución educativa? ¿Qué intereses existen que no permiten que se priorice la educación del país? ¿Qué pasó con la llamada clase política? ¿Quiénes se dejaron cautivar por los cantos de sirena del liberalismo y dejaron sus principios e ideología en el desván?

El Consejo Nacional de Educación elaboró el Proyecto Educativo Nacional en cumplimiento del art. 81 de la ley general de Educación, luego de un proceso de diálogos y consultas ciudadanas en todo el país. Tiene como base las políticas acordadas en el Acuerdo de Gobernabilidad del Foro del Acuerdo Nacional, en la Ley General de Educación 28044, en el Plan de Educación para Todos, entre otros. Sin duda un documento que parte de una visión de país vinculada a la educación que queremos. Verdaderamente en algunos casos un documento profético cuando dice “Nuevos desarrollos científicos y tecnológicos y novedosas circunstancias en el comercio mundial abren para el Perú un amplio horizonte de oportunidades y desafíos. La revolución informática se ha acondicionado no sólo en el mundo productivo y financiero sino en parte de nuestro paisaje cotidiano por medio de la masificación del acceso a Internet y a sus aplicaciones derivadas, a pesar que la tasa de equipos informáticos por población en todavía baja. La globalización, por lo demás, tiene sus rigores y sus promesas, y es en esa doble dimensión que hay que considerar la paulatina incorporación de nuestro país a las formas más abarcadoras de la economía global. La integración comercial es un reto por asumir y al mismo tiempo una ventana de oportunidades por aprovechar, construir o moldear para beneficio de nuestra población”. (PEN, pág.21.). Perro no se trata de cualquier desarrollo el que debe optar nuestro país. Al respecto el PEN lo tiene muy claro y lo expresa: “Ser conscientes de esos recursos y potencialidades nos invita a cultivar visiones optimistas de nuestro futuro. Proponernos tener en un plazo definido un país donde la realización plena de las personas sea una posibilidad cierta. No significa, por tanto, plantear un fin inalcanzable sino señalar un conjunto de metas que debemos y podemos realizar. ¿Cómo es esa visión realizable? ¿Cuáles son sus posibles componentes? La transformación nacional que vislumbramos contiene elementos muy numerosos y sobre todo plantea la consolidación del desarrollo humano. A partir de ahí hay que afirmar avances concretos, que sirvan a ese fin mayor, en las cuatro siguientes dimensiones: desarrollo económico y competitividad; bienestar y equidad; afirmación de la institucionalidad democrática; reforma del Estado e integración territorial, social y cultural del país. El desarrollo humano constituye, en rigor, el gran horizonte del país que deseamos construir; abarca y da sentido a las demás transformaciones necesarias. Su contenido es ético y está dirigido a hacer del Perú una sociedad en la cual nos podamos realizar como personas en un sentido integral. En esta noción están contemplados los ideales de justicia y equidad que resultan, a fin de cuentas, los principios que dan legitimidad a una comunidad.” (PEN, pág.22)

Cada capítulo y parte del PEN son propuestas para desarrollar pensando en el 2021. Pero eso supone contar no sólo con el Consejo Nacional de Educación (CNE), creado en el año 2002, como un organismo plural y autónomo constituido para promover la cooperación entre la sociedad civil y el Estado, en la formulación, análisis y evaluación de los objetivos, políticas y planes para el desarrollo de la educación, a mediano y largo plazo; sino además con grupos de instituciones, de personas que hagan suyo el PEN y lo desarrollen. El CNE ha trabajado en esta labor de manera tesonera, sin embargo no ha sido acompañado por quienes desde el Estado le deben brindar su apoyo no sólo económico sino político. Nuevamente encontramos ambiciones, tendencias, para que prevalezcan posiciones individualistas antes que lo que se ha logrado por consenso. Quienes deben asumir el rol desde el Estado ahora ignoran el rol del CNE y por lo tanto, retrasan la consecución de objetivos y responden como la veleta de acuerdo no a intereses nacionales sino de acuerdo a los particulares. Muchos que tienen el poder olvidan que la educación es un derecho sustantivo de la persona y que por lo tanto se debe trabajar y plantear medidas para que se logren niveles más altos de educación para mejorar tanto la conducta social como la cultura económica de los peruanos, como elementos básicos para desarrollar la producción encaminada a incrementar el nivel de vida de la población. De acuerdo al grado de educación que alcancemos, será el desarrollo socioeconómico de nuestra sociedad. No con iniciativas brotadas del humor presidencial como el Colegio Mayor Secundario Presidente de la República, se alcanzarán las metas previstas en el PEN.

