ARTICULOS DE ASOCIADOS
Cuestión de tiempo
Por: Luis Guerrero
Publicado el 25/09/2009 en CNR
Serafina estudia en una escuelita estatal de Huayán, hermoso distrito de la provincia de Huarmey, al norte del Perú y al pie de la cordillera negra. Ella pasa a tercer grado el 2010. De los 38 niños que hay en su salón, 4 comprenden bien un escrito, es decir, pueden deducir con facilidad el propósito de un texto, su tema central, el significado de palabras o frases, las causas de un determinado episodio, y localizar datos aún si no estuvieran a la vista. Lo grave es que suman 20 los que pasarán sin haber logrado el mismo nivel de habilidad y 14 niños, entre ellos Serafina, quienes pasarán aún más rezagados en sus capacidades lectoras. Sería bueno echar un vistazo a lo que les espera el próximo año en tercero de primaria.
El 2010, Serafina deberá lograr 307 nuevos aprendizajes, 130 de los cuales son conceptos o datos explicados en textos diversos. La niña no aprendió a inferir el tema central de un escrito breve ni las causas de una afirmación o un hecho, pero ahora tendrá que comprender textos narrativos, descriptivos, informativos e instructivos, indicando el propósito de cada uno, formulando y contrastando hipótesis. Además, tendrá que deducir el significado de palabras nuevas apelando al diccionario y escribir usando palabras con distintas funciones, entre otros 54 aprendizajes relacionados al uso del lenguaje oral y escrito. ¿Qué va a ser de ella?
Pero la niña deberá lograr también 52 aprendizajes relativos al número, relaciones y operaciones, geometría, medición y estadística; 61 aprendizajes relacionados a la construcción de su identidad y la convivencia democrática, y a la comprensión de la diversidad geográfica del país y sus procesos históricos; 74 aprendizajes relativos al cuerpo humano y la conservación de la salud, los seres vivientes, el mundo físico y la preservación del medio ambiente; 25 aprendizajes relativos a la expresión y apreciación artística; y 41 aprendizajes relativos a la comprensión y desarrollo de la corporeidad y la salud, al dominio corporal y la expresión creativa, la convivencia y la interacción sociomotriz.
En total, el profesor de Serafina tendrá que responsabilizarse de que 38 niños logren 307 aprendizajes, distribuidos en cinco áreas, lo que representa en los hechos 11,666 resultados a promover, monitorear, evaluar y garantizar a lo largo del 2010 en una sola aula. Y todo esto en 34 semanas de clase, optimistamente hablando. ¿Existe acaso evidencia de que todo esto puede ser aprendido de manera satisfactoria en 700 horas? ¿No sería mejor acordar qué de todo esto es lo esencial?
El maestro de Serafina necesita ocuparse de los niños con dificultades; afianzar paulatinamente las capacidades comunicativas, sociales, matemáticas y científicas que todos deben alcanzar, regresando sobre ellas una y otra vez; y darles continuas oportunidades para que «manifiesten su curiosidad, exploren, se motiven a hacer preguntas y a buscar respuestas», como pide el currículo. Pero la jornada se le acaba a la una de la tarde y aún sin las continuas interrupciones de clases que habitualmente tiene, el tiempo no le alcanzaría. Sobre eso, el sistema lo presiona cínicamente para que no se atrase, avance y complete su programación curricular.
Considerando que sólo el 12% entiende bien lo que lee y que en tercero afrontarán aprendizajes complejos, como resolver problemas haciendo cálculo de perímetros y áreas de figuras geométricas básicas; reconocer sus propias habilidades, intereses y sentimientos, tanto como los de otros; o relatar las formas de organización social en cada etapa de la historia del Perú ¿Cuál es su pronóstico para estos niños? ¿No es obvia acaso la contradicción entre el horario escolar y el currículo? Hasta pronto.
Por: Luis Guerrero
Publicado el 25/09/2009 en CNR
Serafina estudia en una escuelita estatal de Huayán, hermoso distrito de la provincia de Huarmey, al norte del Perú y al pie de la cordillera negra. Ella pasa a tercer grado el 2010. De los 38 niños que hay en su salón, 4 comprenden bien un escrito, es decir, pueden deducir con facilidad el propósito de un texto, su tema central, el significado de palabras o frases, las causas de un determinado episodio, y localizar datos aún si no estuvieran a la vista. Lo grave es que suman 20 los que pasarán sin haber logrado el mismo nivel de habilidad y 14 niños, entre ellos Serafina, quienes pasarán aún más rezagados en sus capacidades lectoras. Sería bueno echar un vistazo a lo que les espera el próximo año en tercero de primaria.
El 2010, Serafina deberá lograr 307 nuevos aprendizajes, 130 de los cuales son conceptos o datos explicados en textos diversos. La niña no aprendió a inferir el tema central de un escrito breve ni las causas de una afirmación o un hecho, pero ahora tendrá que comprender textos narrativos, descriptivos, informativos e instructivos, indicando el propósito de cada uno, formulando y contrastando hipótesis. Además, tendrá que deducir el significado de palabras nuevas apelando al diccionario y escribir usando palabras con distintas funciones, entre otros 54 aprendizajes relacionados al uso del lenguaje oral y escrito. ¿Qué va a ser de ella?
Pero la niña deberá lograr también 52 aprendizajes relativos al número, relaciones y operaciones, geometría, medición y estadística; 61 aprendizajes relacionados a la construcción de su identidad y la convivencia democrática, y a la comprensión de la diversidad geográfica del país y sus procesos históricos; 74 aprendizajes relativos al cuerpo humano y la conservación de la salud, los seres vivientes, el mundo físico y la preservación del medio ambiente; 25 aprendizajes relativos a la expresión y apreciación artística; y 41 aprendizajes relativos a la comprensión y desarrollo de la corporeidad y la salud, al dominio corporal y la expresión creativa, la convivencia y la interacción sociomotriz.
En total, el profesor de Serafina tendrá que responsabilizarse de que 38 niños logren 307 aprendizajes, distribuidos en cinco áreas, lo que representa en los hechos 11,666 resultados a promover, monitorear, evaluar y garantizar a lo largo del 2010 en una sola aula. Y todo esto en 34 semanas de clase, optimistamente hablando. ¿Existe acaso evidencia de que todo esto puede ser aprendido de manera satisfactoria en 700 horas? ¿No sería mejor acordar qué de todo esto es lo esencial?
El maestro de Serafina necesita ocuparse de los niños con dificultades; afianzar paulatinamente las capacidades comunicativas, sociales, matemáticas y científicas que todos deben alcanzar, regresando sobre ellas una y otra vez; y darles continuas oportunidades para que «manifiesten su curiosidad, exploren, se motiven a hacer preguntas y a buscar respuestas», como pide el currículo. Pero la jornada se le acaba a la una de la tarde y aún sin las continuas interrupciones de clases que habitualmente tiene, el tiempo no le alcanzaría. Sobre eso, el sistema lo presiona cínicamente para que no se atrase, avance y complete su programación curricular.
Considerando que sólo el 12% entiende bien lo que lee y que en tercero afrontarán aprendizajes complejos, como resolver problemas haciendo cálculo de perímetros y áreas de figuras geométricas básicas; reconocer sus propias habilidades, intereses y sentimientos, tanto como los de otros; o relatar las formas de organización social en cada etapa de la historia del Perú ¿Cuál es su pronóstico para estos niños? ¿No es obvia acaso la contradicción entre el horario escolar y el currículo? Hasta pronto.
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