ARTICULOS DE ASOCIADOS
¿Es bueno repetir de año?
Por Leon Trahtemberg
Publicado el 15/11/09 - blog
Hacer repetir de año a un alumno que no logra los objetivos el grado es un buen ejemplo de cómo las creencias intuitivas de las autoridades o gobernantes triunfan sobre las evidencias que trae la investigación científica, con las costosas consecuencias del fracaso que provocan en los alumnos. Este caso de la promoción social o automática versus la repitencia del grado en EE.UU. ha sido abordada por Jeffrey Pfeffer y Robert I. Sutton en su libro “Hard Facts, Dangerous Half-Truths, and total Nonsense” del Harvard Business School Press 2006, Pag 50-52
Allí sostienen que a raíz de la política de Clinton seguida luego por Bush de colocar estándares de aprendizaje más elevados para los alumnos en los colegios, -cosa que hizo aumentar la exigencia de los profesores a los alumnos-, aumentó también el número de alumnos que mostraban bajo desempeño, lo que llevó a Clinton a retomar la política de repitencia de grado para quienes no lograran los objetivos, rompiendo la política de promoción social (automática) pre existente, por la cual los alumnos avanzan en la escuela según su edad, manteniendo el mismo grupo social, independientemente de sus notas
Ni Clinton ni Bush apelaron a la historia del tema y a las investigaciones de décadas anteriores que mostraban inequívocamente que esto era contraproducente. En Chicago (1996) y Nueva York (1999) ya se había eliminado la promoción automática años atrás antes de que lo hiciera Clinton (1999). A pesar de que investigadores de nota como Robert Hauser en 1999 lo alertaron de los riesgos de dicha política, a la luz de la enrome cantidad de evidencias en contra que muestra que sólo se consigue maltratar a los niños,
Clinton y luego Bush no hicieron caso
La investigación acumulada muestra por un lado, que un alumno que no logró los objetivos del grado puede recuperarse con refuerzos adicionales en vacaciones; por otro lado, los repitentes se ven muy frustrados lo que afecta su motivación para el trabajo en los años siguientes. Hay al menos 55 investigaciones que muestran que los alumnos que sí fueron retenidos de año comparados con los que no fueron retenidos, tienen 70% más de fracaso y deserción escolar que los no repitentes. A eso se agrega la sobrepoblación del grado receptor del repitente y la elevación de los costos promedio de los alumnos que permanecen en el colegio por más años que los previstos
Las predicciones de Hauser se hicieron realidad. NY tuvo que reinstalar la promoción automática en el año 2002 porque el número de alumnos que no lograban los objetivos del grado subió a 43,000 (llegando luego a 100,000 en el 2004), elevando los costos de tal manera que se tuvo que eliminar los programas de refuerzo para los alumnos débiles. Por lo demás, no hubo evidencia alguna de que reprobar de año a un alumno lo ayudará de alguna manera. Esta no era una cosa nueva. 20 años antes ya había ocurrido en la misma Nueva York. Esto enseña que aún los líderes más encumbrados rodeados de decenas de expertos lúcidos e inteligentes cometen graves errores por dejarse llevar por sus creencias más que por los datos sólidos de la investigación científica.
En esencia se asume que el alumno por el solo hecho de repetir de grado superará las dificultades que dieron origen a la primera repitencia, lo que no es cierto. Si no hay una intervención remedial, el alumno seguirá arrastrando los mismos vacíos de aprendizaje, problemas orgánicos, interferencias emocionales o sociales que produjeron su primera repitencia, agregándole la frustración de la repitencia y el cambio social.
Si bien la repitencia podría tener sentido para el alumno inmaduro que necesita un poco más de tiempo para lograr su óptimo desempeño, aún en ese caso necesita del acompañamiento adecuado para adaptarse al nuevo grado y superar sus dificultades anteriores.
Pienso que los alumnos no van al colegio para fracasar, para repetir de año. El sistema de notas tampoco fue inventado para definir cuál alumno debe seguir en su grado y cuál debe repetir. Si algo anda mal, la escuela es el espacio para facilitar la rehabilitación. Hacer repetir de año al alumno significa colocar en él la responsabilidad total del fracaso de la escuela en ayudarlo a aprender, que es su misión. Sin embargo, para que la promoción social logre recuperar al alumno retrasado ésta debe asegurar que hará un seguimiento cercano, le dará los refuerzos necesarios y será flexible en el enfoque docente de modo que permita que alumnos con diferentes habilidades puedan avanzar cada uno de acuerdo a su potencial o sus condiciones reales. De lo contrario, la experiencia escolar también será frustrante para ellos e insuficiente para permitirles seguir adelante exitosamente en los siguientes grados escolares.