Se han olvidado tanto los funcionarios del Ministerio de Educación y el Presidente de la República que la educación no puede ser manejada políticamente o por políticos, sino en forma técnica/científica, pues toda medida que se diseñe debe partir de una base analítica e investigativa, de acuerdo a la importancia que tiene la educación hoy y para el futuro de los valores de la sociedad. Por ello educar es una actividad científica/académica, no política.

Pero todo esto requiere un inmenso sentido de dignidad humana, que se rebele contra la mediocridad, que no sea conformista, que lleve a cambios en el Estado para que recupere su dimensión pública. Esto significa promover la democratización y la eficiencia en las entidades y los funcionarios estatales. El Ministerio de Educación no puede seguir siendo la última entidad en renovarse. Debe de institucionalizar un modelo de gestión pública moderno, descentralizado y abierto a procesos de control, de evaluación permanente, de rendición de cuentas y participación ciudadana. La función pública debe profesionalizarse para desburocratizarla reorganizándola territorialmente. ¿Cuántas veces en el decenio hemos escuchado esto? ¿Por qué no se atreven a diseñar zonas de desarrollo educativo planificado con funcionarios profesionales, calificados? La educación nacional no requiere funcionarios “si señor” que se protegen en la designación “de confianza”.Requerimos funcionarios ciudadanos, que trabajen por el bien común; el sindicato, sin renunciar a su lucha por sus derechos, debe constituirse en vigilante de la función pública, sin la interferencia política que mediatiza toda decisión y crea bolsones de componendas. Instituciones ciudadanas que permanezcan vigilantes del bien común. Todo ello requiere una reforma institucional, más participación ciudadana y una innovación de la gestión pública que implica redefinir funciones y competencias, optimizando los recursos del Estado y generando políticas para incrementar la calidad, eficiencia y transparencia, implementando nuevas tecnologías de información y comunicación y promoviendo técnicas modernas de gestión y dirección.

Pero cuando no se tiene el coraje de cambiar la situación se recurre a los lugares comunes de todos los años. Así dijo el ministro el 30 de diciembre “…, que para el establecimiento de las prioridades educativas del país se tomó en cuenta, como base fundamental, los objetivos estratégicos planteados en el Proyecto Educativo Nacional al 2021. Detalló, que los principales ejes fueron, son y serán ampliar el cuidado en la calidad educativa y el acceso a ella, reducir el analfabetismo por debajo del 4 por ciento, ampliar los programas y servicios de educación Inicial y Primaria, así como mejorar la infraestructura educativa de los colegios públicos del país. Nuestra responsabilidad es garantizar el derecho a una educación, eficiente, inclusiva y de calidad, a 6 millones y medio de escolares que estudian en 70 mil instituciones educativas del Estado, a cargo de 315 mil docentes, dijo el Ministro de Educación. En ese sentido, señaló que cuidar el acceso al magisterio significa los procesos de evaluación, donde se estableció la mínima nota 14 que ahora aceptan la mayoría de los maestros. Estamos en camino de consolidar en nuestra patria una auténtica y verdadera cultura de las evaluaciones, agregó Cheng Escobedo (Portal Ministerio de Educación 30.12.09). Pero días antes su vice ministro de gestión pedagógica anunció como buen burócrata que “el próximo año se aumentará la cobertura de la educación inicial; se disminuirá la brecha entre la educación rural y la educación urbana, se fortalecerá la formación integral de calidad en colegios públicos y privados no permitiendo la instrucción preuniversitaria en muchos colegios privados; se mejorará la gestión descentralizada para que sea eficiente y ética; y se fortalecerá la educación intercultural bilingüe.” (EL PERUANO. 30.12.09). El otro vice ministro el de gestión institucional, para no quedarse sin declarar, había anunciado en el mismo portal “La primera semana de enero la Comisión de Atención de Denuncias y Reclamos (CADER) dará a conocer una nueva lista de docentes sentenciados por el Poder Judicial por cometer actos de acoso, hostigamiento y/o violación sexual en agravio de sus alumnos”. (Portal Ministerio de Educación 28.12.09)..

¡Qué espectáculo! Este es el mensaje de quienes tienen a su cargo la educación nacional. Más de lo mismo que sabemos será un saludo a la bandera. Con qué espíritu se podrá asumir el lema del próximo año "Año de la Consolidación Económica y Social del Perú" ¿Qué se consolidará? ¿La inequidad?, ¿la exclusión?; ¿la marginación?; ¿la hegemonía centralista del presupuesto?; ¿la corrupción?; ¿el maltrato a los maestros?
Una década ha pasado y un baldón para nuestra sociedad en el campo de la educación. Nos prometieron tanto y tan poco hicieron. ¿La historia los juzgará? (31.12.09)

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