TRIBUNA ABIERTA
Cerrar el mercado: equivocada solución al tema universitario
Por Alfredo Miró Quesada Howard
Cerrar el mercado a la autorización de nuevas universidades es justo lo contrario a lo que debe hacerse. Al revés, debemos generar las condiciones para que en el Perú se autoricen proyectos universitarios serios dirigidos por grupos prestigiosos de personas, con la finalidad de educar a la constantemente creciente población de estudiantes universitarios que el país necesitará para modernizarse y ser competitivo.
El problema no es cantidad: necesitaremos más y mejores universidades. El problema es la mala calidad de la educación de las muchas universidades existentes que el Conafu ha autorizado ligeramente y que ni el Ejecutivo ni nadie supervisa: Ministerio de Educación, Indecopi, colegios profesionales, gobiernos regionales, medios de comunicación, entidades acreditadoras, la comunidad en general, etc. Nadie se preocupa por ellas.
El cerrar el mercado nos dará la falsa idea de que hemos resuelto el problema acertado; al revés: limitaremos la oferta, eliminaremos la sana competencia, nos descuidaremos y no construiremos efectivos elementos de control de la calidad y costo de la educación, y dejaremos que seudouniversidades –públicas y privadas– se hagan poderosas y se perpetúen al no tener ningún antagonista que las rete a mejorar; que les mueva el suelo.
Cerrando el mercado les estamos dejando la cancha libre, marcada y sin competidores a las seudouniversidades que están satisfaciendo a jueces y honrando a congresistas, para que sigan con estas prácticas. Estaremos propiciando universidades de baja calidad y altos costos, que lejos de educar, son un pésimo ejemplo para los estudiantes.
La única solución que ha resultado efectiva en la mayor parte de los países con educación universitaria de calidad, ha sido un correcto proceso de autorización en manos del Ejecutivo –y con el apoyo de entidades especializadas– y con procesos periódicos y permanentes de autoevaluación y acreditación de la educación universitaria en manos de entidades acreditadoras independientes del Estado y de las mismas universidades.
Evitemos enfocarnos en el problema equivocado. Centrémonos en todo lo que apoye a mejorar la calidad de la educación universitaria. No olvidemos que si queremos un país competitivo en un mundo moderno y altamente globalizado, necesitaremos más y mejores universidades. En este sentido, estamos en el momento de oro para reaccionar y crear una institucionalidad universitaria de calidad.
Por Alfredo Miró Quesada Howard
Cerrar el mercado a la autorización de nuevas universidades es justo lo contrario a lo que debe hacerse. Al revés, debemos generar las condiciones para que en el Perú se autoricen proyectos universitarios serios dirigidos por grupos prestigiosos de personas, con la finalidad de educar a la constantemente creciente población de estudiantes universitarios que el país necesitará para modernizarse y ser competitivo.
El problema no es cantidad: necesitaremos más y mejores universidades. El problema es la mala calidad de la educación de las muchas universidades existentes que el Conafu ha autorizado ligeramente y que ni el Ejecutivo ni nadie supervisa: Ministerio de Educación, Indecopi, colegios profesionales, gobiernos regionales, medios de comunicación, entidades acreditadoras, la comunidad en general, etc. Nadie se preocupa por ellas.
El cerrar el mercado nos dará la falsa idea de que hemos resuelto el problema acertado; al revés: limitaremos la oferta, eliminaremos la sana competencia, nos descuidaremos y no construiremos efectivos elementos de control de la calidad y costo de la educación, y dejaremos que seudouniversidades –públicas y privadas– se hagan poderosas y se perpetúen al no tener ningún antagonista que las rete a mejorar; que les mueva el suelo.
Cerrando el mercado les estamos dejando la cancha libre, marcada y sin competidores a las seudouniversidades que están satisfaciendo a jueces y honrando a congresistas, para que sigan con estas prácticas. Estaremos propiciando universidades de baja calidad y altos costos, que lejos de educar, son un pésimo ejemplo para los estudiantes.
La única solución que ha resultado efectiva en la mayor parte de los países con educación universitaria de calidad, ha sido un correcto proceso de autorización en manos del Ejecutivo –y con el apoyo de entidades especializadas– y con procesos periódicos y permanentes de autoevaluación y acreditación de la educación universitaria en manos de entidades acreditadoras independientes del Estado y de las mismas universidades.
Evitemos enfocarnos en el problema equivocado. Centrémonos en todo lo que apoye a mejorar la calidad de la educación universitaria. No olvidemos que si queremos un país competitivo en un mundo moderno y altamente globalizado, necesitaremos más y mejores universidades. En este sentido, estamos en el momento de oro para reaccionar y crear una institucionalidad universitaria de calidad.
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