Por Leon Trahtemberg
Publicado el 15/11/09 - blog
Hacer repetir de año a un alumno que no logra los objetivos el grado es un buen ejemplo de cómo las creencias intuitivas de las autoridades o gobernantes triunfan sobre las evidencias que trae la investigación científica, con las costosas consecuencias del fracaso que provocan en los alumnos. Este caso de la promoción social o automática versus la repitencia del grado en EE.UU. ha sido abordada por Jeffrey Pfeffer y Robert I. Sutton en su libro “Hard Facts, Dangerous Half-Truths, and total Nonsense” del Harvard Business School Press 2006, Pag 50-52
Allí sostienen que a raíz de la política de Clinton seguida luego por Bush de colocar estándares de aprendizaje más elevados para los alumnos en los colegios, -cosa que hizo aumentar la exigencia de los profesores a los alumnos-, aumentó también el número de alumnos que mostraban bajo desempeño, lo que llevó a Clinton a retomar la política de repitencia de grado para quienes no lograran los objetivos, rompiendo la política de promoción social (automática) pre existente, por la cual los alumnos avanzan en la escuela según su edad, manteniendo el mismo grupo social, independientemente de sus notas
Ni Clinton ni Bush apelaron a la historia del tema y a las investigaciones de décadas anteriores que mostraban inequívocamente que esto era contraproducente. En Chicago (1996) y Nueva York (1999) ya se había eliminado la promoción automática años atrás antes de que lo hiciera Clinton (1999). A pesar de que investigadores de nota como Robert Hauser en 1999 lo alertaron de los riesgos de dicha política, a la luz de la enrome cantidad de evidencias en contra que muestra que sólo se consigue maltratar a los niños,
Clinton y luego Bush no hicieron caso
La investigación acumulada muestra por un lado, que un alumno que no logró los objetivos del grado puede recuperarse con refuerzos adicionales en vacaciones; por otro lado, los repitentes se ven muy frustrados lo que afecta su motivación para el trabajo en los años siguientes. Hay al menos 55 investigaciones que muestran que los alumnos que sí fueron retenidos de año comparados con los que no fueron retenidos, tienen 70% más de fracaso y deserción escolar que los no repitentes. A eso se agrega la sobrepoblación del grado receptor del repitente y la elevación de los costos promedio de los alumnos que permanecen en el colegio por más años que los previstos
Las predicciones de Hauser se hicieron realidad. NY tuvo que reinstalar la promoción automática en el año 2002 porque el número de alumnos que no lograban los objetivos del grado subió a 43,000 (llegando luego a 100,000 en el 2004), elevando los costos de tal manera que se tuvo que eliminar los programas de refuerzo para los alumnos débiles. Por lo demás, no hubo evidencia alguna de que reprobar de año a un alumno lo ayudará de alguna manera. Esta no era una cosa nueva. 20 años antes ya había ocurrido en la misma Nueva York. Esto enseña que aún los líderes más encumbrados rodeados de decenas de expertos lúcidos e inteligentes cometen graves errores por dejarse llevar por sus creencias más que por los datos sólidos de la investigación científica.
En esencia se asume que el alumno por el solo hecho de repetir de grado superará las dificultades que dieron origen a la primera repitencia, lo que no es cierto. Si no hay una intervención remedial, el alumno seguirá arrastrando los mismos vacíos de aprendizaje, problemas orgánicos, interferencias emocionales o sociales que produjeron su primera repitencia, agregándole la frustración de la repitencia y el cambio social.
Si bien la repitencia podría tener sentido para el alumno inmaduro que necesita un poco más de tiempo para lograr su óptimo desempeño, aún en ese caso necesita del acompañamiento adecuado para adaptarse al nuevo grado y superar sus dificultades anteriores.
Pienso que los alumnos no van al colegio para fracasar, para repetir de año. El sistema de notas tampoco fue inventado para definir cuál alumno debe seguir en su grado y cuál debe repetir. Si algo anda mal, la escuela es el espacio para facilitar la rehabilitación. Hacer repetir de año al alumno significa colocar en él la responsabilidad total del fracaso de la escuela en ayudarlo a aprender, que es su misión. Sin embargo, para que la promoción social logre recuperar al alumno retrasado ésta debe asegurar que hará un seguimiento cercano, le dará los refuerzos necesarios y será flexible en el enfoque docente de modo que permita que alumnos con diferentes habilidades puedan avanzar cada uno de acuerdo a su potencial o sus condiciones reales. De lo contrario, la experiencia escolar también será frustrante para ellos e insuficiente para permitirles seguir adelante exitosamente en los siguientes grados escolares.
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