jueves, 8 de octubre de 2009

TRIBUNA ABIERTA

La mala educación
Por Augusto Álvarez Rodrich
Fuente: La República

El entusiasmo privado se estrella con la desidia pública.

En la educación peruana están habiendo buenas y malas noticias. La buena es el interés creciente en muchos sectores por elevar su calidad. La mala es que sigue invicta la falta de voluntad del gobierno para estar a la altura de este desafío clave para la perspectiva nacional.

El reciente CADE de la Educación, organizado por IPAE y presidido por Roberto Lerner, constituyó un evento relevante porque, además de las valiosas iniciativas planteadas, convocó la atención de personas influyentes como el ministro de Economía, el presidente del BCR, y empresarios destacados del país.

Los sectores dirigentes han tomado conciencia de que la educación es un área decisiva para la perspectiva peruana, por su impacto en la competitividad de la economía y de las empresas así como –lo que es fundamental– en la calidad de vida de la población, especialmente de la más pobre.

A ello ha contribuido, por un lado, la estabilidad económica alcanzada en el país que ahora está permitiendo fijar la mirada en variables cruciales para perfilar el largo plazo. Por el otro, la constatación clamorosa de que en educación, como en la mayoría de indicadores sociales, estamos hasta las patas.

Sin embargo, el gobierno cree que estamos en el mejor de los mundos. Por ejemplo, se vanagloria de programas como el de alfabetización, cuando el Foro Educativo acaba de plantear fundados cuestionamientos al enfoque, contradicciones y faltas a la verdad en la presentación de cifras oficiales en el tema.

Asimismo, está la desidia con que el Ministerio de Educación está encarando su ley de organización y funciones, y la matriz de distribución, competencias y funciones de los distintos niveles de gobierno, la cual constituye un instrumento fundamental para el proceso de descentralización y para que la educación peruana deje de ser el despelote que es hoy en día.

En este lustro político se han dado algunos pasos positivos en la educación, como la carrera pública magisterial, el sistema de acreditación (Sineace) o el impulso a la evaluación de los docentes –aunque con un lamentable tono prepotente y despectivo–, pero la forma deficiente de implementarlos y el hecho de no ser parte de un esfuerzo integral como el definido, gracias a un consenso amplio entre expertos de todas las tendencias, en el Proyecto Educativo Nacional al 2021, les resta efectividad.

Es urgente que todos los interesados en mejorar la educación peruana, como el Consejo Nacional de Educación, IPAE, el Foro Educativo o Empresarios por la Educación, entre muchos otros, dejen de ser tan modositos con el gobierno y empiecen a encararlo con energía y firmeza, incluso hasta perdiendo la ‘buena educación’, con el fin de ponerle las pilas y contagiarle el entusiasmo que hoy se percibe en muchos otros sectores.

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