jueves, 10 de diciembre de 2009

ARTICULOS DE ASOCIADOS

Un voucher por aula rural
Por León Trahtemberg - blog

El sistema voucher o cheque escolar que funciona en varios países desarrollados y más cercanamente en Chile, está pensado en darle la oportunidad a los padres de escoger el colegio en el que desean que se eduquen sus hijos, manteniendo la educación gratuita. Para ello el estado les entrega a los padres un cheque por el costo de la pensión escolar de su hijo. Eso no solo traslada el control de la actividad educativa desde la oferta (colegios, maestros, estado) hacia la demanda (padres), sino que crea un mecanismo de mercado para mejorar la calidad por vía de la competencia entre colegios para captar alumnos.
Algunos critican este sistema porque introduce mecanismos de mercado a la educación pública y porque permite gasto público en colegios privados lucrativos. Pero, no es el objetivo de este artículo discutir ese punto sino la viabilidad de utilizar el concepto del voucher como mecanismo para ser aplicado en un escenario totalmente diferente, en el que no hay mercado educativo ni competencia ni educación privada. Es el de la educación rural en la que hay más de 25,000 aulas multigrado y unidocentes. Es decir, aulas con 20 a 40 niños de diversos grados de primaria, muchas veces a cargo de un solo profesor cumpliendo el parámetro estatal de la relación entre alumnos y profesores: por cada 25 alumnos les corresponde un maestro.
El problema con esta asignación de docentes es que en muchos lugares no se cumple, quedándose sin profesores, lo que da lugar a permanentes frustraciones y reclamos de los habitantes rurales. Por otro lado, las que tienen derecho a un profesor contratado, lo reciben tardiamente y éste recibe su paga varios meses después de iniciadas sus funciones. Además, no tiene vivienda, materiales educativos, recursos para infraestructura, ni acompañamiento profesional para encarar los mil problemas de trabajo en las zonas rurales. En suma, dentro de la mediocridad de la educación pública, los urbanos de las capitales son los príncipes y los habitantes de zonas rurales son los mendigos.
¿Qué pasaría si se cambiara el sistema de financiamiento de los colegios rurales usando los vouchers? Es decir, que el estado le asignase a cada comunidad una suma por aula, digamos 10,000 dólares al año, que cubra todos los costos educacionales, y que sea ella la que escoja a sus profesores, sistema de acompañantes, mejoramiento de la infraestructura, adquisición de materiales, vigilancia social, etc. Así, se les daría a las comunidades la autonomía para administrar sus necesidades educativas, permitiendo la diversificación entre colegios que el estado es incapaz de hacer desde sus autoridades nacionales o regionales. Se acabarían los reclamos por falta de docentes, y el estado cumpliría el precepto constitucional de otorgar obligatoriamente educación gratuita a todos los niños del Perú, cosa que hoy en día no hace con cientos de miles de ellos.
Por otro lado, se aprovecharía la enorme experiencia acumulada por Institutos Superiores Pedagógicos de la sierra y selva (que el gobierno está obligando a cerrar con el uso de la estrategia perversa de la nota 14 para aprobar a los postulantes) y por las Facultades de Educación que trabajan la educación bilingüe intercultural, para que provean el acompañamiento a los docentes de las escuelas rurales que sus comunidades decidan contratar usando los recursos del voucher transferido por el estado.
Por su parte, el Minedu y el MEF que pierden el tiempo cada año viendo cómo recortan recursos para educación lamentándose que los alumnos especialmente rurales no aprenden nada, se limitarían a contar cuántas de estas aulas existen y colocarlas en el presupuesto con el consecuente incremento anual. Así, todos ganarían y se le daría a la comunidad rural o nativa la responsabilidad de administrar sus recursos, lo cual sin duda harán mejor que el distante y abrumado gobierno central.
Algunos dirán que este sistema puede producir filtraciones y que las comunidades no tienen la capacidad de administrar la educación de sus hijos. La pregunta es si el ministerio de educación la tiene. Sin duda, a la luz de las evidencias, no la tiene. ¿No es acaso preferible que de los 25,000 colegios unidocentes y multigrado, digamos 1/ 3 no sepa cómo hacer las cosas bien pero 2/3 sí sepan aprovechar muy bien esta oportunidad, a cambio de seguir observando década por década como el conjunto de la educación rural está absolutamente estancada en la más grande de las precariedades?
Las que hagan un buen atrabajo, que vuelen con sus propias alas. Las que no, que reciban la asesoría de la UGEL respectiva. Así el estado intervendría solamente adónde es imprescindible, en lugar de frenar las capacidades de todos aquellos que sí son capaces de hacer las cosas bien por sus propias manos.

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